miércoles, 25 de diciembre de 2019

GRAZIE 2019


Otro fin de año que se acerca. Otros 365 días vividos. Otros 365 motivos para estar agradecido. Llega el momento de mirar hacia atrás y de conectar los puntos, como decía el gran Steve Jobs. Hora de agradecer a todos los que me han ayudado a vivir estas experiencias. Si encontramos un hilo conductor que ha cosido la mayoría de los momentos sin duda alguna se trata del deporte. Un deporte practicado a mi estilo, muy lejos de las marcas de los cracks, muy alejado de los puestos de  cabeza, pero buscando siempre el peculiar objetivo de disfrutar a tope de los kilómetros recorridos, sin perder la sonrisa e intentando poner mi pequeño granito de arena en ayudar a los demás (aunque en realidad me esté ayudando a mí mismo). Un deporte que nunca deja de darme lecciones de vida para aplicar en mi actividad tanto personal como profesional.

Después de un 2018 a tope, llegaba el momento de fijar la que sería la etapa reina de la temporada. Este año, después de haberlo soñado durante mucho tiempo, por fin llegaba el momento de participar en el Ironman de Lanzarote. Primera lección: los sueños al final se acaban haciendo realidad. Si tienes el por qué, aparece el cómo. En este caso el por qué tomaba forma de reto solidario a favor de la Fundación Donando Vidas. Otra edición muy especial del #YoAdelantoTúDonas en uno de los lugares más emblemáticos que existen para este tipo de competiciones. Una prueba que no tuvo lugar durante las casi quince horas que tardé en completarla, sino durante los noventa días anteriores en las que casi cien donantes de órganos me regalaron todo su apoyo y su cariño. Sencillamente inolvidable. Segunda lección: si caminas solo, llegarás antes, pero si caminas acompañado llegarás más lejos. Aquí llegué muy lejos, mucho más de lo que jamás alcancé a imaginar.

Justo una semana antes del comienzo del reto tuvo lugar otra de las citas obligadas del calendario: la maratón de Sevilla. Mi séptima participación en esta carrera, mi segunda con los Carros de Fuego y la primera en la que tenía oportunidad de impulsar a Cristian, que por cuestiones médicas se había perdido la edición anterior. Toda la magia que se puede encontrar en esta distancia se multiplica por infinito cuando tienes la oportunidad de impulsar a un Capitán. Este año, por si fuese poco, Telecinco nos grabó un espectacular reportaje donde tuve la oportunidad de ser corresponsal en directo durante la carrera junto a mis inseparables Guillermo y Quinta, dos tíos que entre otras muchas cosas me han enseñado que nos limitan nuestras creencias, no nuestras capacidades. Muchas veces, al cruzar la meta he sido capaz de devorar kilómetros a un ritmo que jamás hubiese imaginado.

Entre la maratón y el Ironman de Lanzarote muchos entrenamientos, muchos madrugones y sobre todo mucho tiempo para pensar, que es uno de los principales regalos que me aporta el deporte. En el mes de Marzo participé en Alcalá de Guadaira en la I Carrera Solidaria contra la Leucemia “Valeria Pequeña Guerrera”. Una prueba que ojalá nunca se hubiese celebrado pero que nos enseña a todos el ejemplo de unos padres (Vanessa y Antonio) que son valientes no por sacar fuerzas de donde no las hay para seguir adelante, sino por seguir adelante sin tener fuerzas. Incluso de la más terrible adversidad la actitud es capaz de sacar algo tan extraordinario como esta admirable labor. Además del encuentro con muchos miembros del Donando Vidas Team, tuve la oportunidad de compartir unos intensos momentos con el gran Capitán América (mi indescriptible amigo Edu Balboa del Cid) que a lomos de su Harley se desplazó desde Málaga para inundar Alcalá de alma, magia y corazón, esas que rebosan los niños de la Fundación Olivares. Unicornios y besos de colores al cielo para la gran Valeria.

Pero todavía quedaban muchos platos fuertes por paladear en la temporada. En el mes de Julio, pocos días después de mi cumpleaños, tuve el inmenso regalo de acompañar a Cristian y a su familia en un viaje a Tenerife que jamás olvidaré. Gracias a Marcos, organizador de la serie de carreras de la Maskmororun pudimos disfrutar de unos días de ensueño en la Orotova (y en el resto de la isla) con sus cuestas infinitas. Un sueño que se pudo hacer realidad sobre todo gracias a la gente. Anthony, Zohila, Fernando, David, Lioneel, Miguel Ángel, Gilberto, Domingo y su mujer, Rafa, Dory, Ángel, Muller, Pablo, Antonio Lima y tantos otros que mi frágil y castigada memoria no me permite recordar me enseñaron tanto en tan poco tiempo. Además Ana, Feli y Cristian me regalaron en cinco días un Máster concentrado de la vida, sobre sentir, disfrutar y vivir, como decía el lema de esta carrera con la que soñamos todos los días en volver.

 Fue en Tenerife donde recibimos el jarro de agua fría de la suspensión de la Ultraworld, otra aventura de la Fundación Donando Vidas que nos iba a permitir recorrer en tres días el triángulo Sanlúcar de Barrameda, Huelva y Sevilla para homenajear a la primera circunnavegación al mundo quinientos años después. Desgraciadamente, las palabras  sentido común y política parecen discurrir por caminos opuestos y finalmente nos quedamos sin poder disfrutar de este evento. A veces que los planes no salgan bien (en contra de la opinión de Hannibal  Smith) resulta en una maravillosa experiencia que de otra forma no tendríamos la oportunidad de vivir. Sólo con el corazón (y eliminando cualquier posibilidad de razón que pudiese tirar por tierra la nueva aventura) planteamos (hablo en plural para compartir responsabilidades) realizar una versión modificada del #YoAdelantoTúDonas, transformándolo en un #YoCaminoTúDonas. Otra vez se trataba de llegar lejos (no rápido) así que había que ir acompañado. La genial idea con la que seguir concienciando al mundo sobre la importancia de la donación de órganos consistía en realizar el recorrido Sarria-Santiago de Compostela (116 kilómetros) a pie y con un límite autoimpuesto de veinticuatro horas. A pie acompañado por mis inseparables Jesús Rey y Manuel Navarro (este último que aunque un tema laboral de última hora le imposibilitó acompañarnos, estuvo muy presente en cada uno de esos kilómetros) y escoltados en bici por mis amigos Isidro Naranjo, Jesús Peña y José María Rey. Nada más que comentar, su señoría… Una experiencia que dio para una publicación exclusiva en el blog (como la totalidad de las anteriores)

Una semana antes de volver a Santiago otra visita obligada (esta vez sin nadar, pedalear ni correr) a la Fundación Olivares, para poder llevar a cabo la sesión fotográfica del Calendario Solidario. Este año, temática de películas infantiles magistralmente recogida por el mago del objetivo Diego Escobedo y mágicamente retocada por el gran Paco Aznar. Esa tarde de Septiembre en la que te vuelves a dar cuenta de lo que es verdaderamente importante y en la que esos niños año a año nos regalan lecciones de vida de valor incalculable. Por si fuera poco, este año hemos tenido un acompañante excepcional: mi hijo Pablo, que en plena efervescencia adolescente cree haber encontrado en la educación especial su propósito en la vida, y que tiene esa capacidad innata de caer bien y ayudar a los pequeños que puedan necesitarlo.

Pero el año no estaría completo sin la Ultramaratón de la Vida. Mucho más que una carrera. Un punto de encuentro obligado para todos aquellos que creemos en el deporte, en la solidaridad y en la necesidad de hacer desaparecer esa  maldita lista de espera que condena en vida a todos los que esperan un órgano para poder seguir adelante. Este año, por si las emociones fuesen pocas, fui generosamente invitado al debut oficial de Carros de Fuego en Cádiz, donde rodeado de buenísima gente acompañamos al crack de Adrián por las calles sanluqueñas espectacularmente decoradas con la iluminación Navideña. Al día siguiente, cincuenta kilómetros a pie magistralmente escoltado por Juanlu (incombustible y ejemplar su reto Pichón), Jesús Rey (otra vez) y el gran Javi (que con sus inconfundibles huaraches incorpora aún más mérito a lo que hace). Aquí la lista de agradecimientos daría para una publicación independiente, pero lo centraré en Eduardo Rangel (presidente de la Fundación Donando Vidas) y en su mujer Loli Vidal (que es la pieza clave que hace que todo funcione), sin nombrar pero recordando a todos los miembros del Donando Vidas Team, a todos los participantes, colaboradores y como no a sus voluntarios, que son únicos y especiales. Sólo espero poder acudir durante muchos años más a esta cita obligada en el Puente de la Inmaculada, en Sanlúcar de Barrameda o donde quiera que se llegue a celebrar.

Y alrededor de  esta carrera, tres medias maratones con los Capitanes de Carros de Fuego (Dos Hermanas, Córdoba y Los Palacios). A pesar de llegar muy castigado física pero también psicológicamente a este final de temporada, esos niños te hacen resurgir de tus cenizas como el Ave Fénix y quemar rueda con toda la ilusión que somos capaces de alcanzar.

Ya sólo me queda un paseo para finalizar el año. La solidaria y genial San Silvestre de Dos Hermanas donde un año más volveré a despedir el año enfundado en un disfraz que envuelva la poca vergüenza que me va quedando. Otra oportunidad de coincidir con el crack de mi amigo Quinta, organizador además del la prueba.

Y volviendo a la senda del agradecimiento, como mencionaba al principio, ninguna de estas locuras hubiese tenido lugar sin mi equipo, un equipo que es sin duda el mejor y que es el que me da fuerzas para  seguir adelante. Mi hija Daniela que a pesar de ser la menor me da ese punto de madurez que muchas veces necesita mi locura para alcanzar el equilibrio; mi hijo Pablo que a pesar de nuestra continua batalla es el tipo de persona que siempre me hubiese gustado ser y mi mujer María, que siempre está ahí a cargo de todo mientras  yo entreno y compito, a pesar de que no comparte mi adicción (ni siquiera el gusto) por el deporte. Gracias infinitas a las tres. Ojalá decidáis aguantarme durante muchos años más para poder seguir haciendo realidad mi leitmotiv: #ShowMustGoOn. Gracias, muchísimas gracias a todos los que estáis reflejados en estas líneas (incluso sin haber sido nombrados) Os deseo un 2020 infinitamente mejor que el 2019.