martes, 14 de julio de 2015

CRÓNICA DEPORTIVA TRIATLON VITORIA – GASTEIZ 2015




                Coincidiendo con el inicio de mis vacaciones, llegaba el momento de participar en el primer reto deportivo importante del año. El Triatlón de Vitoria-Gasteiz, que en su versión Full (distancia Ironman) tenía lugar el 12 de Julio.
                Había preparado mi cuarto larga distancia con menos preparación física que otras veces, pero compensando con más entrenamiento mental. Siempre he mantenido que en estas distancias el aspecto mental supera con mucho al físico, y quería comprobar hasta qué punto es esto cierto, sustituyendo kilómetros de piscina, bicicleta y carrera por sesiones de meditación, cursos de coaching y otros recursos similares.
                Salgo muy temprano el viernes dirección a Vitoria junto a los Bikilas Norber, Carlos Viñas, Jose Sevillano y los camaleones Quini y Antonio Vega en una prueba más de que este deporte es especial y a nuestro nivel está muy por encima de los colores de nuestros trimonos. Y aunque esto pretende ser una crónica deportiva, no puedo ni quiero pasar por alto la calidad humana del grupo que me acompañaba. Desde que arrancamos la furgoneta hasta que la paramos a la vuelta del viaje el ambiente ha sido excepcional. Muchas risas como evidencia de lo bien que lo hemos pasado, en un fin de semana al que hemos tenido hasta oportunidad de colocar hasta su banda sonora.
                Sin extenderme mucho en los detalles de la previa, salvo para felicitar a la magnífica organización daré un salto temporal hasta el momento de la salida. Tras un emotivo minuto de silencio en memoria del presidente de un club de tri que había fallecido atropellado el día antes llega el momento de echarse al agua.
Natación + T1
Salgo detrás de mi amigo Norber en una salida muy limpia hasta que me doy cuenta de que su ritmo es superior al suyo y decido dejarlo marchar. Voy nadando suave, relajado y sorprendentemente bien orientado. Las boyas naranjas van quedándose atrás casi sin darme cuenta. La primera vuelta transcurre sin incidencias y salgo a dar la pequeña caminata que me lanzará a la segunda con muy buenas sensaciones. De nuevo me echo al agua. Mientras más relajado y estirado nado con mayor facilidad me desplazo e incluso adelanto a otros triatletas con una frecuencia de brazada muy superior a la mía. Saboreo los últimos metros sabedor de que tardaré en nadar de nuevo en este marco incomparable. El pantano de Landa es un paraje espectacular para acoger el segmento de la natación. Antes de que me dé cuenta ya voy camino de la T1 despojándome del neopreno y listo para comenzar el segmento ciclista. Al final por lo que dicen salen algunos metros más de lo previsto algo que no me importa en absoluto porque en estos momentos la marca no es lo que más me preocupa. Al final sobre 1:24’ la natación según comprobaré después en las clasificaciones, porque el Garmin para variar tampoco lo he ajustado muy bien. Me cambio tranquilo y compruebo que no me dejo nada atrás en la bolsa, sobre todo en lo que a alimentación se refiere.
Ciclismo + T2
Salgo por la alfombra azul con varias bicicletas todavía en boxes, lo que debe ser una señal de que no lo he hecho tan mal. El paisaje por donde transcurre este segmento es también espectacular. Una primera parte por una carretera rodeada de árboles y unos constantes toboganes me dan una idea del tipo de recorrido que me espera. Me acoplo desde el primer momento rodando muy cómodo, sin querer forzar porque esto no ha hecho más que empezar. Comienzo con mi rutina de alimentación e hidratación cada 15 minutos, algo que no abandonaré hasta que no suelte la bici en la T2. Me pasan algunas cabras de bastante nivel, lo que me motiva especialmente para valorar mi desempeño. En este segmento vuelvo a comprobar la calidad de los voluntarios que descubrimos ayer durante la entrega de dorsales y entrega del material en ambas zonas de transición. Con un trato exquisito y una permanente sonrisa en sus rostros han sido una de las sorpresas agradables de la prueba. Como muestra algunos que permanecían aislados bajo sus sombrillas en puntos lejanos de todo, y que cuando de lejos te veían llegar se ponían de pie y te animaban como si fueses un auténtico pro. Mis felicitaciones y agradecimientos para ello. El recorrido se hace pesado a tramos, con tanta cuesta y con la aparición del viento en algunas zonas que complica bastante el rodaje cómodo. Hago mucha parte del recorrido muy solo, algo a lo que estoy acostumbrado en mis entrenamientos y que me evita tener que preocuparme por el drafting. Me llegan los primeros momentos de bajona, que supero con facilidad concentrándome en la foto de Pablo y Daniela que llevo en los acoples, una foto que la tímida lluvia de primera hora de la mañana ha decolorado y le ha provocado un aspecto especial. La última vuelta corta (el recorrido eran dos vueltas largas de unos 70 kms. y una corta de unos 42) se hace un poco más complicada por el tema del viento. Las ganas de llegar se intensifican, y las piernas no vuelven a soltarse hasta que alcanzo las avenidas de Vitoria que me llevarán a la T2 donde el público espera animando a tope. Nada más llegar al arco un voluntario me toma la bici (con una sonrisa, como no podía ser de otra forma) y me indica el camino hacia la carpa donde me espera la bolsa con el material de la carrera. 6:24 minutos me salen en este segmento, algo aceptable dadas las condiciones del mismo. En ningún momento me cruzo con ningún compañero, clara prueba de que van todos por delante de mí. Me vuelvo a cambiar tranquilo, poniendo especial interés en embadurnar mis pies de vaselina, para evitar problemas con las humedades en los avituallamientos. Por fin llega el momento de la carrera, donde comienza el Ironman de verdad y donde más cómodo me siento.
Carrera a pie + meta
El inicio de la carrera a pie tiene lugar por una zona muy próxima a la meta, atiborrada de gente, que anima sin parar. La situación me sorprende favorablemente, elevando a tope los depósitos de motivación. Con un nudo en la garganta fruto de la emoción salgo a correr con un ritmo bastante cómodo. Pongo especial atención en la técnica y en discurrir de la forma más relajada posible. Antes del kilómetro dos ya diviso a mi amigo Norber, que parece correr a buen ritmo y sin muchos problemas. Lo paso sin pararme porque aunque no he venido a buscar marca, algo en mi interior suspira por ser “sub12” por primera vez en la mítica distancia. Sigo devorando kilómetros hasta que me encuentro a mi compañero Jose Sevillano que va bastante fastidiado, muy castigado muscularmente. Aunque no encuentra el ritmo ya me lleva una vuelta de ventaja, por lo que su posición no corre peligro. El recorrido de este segmento también merece su comentario. Vitoria es una ciudad preciosa, y las cuatro vueltas al circuito que transcurre por su centro son una excelente oportunidad para conocerla desde una perspectiva bastante original. Mucha sombra que es de gran ayuda a unas horas de la tarde en la que el termómetro debe haber subido varios grados desde esta mañana y en la que la humedad también castiga lo suyo. Voy pillando en los avituallamientos según me parece, sin seguir un orden muy lógico. Agua, isotónico, algún que otro gel (aunque bastante menos de lo habitual para mí) y naranjas que me refrescan la boca. Otro diez para la organización en lo que a avituallamientos se refiere, perfectamente organizados y cubiertos por los omnipresentes voluntarios de sonrisas imborrables. Además la ocurrencia de las piscinas donde refrescarnos me parece una idea excelente. Mucho mejor que las usuales esponjas. Cada vez que me cruzo con una lleno la gorra de agua como si de una vasija se tratase y me la coloco para proporcionarme una ducha que intente suavizar un poco mi temperatura corporal. En otra vuelta me encuentro con Antonio Vega, que ya va un poco tocado, pero que está a sólo una vuelta de terminar. Me cruzo también con Quini que corre a muy buen ritmo y con ese estilo tan característico. A mediados de la segunda vuelta echo de menos algo de más entrenamiento, y no físico precisamente. He corrido los primeros kilómetros a 4:40 con unas sensaciones brutales. Nada de cansancio y muy cómodo. Cuando me asaltan las dudas de si seré capaz de mantener ese ritmo y se pone en marcha la calculadora mental para estimar tiempos los ritmos se van desplomando. Corro cada vez más lento y menos cómodo, pero me concentro especialmente en que la sonrisa no se borre de mi cara, una sonrisa que me acompaña desde que me lancé al agua del pantano hace ya bastantes horas. Poco a poco el estómago me va enviando señales de que se asoma a sus límites por lo que restrinjo los avituallamientos a agua y de forma muy puntual a isotónico e incluso coca cola, un refresco que no me gusta en absoluto y que sólo bebo en este tipo de pruebas. El ritmo se aviva cada vez que me acerco a la línea de meta, donde el gentío anima de forma increíble. El “Aupa Bikila” se convierte en un clásico y te da alas en los momentos en que tu mente te quiere jugar una mala pasada. En la última vuelta me encuentro a Carlos Viñas (el único que me quedaba por ver) que ya ha terminado y me anima a seguir. La última vuelta se hace mucho más llevadera, y prácticamente la dedico a despedirme de estos lugares que me han acompañado durante las casi cuatro últimas horas. Poco a poco vuelvo al centro y paso junto a la meta, a pocos metros con mi objetivo. Me dedico a aplaudir a la gente y a chocar mis palmas con las de los niños que se asoman por encima de las vallas. Las lágrimas asoman por debajo de mis gafas por la emoción del momento. La voluntaria me dedica una sonrisa (no podía ser de otra forma) cuando tomo el último giro y comienzo a pisar la alfombra azul. Troto muy suave, casi andando, dejando que me adelanten varios triatletas para saborear mi momento. El reloj del arco de meta marca 12 horas y 19 minutos. Ya soy finisher…por cuarta vez. 3:53 para la maratón, en una marca muy digna después del calentamiento del agua y la bici pero que podría haber mejorado bastante con una mente más fuerte. Habrá que tenerlo en cuenta.
Medalla y camiseta que acreditan el cumplimiento de este sueño. Ya sólo queda Norber por llegar y nos quedamos junto a la meta esperándolo. Hablando con Sevillano me confirma que el reloj marca el tiempo desde que comenzaron las féminas, 25 minutos antes que nosotros. En una especie de “deja`vu” me doy cuenta de que he sido “sub12” (11:55:51) y me vuelvo a emocionar…
Después llega la T3, la más importante de las transiciones. Volver a empezar, que diría José Luis Garci. Los seis hemos sido Finisher. Risas, fotos y abrazos, olvidando en unos segundos los duros momentos vividos durante el día y grabando a fuego los buenos, que son los que de verdad importan.
Resumiendo y abreviando un triatlón altamente recomendable, por su encomiable organización, por el lugar donde se desarrolla, pero sobre todo por su gente. Por sus voluntarios, que han sido los auténticos protagonistas del día y por el  público. Es increíble como se ha volcado la ciudad con el evento. Tenía muy buenas referencias pero la realidad ha superado con mucho a las expectativas. Un lugar donde volver. Un fin de semana para recordar, con una música muy especial: “Y es que yo sin ti, tú sin mí, dime si puedes ser feliz, llévame a Vitoria, llévame a Vitoria….”
Gracias a tod@s, aunque los agradecimientos ya los expresé en mi estado de Facebook nada más finalizar la prueba. Eskerrikasko!!!