viernes, 27 de septiembre de 2019

CITY OF ANGELS


Este mes he apurado al máximo para la publicación en el blog. El Miércoles 25 de Septiembre estaba marcado con letras de oro en mi calendario particular. Tocaba visita a la Fundación Andrés Olivares y tenía muy claro que esas horitas que iba a pasar en el Arroyo de los Ángeles (¿creemos en las casualidades o en las causalidades con un nombre como éste?) me iban a dar material más que suficiente para escribir la publicación de este mes.

Este año he pedido prestado el título de una película que me impresionó bastante para poner nombre a este post. En City of Angels, magistralmente interpretada por Meg Ryan y Nicolas Cage, se ponía de manifiesto la existencia de los ángeles, algo que se ratifica de sobra con una visita a la Fundación. Seguimos con la vena cinéfila, porque el año pasado a estas alturas hablaba de "Lo que de verdad importa", del crack de Paco Arango.

Por primera vez en nuestros cuatro años de visita a la Fundación para preparar el calendario la visita no tenía lugar un viernes. Este año, por cuestiones de agenda, tuvimos que adelantar la visita a un Miércoles, aunque ello no fue un inconveniente para que más de veinticinco ángeles esperasen impacientes con sus disfraces y sus alas invisibles (formadas por toneladas condensadas de alma, magia y corazón) la llegada del fotógrafo, otro que también combina estos tres elementos a la perfección (no en vano se apellida Escobedoheart)

Esta vez también era especial por otro motivo, al menos para mí. Por primera vez en estos años tenía un acompañante de excepción. Invité a mi hijo Pablo, que además de que parece querer encaminar su desarrollo profesional por el campo de la educación especial, tiene un trato especial para los más pequeños. Aunque pensé que le encantaría la visita, pensaba también que su rebeldía adolescente le haría rechazar la invitación, pero me equivoqué. Nada más salir del Instituto pilló su bocata y se montó en el coche con nosotros para dirigirnos a la sede de la Fundación.

Allí pudimos respirar, experimentar, disfrutar, gozar y entender la verdadera vida. Lo demás, como dice su presidente Andrés, es puro teatro. Mentira de la mala. Poder abrazar a Andrés, a Edu, a Paula, a nuestra querida Carmencita, que te recuerden los niños de otros años y que vengan a abrazarte, ver la ilusión dibujada en sus rostros cuando se colocan frente al objetivo, sentir la serenidad en la mirada de unos padres maltratados por la vida cuando contemplan a sus hijos en este oasis de alegría dentro de ese duro desierto de enfermedad por el que caminan, verlos crecer, echar de menos a los que ya no están, conocer nuevos voluntarios… todos estos momentos sólo pueden experimentarse en una ciudad de ángeles, la que se ha construido en este rincón de Málaga, muy cerquita del hospital materno infantil.

Vuelven a mí esas palabras que aquella voluntaria de la Fundación me regaló hace ya varios años (más de los que pensaba): "Cuando ayudas a los demás recibes muchísimo más de lo que das". Soy un afortunado, porque dando muy poco, lo recibo todo. Ojalá pueda volver muchos años a esta ciudad de ángeles. Ojalá llegue un momento que no tengamos niños a los que fotografiar, porque esta injusta enfermedad que se ceba con los más pequeños tenga por fin una cura. Siempre habrá alguien a quien ayudar y ojalá encaminemos nuestros pasos hasta otro lugar.

Ángeles de la Fundación, muchísimas gracias. Me lo dais todo sin pedir nada a cambio. Gracias a todos los que formáis parte de este sueño anual de los calendarios: a los fotógrafos, a los impresores, a los voluntarios, a los patrocinadores, a los trabajadores de la Fundación, a los familiares, a todos los que os vais a hacer con un calendario o al menos vais a compartir las publicaciones para ayudar a difundir la labor de la Fundación, pero sobre todo gracias a los verdaderos protagonistas: esos ángeles vestidos de niños que tanto nos enseñan.

Me voy a permitir dar unas gracias especiales a mi hijo Pablo. Una vez más me has vuelto a emocionar. Verte haciendo reír, saltar y hablar a quién tú sabes me ha vuelto a demostrar una vez más lo grande que eres. Gracias. Ojalá alguna vez alcances a entender cuánto te quiero.