martes, 17 de noviembre de 2020

ESTO TAMBIÉN PASARÁ (El cuento del anillo del rey) o TODO LLEGA (poema anónimo)

 Publicación del mes de Noviembre, donde retomo el tema que tenía planteado en principio para Octubre. En estos momentos en los que parece que hemos perdido el norte, en los que vivimos esperando el día que el maldito virus desaparezca de la faz de la Tierra, he creído conveniente afirmar (espero que sin riesgo a equivocarme) que eso también pasará. Desde el inicio de los tiempos, esta ha sido la historia de la humanidad. Pandemias, guerras, catástrofes naturales… todo acabó pasando de largo y formando parte de nuestra historia. Pero no sólo han pasado tragedias, también épocas de bonanza. Al final todo, absolutamente todo acaba pasando.

Esta transitoriedad de todo puede suponer un verdadero alivio en épocas como la actual, pero también debería ser una importante lección en los buenos tiempos. No queda otra que vivir el presente, que es tan efímero que fue pasado hace nada y se convertirá en futuro con el mero transcurso de un instante.

Para ilustrar el tema que ocupa la publicación de este mes, recurro a un cuento de Bucay, como ya he hecho en varias ocasiones. Se denomina “El anillo del rey”. Ahí os lo dejo:

El anillo del rey

Una vez, un rey de un país no muy lejano reunió a los sabios de su corte y les dijo:

– “He mandado hacer un precioso anillo con un diamante, con uno de los mejores orfebres de la zona. Quiero guardar, oculto dentro del anillo, algunas palabras que puedan ayudarme en los momentos difíciles. Un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de desesperación total. Me gustaría que ese mensaje ayude en el futuro a mis herederos y a los hijos de mis herederos. Tiene que ser pequeño, de tal forma que quepa debajo del diamante de mi anillo”.

Todos aquellos que escucharon los deseos del rey, eran grandes sabios, eruditos que podían haber escrito grandes tratados… pero ¿pensar un mensaje que contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo de un diamante de un anillo? Muy difícil. Igualmente pensaron, y buscaron en sus libros de filosofía por muchas horas, sin encontrar nada en que ajustara a los deseos del poderoso rey.

El rey tenía muy próximo a él, un sirviente muy querido. Este hombre, que había sido también sirviente de su padre, y había cuidado de él cuando su madre había muerto, era tratado como la familia y gozaba del respeto de todos.

El rey, por esos motivos, también lo consultó. Y éste le dijo:

– “No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje”

– “¿Como lo sabes?” -  preguntó el rey.

– “Durante mi larga vida en Palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una oportunidad me encontré con un maestro. Era un invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando nos dejó, yo lo acompañe hasta la puerta para despedirlo y como gesto de agradecimiento me dio este mensaje”.

En ese momento el anciano escribió en un diminuto papel el mencionado mensaje. Lo dobló y se lo entregó al rey.

– “Pero no lo leas”, dijo. “Mantenlo guardado en el anillo. Ábrelo sólo cuando no encuentres salida en una situación”.

Ese momento no tardó en llegar, el país fue invadido y su reino se vio amenazado.

Estaba huyendo a caballo para salvar su vida, mientras sus enemigos lo perseguían. Estaba solo, y los perseguidores eran numerosos. En un momento, llegó a un lugar donde el camino se acababa, y frente a él había un precipicio y un profundo valle.

Caer por él, sería fatal. No podía volver atrás, porque el enemigo le cerraba el camino. Podía escuchar el trote de los caballos, las voces, la proximidad del enemigo.

Fue entonces cuando recordó lo del anillo. Sacó el papel, lo abrió y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso para el momento…

Simplemente decía “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”.

En ese momento fue consciente que se cernía sobre él, un gran silencio.

Los enemigos que lo perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino. Pero lo cierto es que lo rodeó un inmenso silencio. Ya no se sentía el trotar de los caballos.

El rey se sintió profundamente agradecido al sirviente y al maestro desconocido. Esas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a guardarlo en el anillo, reunió nuevamente su ejército y reconquistó su reinado.

El día de la victoria, en la ciudad hubo una gran celebración con música y baile…y el rey se sentía muy orgulloso de sí mismo.

En ese momento, nuevamente el anciano estaba a su lado y le dijo:

– “Apreciado rey, ha llegado el momento de que leas nuevamente el mensaje del anillo”

– “¿Qué quieres decir?”, preguntó el rey. “Ahora estoy viviendo una situación de euforia y alegría, las personas celebran mi retorno, hemos vencido al enemigo”.

– “Escucha”, dijo el anciano. “Este mensaje no es solamente para situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando te sientes derrotado, también lo es para cuando te sientas victorioso. No es sólo para cuando eres el último, sino también para cuando eres el primero”.

El rey abrió el papel y leyó el mensaje… “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”

Y, nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba. Pero el orgullo, el ego había desaparecido.

El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Lo malo era tan transitorio como lo bueno.

Entonces el anciano le dijo:

– “Recuerda que todo pasa. Ningún acontecimiento ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche; hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.”

El que todo pase tiene una importante implicación, que todo llega. En relación a este punto mi amiga Ivana me ha hecho llegar este poema anónimo, que parece escrito a medida de los jóvenes. Recuerdo perfectamente mi adolescencia, cuando vivía ansioso e impaciente por los momentos que tenían que llegar. Hoy, con teóricamente menos experiencias por vivir que las vividas, el pensamiento es radicalmente distinto. Soy consciente de que todo pasará, pero ya no tengo la prisa porque pase que tenía de joven. Por muy mala que sea la situación actual, al final un día más no deja de ser un día menos y afortunadamente hasta hoy, no he encontrado ningún día que no haya merecido la pena (la alegría como dice mi amigo Alonso) de haberse vivido. Así que todo pase, y que todo llegue, pero mientras más despacito mejor. Es el momento de saborear el presente, y de vivir aprovechando al máximo cada minuto, cada segundo, porque nunca sabes los que te quedan por vivir.

Os dejo el poema.  

“¿Te acuerdas cuando me decías que me iba a llegar?

Sí, todo llega.

Llega el amor después del amor.

Y llega el tiempo de conectarse con uno mismo.

Llega el viaje que venías soñando desde los 15, y por el que habías empapelado el cuarto con fotos del lugar.

Llega la persona que estabas esperando, y llega el momento en que se va alguien de tu vida.

Pero también llega el día en que no duele más la herida.

No importa cuál sea.

Llega el fin de semana, y las vacaciones, y llega la casita que soñaste frente al mar.

Llega lo que esperabas y a veces llega más.

Llegan las sorpresas, y llega el día que te despiertas y no lo extrañas más.

Llega el amigo que estabas esperando desde el otro lado del mundo, y a veces llega una revolución que se lleva todo lo que tenías para amarte de nuevo, en otros abrazos, otra casa, y otra familia.

Llega.

El amor llega.

Llega el día de tu cumpleaños, y llega la tesis, y llega el título.

Llega el beso que soñaste tanto tiempo, y llega el sol después de un par de días de tormenta.

Todo llega.

No pases noches sin dormir pensando que no se termina más la oscuridad, ni tengas tanto miedo a que no pasen.

Relájate mirando al cielo y confía.

No importa cuándo, ni cómo... tú sabes que va a llegar.

Y hoy, permítete disfrutar de lo que está.

Ni más, ni menos.

El universo no está buscando un ejército de ansiosos.

Así que aprovecha la vida, que todo llega cuando tiene que llegar.”

                Cuando el mundo cambió por última vez, mi compañera Alicia me hizo llegar el texto de Haruki Murakami, de Kafka en la orilla, que ya he usado en alguna que otra publicación del blog y que tengo impreso en mi mesa de trabajo, a la vista. Cuando pase esta tormenta de arena, que pasará, surgirá una nueva persona de la misma. Llegará ese cambio, que es donde radica el verdadero significado de la tormenta. Os lo vuelvo a dejar por aquí:

“… Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena.”

Espero que os haya gustado la publicación de este mes. Mucho copiar y pegar, aunque mencionando a las fuentes (obviamente no en el caso del poema anónimo) y poco comentario por mi parte. He visto tan acertados los recursos que he creído modestamente que todo lo que pudiese sumar sólo podría empeorarlo.

Gracias como siempre por vuestro tiempo y nos leemos en la publicación de finales del mes próximo y del año, que el tiempo pasará rápido y ese momento llegará antes de que nos lo imaginemos.