A escasamente un mes de participar en mi próximo triatlón distancia Ironman vuelvo a subirme al caballo de los retos. No tenía claro si volvería a hacerlo, pero las últimas publicaciones del “Guerrero” Pablo Ráez en redes sociales y sobre todo mi visita la pasada semana a la Fundación Luis Olivares han sido la chispa que han vuelto a encender la mecha en mi interior.
No podía dejar pasar por alto la oportunidad de ayudar a Pablo (mágico nombre). El “Guerrero” ha lanzado un reto, lograr un millón de donantes de médula, y en nuestras manos está el poder hacer su sueño realidad. Por eso voy a intentar alcanzar la cifra de 226 donantes (aunque parta con cierta ventaja, tras los 65 conseguidos para mi reto anterior “226forBarbate”). Tres semanas puede parecer poco tiempo, pero os aseguro que es demasiado, sobre todo comparado con todas las personas que esperan agónicamente esa llamada que les indique que ha aparecido alguien compatible con su médula y que se va a prestar al incomparable acto de donar vida. Es toda una eternidad para Pablo, que tan sólo hace unos días luchaba con todas sus fuerzas por salir adelante. “226paraunmillon” pretende remover conciencias, al menos en mi círculo de amistades. Por eso os pido perdón por anticipado desde ya porque os voy a agobiar en estos casi veinte días que quedan hasta que el próximo 15 de Octubre me coloque el neopreno en la playa de Isla Canela, tan cargada de recuerdos para mí. 226 son pocos, casi nada en relación con un millón, pero como decía Jorge Bucay en su maravilloso cuento de las estrellas de mar, si todos cambiamos nuestros pocos metros cuadrados de influencia seremos capaces de cambiar el mundo. “226paraunmillon” pretende conseguir 226 nuevos donantes (por lo menos) para “bautizar” cada uno de los kilómetros del Iberman con sus nombres anónimos. Aunque la donación sea totalmente anónima, y habrá gente que no verá bien presumir de ser donante, creo que un sencillo nombre como homenaje a este acto heroico no le va a hacer daño a nadie. Para ello cuento con la inestimable colaboración de Eduardo Jiménez, organizador de esta emotiva prueba y que desde el primer momento se ofreció para colaborar conmigo en lo que fuese necesario. 226 son pocos, pero sin España reunimos a poco más de cuatro mil locos que compitan en esta distancia (que a buen seguro que los hay de sobra) y cada uno aporta sus 226 estaremos muy cerca de alcanzar el millón que pide Pablo. Lo importante no es la prueba, lo importante son los donantes.
Abro pues, este reto con esta publicación en mi blog y os agradezco a todos por anticipado vuestra labor de difusión de esta iniciativa, y sobre todo a los que toméis la decisión de haceros donantes si aún no lo habéis hecho.
Cierro esta primera publicación sobre el reto con una frase que publiqué en Facebook hace un par de días y que no deja de rondarme la cabeza: "Cuando pequeños actos son multiplicados por millones de personas pueden transformar el mundo" (Howard Zinn). De momento nos conformamos con 226 para alcanzar nuestro millón. Gracias.