Coincidiendo
con el inicio de mis vacaciones, llegaba el momento de participar en el primer
reto deportivo importante del año. El Triatlón de Vitoria-Gasteiz, que en su
versión Full (distancia Ironman) tenía lugar el 12 de Julio.
Había
preparado mi cuarto larga distancia con menos preparación física que otras
veces, pero compensando con más entrenamiento mental. Siempre he mantenido que
en estas distancias el aspecto mental supera con mucho al físico, y quería
comprobar hasta qué punto es esto cierto, sustituyendo kilómetros de piscina,
bicicleta y carrera por sesiones de meditación, cursos de coaching y otros
recursos similares.
Salgo
muy temprano el viernes dirección a Vitoria junto a los Bikilas Norber, Carlos
Viñas, Jose Sevillano y los camaleones Quini y Antonio Vega en una prueba más
de que este deporte es especial y a nuestro nivel está muy por encima de los
colores de nuestros trimonos. Y aunque esto pretende ser una crónica deportiva,
no puedo ni quiero pasar por alto la calidad humana del grupo que me
acompañaba. Desde que arrancamos la furgoneta hasta que la paramos a la vuelta
del viaje el ambiente ha sido excepcional. Muchas risas como evidencia de lo
bien que lo hemos pasado, en un fin de semana al que hemos tenido hasta
oportunidad de colocar hasta su banda sonora.
Sin
extenderme mucho en los detalles de la previa, salvo para felicitar a la
magnífica organización daré un salto temporal hasta el momento de la salida.
Tras un emotivo minuto de silencio en memoria del presidente de un club de tri
que había fallecido atropellado el día antes llega el momento de echarse al
agua.
Natación + T1
Salgo detrás de mi amigo Norber
en una salida muy limpia hasta que me doy cuenta de que su ritmo es superior al
suyo y decido dejarlo marchar. Voy nadando suave, relajado y sorprendentemente
bien orientado. Las boyas naranjas van quedándose atrás casi sin darme cuenta. La
primera vuelta transcurre sin incidencias y salgo a dar la pequeña caminata que
me lanzará a la segunda con muy buenas sensaciones. De nuevo me echo al agua.
Mientras más relajado y estirado nado con mayor facilidad me desplazo e incluso
adelanto a otros triatletas con una frecuencia de brazada muy superior a la
mía. Saboreo los últimos metros sabedor de que tardaré en nadar de nuevo en
este marco incomparable. El pantano de Landa es un paraje espectacular para
acoger el segmento de la natación. Antes de que me dé cuenta ya voy camino de
la T1 despojándome del neopreno y listo para comenzar el segmento ciclista. Al
final por lo que dicen salen algunos metros más de lo previsto algo que no me
importa en absoluto porque en estos momentos la marca no es lo que más me
preocupa. Al final sobre 1:24’ la natación según comprobaré después en las
clasificaciones, porque el Garmin para variar tampoco lo he ajustado muy bien.
Me cambio tranquilo y compruebo que no me dejo nada atrás en la bolsa, sobre
todo en lo que a alimentación se refiere.
Ciclismo + T2
Salgo por la alfombra azul con
varias bicicletas todavía en boxes, lo que debe ser una señal de que no lo he
hecho tan mal. El paisaje por donde transcurre este segmento es también
espectacular. Una primera parte por una carretera rodeada de árboles y unos
constantes toboganes me dan una idea del tipo de recorrido que me espera. Me
acoplo desde el primer momento rodando muy cómodo, sin querer forzar porque
esto no ha hecho más que empezar. Comienzo con mi rutina de alimentación e
hidratación cada 15 minutos, algo que no abandonaré hasta que no suelte la bici
en la T2. Me pasan algunas cabras de bastante nivel, lo que me motiva
especialmente para valorar mi desempeño. En este segmento vuelvo a comprobar la
calidad de los voluntarios que descubrimos ayer durante la entrega de dorsales
y entrega del material en ambas zonas de transición. Con un trato exquisito y
una permanente sonrisa en sus rostros han sido una de las sorpresas agradables
de la prueba. Como muestra algunos que permanecían aislados bajo sus sombrillas
en puntos lejanos de todo, y que cuando de lejos te veían llegar se ponían de
pie y te animaban como si fueses un auténtico pro. Mis felicitaciones y
agradecimientos para ello. El recorrido se hace pesado a tramos, con tanta
cuesta y con la aparición del viento en algunas zonas que complica bastante el
rodaje cómodo. Hago mucha parte del recorrido muy solo, algo a lo que estoy
acostumbrado en mis entrenamientos y que me evita tener que preocuparme por el
drafting. Me llegan los primeros momentos de bajona, que supero con facilidad
concentrándome en la foto de Pablo y Daniela que llevo en los acoples, una foto
que la tímida lluvia de primera hora de la mañana ha decolorado y le ha
provocado un aspecto especial. La última vuelta corta (el recorrido eran dos
vueltas largas de unos 70 kms. y una corta de unos 42) se hace un poco más
complicada por el tema del viento. Las ganas de llegar se intensifican, y las
piernas no vuelven a soltarse hasta que alcanzo las avenidas de Vitoria que me
llevarán a la T2 donde el público espera animando a tope. Nada más llegar al
arco un voluntario me toma la bici (con una sonrisa, como no podía ser de otra
forma) y me indica el camino hacia la carpa donde me espera la bolsa con el
material de la carrera. 6:24 minutos me salen en este segmento, algo aceptable
dadas las condiciones del mismo. En ningún momento me cruzo con ningún
compañero, clara prueba de que van todos por delante de mí. Me vuelvo a cambiar
tranquilo, poniendo especial interés en embadurnar mis pies de vaselina, para
evitar problemas con las humedades en los avituallamientos. Por fin llega el
momento de la carrera, donde comienza el Ironman de verdad y donde más cómodo
me siento.
Carrera a pie + meta
El inicio de la carrera a pie
tiene lugar por una zona muy próxima a la meta, atiborrada de gente, que anima sin
parar. La situación me sorprende favorablemente, elevando a tope los depósitos
de motivación. Con un nudo en la garganta fruto de la emoción salgo a correr
con un ritmo bastante cómodo. Pongo especial atención en la técnica y en
discurrir de la forma más relajada posible. Antes del kilómetro dos ya diviso a
mi amigo Norber, que parece correr a buen ritmo y sin muchos problemas. Lo paso
sin pararme porque aunque no he venido a buscar marca, algo en mi interior
suspira por ser “sub12” por primera vez en la mítica distancia. Sigo devorando
kilómetros hasta que me encuentro a mi compañero Jose Sevillano que va bastante
fastidiado, muy castigado muscularmente. Aunque no encuentra el ritmo ya me
lleva una vuelta de ventaja, por lo que su posición no corre peligro. El
recorrido de este segmento también merece su comentario. Vitoria es una ciudad
preciosa, y las cuatro vueltas al circuito que transcurre por su centro son una
excelente oportunidad para conocerla desde una perspectiva bastante original.
Mucha sombra que es de gran ayuda a unas horas de la tarde en la que el
termómetro debe haber subido varios grados desde esta mañana y en la que la
humedad también castiga lo suyo. Voy pillando en los avituallamientos según me
parece, sin seguir un orden muy lógico. Agua, isotónico, algún que otro gel
(aunque bastante menos de lo habitual para mí) y naranjas que me refrescan la
boca. Otro diez para la organización en lo que a avituallamientos se refiere,
perfectamente organizados y cubiertos por los omnipresentes voluntarios de
sonrisas imborrables. Además la ocurrencia de las piscinas donde refrescarnos
me parece una idea excelente. Mucho mejor que las usuales esponjas. Cada vez
que me cruzo con una lleno la gorra de agua como si de una vasija se tratase y
me la coloco para proporcionarme una ducha que intente suavizar un poco mi
temperatura corporal. En otra vuelta me encuentro con Antonio Vega, que ya va
un poco tocado, pero que está a sólo una vuelta de terminar. Me cruzo también
con Quini que corre a muy buen ritmo y con ese estilo tan característico. A
mediados de la segunda vuelta echo de menos algo de más entrenamiento, y no
físico precisamente. He corrido los primeros kilómetros a 4:40 con unas
sensaciones brutales. Nada de cansancio y muy cómodo. Cuando me asaltan las
dudas de si seré capaz de mantener ese ritmo y se pone en marcha la calculadora
mental para estimar tiempos los ritmos se van desplomando. Corro cada vez más
lento y menos cómodo, pero me concentro especialmente en que la sonrisa no se
borre de mi cara, una sonrisa que me acompaña desde que me lancé al agua del
pantano hace ya bastantes horas. Poco a poco el estómago me va enviando señales
de que se asoma a sus límites por lo que restrinjo los avituallamientos a agua
y de forma muy puntual a isotónico e incluso coca cola, un refresco que no me
gusta en absoluto y que sólo bebo en este tipo de pruebas. El ritmo se aviva
cada vez que me acerco a la línea de meta, donde el gentío anima de forma
increíble. El “Aupa Bikila” se convierte en un clásico y te da alas en los
momentos en que tu mente te quiere jugar una mala pasada. En la última vuelta
me encuentro a Carlos Viñas (el único que me quedaba por ver) que ya ha
terminado y me anima a seguir. La última vuelta se hace mucho más llevadera, y
prácticamente la dedico a despedirme de estos lugares que me han acompañado
durante las casi cuatro últimas horas. Poco a poco vuelvo al centro y paso
junto a la meta, a pocos metros con mi objetivo. Me dedico a aplaudir a la
gente y a chocar mis palmas con las de los niños que se asoman por encima de
las vallas. Las lágrimas asoman por debajo de mis gafas por la emoción del
momento. La voluntaria me dedica una sonrisa (no podía ser de otra forma)
cuando tomo el último giro y comienzo a pisar la alfombra azul. Troto muy
suave, casi andando, dejando que me adelanten varios triatletas para saborear
mi momento. El reloj del arco de meta marca 12 horas y 19 minutos. Ya soy
finisher…por cuarta vez. 3:53 para la maratón, en una marca muy digna después
del calentamiento del agua y la bici pero que podría haber mejorado bastante
con una mente más fuerte. Habrá que tenerlo en cuenta.
Medalla y camiseta que acreditan
el cumplimiento de este sueño. Ya sólo queda Norber por llegar y nos quedamos
junto a la meta esperándolo. Hablando con Sevillano me confirma que el reloj
marca el tiempo desde que comenzaron las féminas, 25 minutos antes que
nosotros. En una especie de “deja`vu” me doy cuenta de que he sido “sub12”
(11:55:51) y me vuelvo a emocionar…
Después llega la T3, la más importante
de las transiciones. Volver a empezar, que diría José Luis Garci. Los seis
hemos sido Finisher. Risas, fotos y abrazos, olvidando en unos segundos los
duros momentos vividos durante el día y grabando a fuego los buenos, que son
los que de verdad importan.
Resumiendo y abreviando un
triatlón altamente recomendable, por su encomiable organización, por el lugar
donde se desarrolla, pero sobre todo por su gente. Por sus voluntarios, que han
sido los auténticos protagonistas del día y por el público. Es increíble como se ha volcado la
ciudad con el evento. Tenía muy buenas referencias pero la realidad ha superado
con mucho a las expectativas. Un lugar donde volver. Un fin de semana para
recordar, con una música muy especial: “Y es que yo sin ti, tú sin mí, dime si
puedes ser feliz, llévame a Vitoria, llévame a Vitoria….”
Gracias a tod@s, aunque los
agradecimientos ya los expresé en mi estado de Facebook nada más finalizar la
prueba. Eskerrikasko!!!