domingo, 24 de septiembre de 2017

CRÓNICA TITÁN XII + I


No había pensado hacer crónica sobre el Titán. El Titán es algo para vivir, no para contar. Pero las circunstancias vividas ayer en la edición XII + I del Titán (uf, Ángel, tenía que haber sido en tu año ¿causalidad?) me han empujado a escribir estas líneas como modesto homenaje a todos los Titanes. Esta crónica es una crónica en positivo, como yo lo he vivido. Para mí, el Titán, como otras muchas cosas en esta vida, es cuestión de equilibrio. Pones la balanza y ves si lo positivo supera a lo negativo para quedarte con ello. En mi caso particular, lo supera ampliamente, por lo que seguiré creyendo en el Titán. En línea con lo que comentabais unos días antes de la prueba, reflejaré mis Trece Momentos Vividos ayer.
  1. Levantarme tan temprano que cuando me despido de mi familia están aún en la fase profunda del sueño y ni se enteran de mis besos. Aunque no lo crean, aunque no lo entiendan, estas cosas las hago por, para y gracias a ellos. Cuando mis hijos tengan edad de conducir, me los llevaré a hacer el recorrido del Titán en coche, para que vean lo que su padre (un auténtico negado para esto de los deportes) era capaz de hacer ya de mayor sólo con la ayuda de ilusión, pasión y disciplina… No quiero que nadie les diga que no pueden hacer algo, ni siquiera yo. Los sueños son para hacerlos realidad.
  2. Sentirme insignificante bajo el cielo estrellado de Zahara. Tras dejar el coche en el aparcamiento de la Organización, y marchar con la bici al hombro para evitar pinchazos de última hora, miro al cielo y un manto tupido de estrellas cubre todo el firmamento. Me quedo pensando que muchas de esas estrellas que hoy admiramos dejaron de existir hace una eternidad, mientras su luz sigue viajando por el tiempo. Como en la escena del Rey León, me acuerdo de los que ya no están con nosotros. Y aún bajo esta maravilla hay veces que tenemos la osadía de creernos importantes…
  3. Encontrarme a viejos y nuevos amigos. El Titán es su gente, y  no hay nada como encontrarte con aquellos a los que ya hace tiempo que no ves, o incluso conocer en persona a gente a los que sólo veías en el mundo de las redes. Jose González, Diego Escobedo, Cristina Quintero, Ángel Garrido, María Jesús Sierra, Juan Diánez, Juanlu, Jona Toro, Julio, Vargas, Rita, Ivana Benítez, Eduardo Rangel, Loli Vidal, David, Juanfran López, Carmen del Grosso, José Luis Ledesma, todos ellos y alguno que otro al que he podido olvidar de forma no intencionada y que justifican sobradamente esta locura.
  4. Sentirte en el punto de mira del objetivo del gran Diego Escobedo. Mirar hacia el lado y ver que estás siendo apuntado con su cámara. Sentir una moto y oír esa voz tan familiar llamándote Choleja que precede a una ráfaga que seguro que inmortalizará lo mejor de mí. No hay Diego sin Titán, ni hay Titán sin Diego. Y el año que viene participará con dorsal, por lo que no me quedan dudas sobre la celebración del Titán XIV. Y no le arriendo las ganancias al que ose quitarle chip o dorsal al “bisho”…¡Gracias crack!
  5. Ver amanecer desde las inmediaciones del lago mientras esperas el momento de echarte al agua. Contemplar las montañas iluminadas por el Sol mientras su reflejo pinta el “skyline” de Zahara de ese color tan especial.
  6. Hacer nuevos amigos y parecer que los conoces de toda la vida. Ayer me tocó la lotería encontrándome a Juanjo Muriana, con el que realicé toda el segmento de la carrera a pié y que hizo que a pesar de su dureza, la pudiese disfrutar. Para los viejos guerreros como yo, el Titán recuerda mucho a la desaparecida “mili”. Las amistades son cortas, e intensas, y duran para siempre. Encantado de tener un nuevo amigo en Almería.
  7. Recibir un abrazo de Eduardo Rangel en el penúltimo avituallamiento. En circunstancias no fáciles, me sentí un privilegiado recibiendo un abrazo de este tío tan grande. Que te mire a lo más profundo de tus ojos dándote ánimos y fuerza para terminar podría considerarse doping emocional. Salí tan enchufado que hubiese seguido corriendo hasta Las Palomas…
  8. Recibir el cariño de los voluntarios. No hay prueba sin voluntarios, pero en el Titán adquieren una dimensión aún más especial si cabe. Sus sonrisas, sus ánimos, su predisposición, definen a la perfección el Espíritu del Titán. Y esa fruta fresquita que sabe a gloria… El melón, la sandía, las naranjas y los plátanos saben aquí mejor que en ningún sitio. Mis más sinceros agradecimientos a todos.
  9. Poder respirar alma, magia y corazón a lo largo de todo el recorrido. Estas tres palabras, santo y seña de la Fundación Andrés Olivares, forman parte también del “leif motiv” del Titán. Lo más bonito de esta vida no puede verse ni tocarse, tiene que sentirse con el corazón, de ahí que al principio dijese que el Titán no se puede contar, que hay que vivirlo. Algo que no se puede describir pero que al menos a mí me recuerda mucho a estas tres palabras.
  10. Sentir la dureza del recorrido golpeándote con todas tus fuerzas mientras subes el Boyar. Pocos minutos después de haber pensado que todo había sido disfrutar desde la salida y que aún no había habido lugar para el sufrimiento; el calor, las cuestas, la falta de entrenamiento, el cansancio acumulado, te ponen contra las cuerdas en segundos. Compañeros vomitando, otros que echan el pie a tierra, y un participante de apellido extranjero que rompe literalmente a llorar a tu lado cuando un voluntario le indica que aún quedan tres kilómetros para coronar.
  11. Chocar tus manos con el público mientras enfilas la recta de meta animado por los aplausos y gritos de la gente. El Titán también es su público. He visto pocos sitios donde se viva esta comunión entre atletas y público. Recorrer los últimos metros te transporta a las puertas del cielo.
  12. Cruzar esa línea de meta con la camiseta y la bandera de la Fundación Andrés Olivares, transmitiendo su mensaje. Pudo ser una osadía intentar un “Yo Adelanto Tú Donas” en un triatlón, y más aún hacerlo en el Titán. Pero al final el objetivo se cumplió, sin importar si el chip ya no venía conmigo en el tobillo.
  13. Respirar el ambiente en la plaza de Zahara. Apartarte un poco y contemplar los innumerables momentos que allí se viven. Padres sosteniendo en brazos a sus pequeños que no entienden muy bien como esa cara de sufrimiento puede mostrar una sonrisa de felicidad. El fotógrafo speaker que alterna sus dos funciones a la perfección, con una sonrisa imborrable. Pedidas de mano entre atletas. Abrazos de verdad entre amigos. Triatletas que a pesar de haberse dejado literalmente la piel en la carretera y cojear ostensiblemente cruzan la línea de llegada. Voluntarios que masajean a los guerreros intentando aliviar los dolores de sus castigadas piernas...  Me recuerda a una escena de la película “El Guerrero Pacífico”, cuando el Maestro Sócrates enseña a su alumno Daniel a contemplar, recreándose en el aquí y en el ahora y le indica: “Siempre está pasando algo”. Igual que en la plaza de Zahara. Igual que en Titán.
“This is Titán”. Adiós Titán XIII, bienvenido Titán XIV.
Ya suenan los tambores…
 
 
 

Fotos cortesía de mi amiga y compañera de #RetoMásVida Ivana Benítez. Gracias.

domingo, 3 de septiembre de 2017

ALGUNAS VECES, LA PALABRA GRACIAS SE QUEDA CORTA...


Después de lo vivido ayer, quería escribir una crónica un poco especial donde recoger tantos sentimientos, tantas emociones, pero sobre todo tantos agradecimientos pendientes.
Advierto que será largo, casi tanto como las 15:42:10 que duró el #RetoMasVida de ayer. Mis disculpas por adelantado a los que pueda resultarles pesado.
Después de la locura de semana, tenía muchas ganas de que amaneciese el Sábado. Una sensación de especial nerviosismo me despertó poco antes de que sonase la alarma. Un desayuno importante y una completa revisión de todo el material hacen que el tiempo vuele hasta la hora de la recogida. Ivana, me recoge puntualmente en mi puerta junto a Capi, participante también en la campaña de 1,5 metros desnudos que también se convertiría a la postre en uno de los protagonistas del día.
Llegamos rápido a Las Graveras, donde nos encontramos con Diego y la primera tanda de voluntarios de Byon, que serían los encargados de ir informando sobre el reto previamente a nuestra llegada a los distintos pueblos. Una gente espectacular, llena de vida, con los que nos tomamos una foto de recuerdo antes de comenzar a nadar. Llega también Germán, socio del Vivo Training Garden Las Graveras, y uno de los responsables de que podamos utilizar esas magníficas instalaciones para nadar. Allí está Manuel Olmo, Midnight Predator, Organizador del Hispano y una auténtica referencia en esta locura de deporte con quien tendremos el privilegio de compartir más de medio día. Se une Sergio, futuro Hispano que también nos iba a acompañar junto a Manuel. Sin tiempo a nada más, Germán nos avisa que son las 8:00. Un emotivo abrazo con Ivana y nos echamos al agua para comenzar a dar las primeras brazadas. Es un auténtico lujo nadar aquí. 7 vueltas a un circuito perfectamente señalizado de 550 metros nos llevarán a completar el primer segmento. Desde el primer momento compruebo que el hombro izquierdo de Ivana no va bien. Una lesión crónica le impide moverse con fluidez y se nota su esfuerzo en cada brazada. Sin embargo, la cara de determinación que muestra no me hace albergar la más mínima duda de que terminará. 6 primeras vueltas junto a Germán, Manuel y Sergio a un ritmo muy cómodo que me permite disfrutar como nunca de este segmento. Cada vez que pasamos por el pantalán los aplausos  de Diego, Capi y los voluntarios nos suponen una dosis extra de motivación. La última vuelta la realizo junto a Ivana en paralelo, siendo conscientes de que el primer segmento se acaba y estamos un poquitín más cerca de nuestro objetivo final. Nada más salir nos encontramos a Vane, que realizaría con nosotros todo el segmento de bici.
Transición cómoda para comenzar los primeros kilómetros del tramo ciclista. Se unen a nosotros Olmo, Sergio y Vane. Tan cómodos vamos y tal es nuestra confianza hacia ellos que ni nos acordamos del documento de exención de responsabilidad, que afortunadamente no sería necesario a la postre. Comenzamos a pasar pueblos, recibiendo aplausos de nuestros voluntarios, estratégicamente situados para difundir información sobre la donación de médula. En Los Jinetes se nos unen otros dos gregarios de lujo, Manuel (Madriles) y Agus, de los Informales de Alconchel, mucho más que un equipo ciclista. Julio (hermano de Manuel) se une en moto, y convierte una prueba no oficial en un evento de categoría similar a cualquiera de las tres grandes vueltas. Cualquier profesional hubiese envidiado su atención. Poco antes de llegar a Carmona nos encontramos con Nandi, diseñador del recorrido en bici que nos llevaría  por carreteras totalmente desconocidas para mí y por parajes de auténtico ensueño. Nuestros amigos Luis Cruz e Iván Cadierno completan la grupeta. Seguimos sin firmar papeles porque sabemos que no hará falta. Diez ciclistas devorando kilómetros por una buena causa. El paso por Carmona me resulta muy emotivo. Aunque Marta está lejos, la siento muy cerca, como a Javier y a Patri. Y qué decir de Juan Antonio. Seguro que allí donde esté habrá disfrutado con esta prueba. A pesar de que el viento frontal y el calor no ayudan, disfruto como nunca de este sector que suele ser mi talón de Aquiles. Gracias a los compañeros nos anticipamos a una zona en obras que no habíamos previsto y cambiamos el recorrido sobre la marcha. Carreteras tranquilas, con poco tráfico, con buen asfalto y paisajes muy agradables de contemplar. En El Viso del Alcor (kilómetro 120) tenemos parada obligada. Un espectacular avituallamiento por parte de los Informales de Alconchel refuerza nuestra teoría de que son mucho más que un equipo. Una gente espectacular, que dándolo todo nos monta una mesa que no he visto en muchos triatlones de marca en los que he competido. Aprovechamos la ocasión para refrescarnos y estirar un poco antes de emprender la marcha. Cuando me aparto un poco para llamar a María y confirmarle que todo va bien, una familiar voz gritando Papá me llega hasta lo más hondo del corazón. Daniela me saluda desde el coche de mis primos Ana y José Mari, que junto a María llevan toda la mañana “persiguiéndonos”… La felicidad se dispara hasta el infinito. Lo último que esperaba hoy era encontrarme con mi familia en el recorrido. Fotos, abrazos y besos (a pesar del sudor) y volvemos al lío. Nos despedimos de todos dando las gracias y aprovechamos unos kilómetros con viento a favor. Entre el viento y la motivación Ivana me comenta después que he estado pedaleando varios kilómetros a 35 km/hora, algo que pensaba que no era capaz de hacer. Mientras vamos recorriendo kilómetros en dirección a Sevilla se van quedando algunos miembros de este pelotón mágico. Los últimos en hacerlo son Manuel, Sergio, Vane y Nandi en Las Graveras, mientras Iván nos acompañará hasta el final de este sector. A lo largo de estos 180 kilómetros, Diego y Capi nos han ido aguardando en innumerables puntos del camino, avituallando y convirtiendo esos inolvidables momentos en fotografías y videos rebosantes de corazón.

Llegamos al Estadio Olímpico (T2) cerca de las 18:00, tras algunas vueltas por la Isla de La Cartuja para completar los kilómetros totales. Allí nos esperan, entre otros, el equipo de voluntarios que a lomos de sus bicis de montaña se convertirán en nuestros auténticos ángeles de la guarda durante el tramo a pie. Manuel, Arturo, Fran y Conchi se convierten en piezas imprescindibles para completar el puzle del reto en sus horas más duras. Realizamos una transición lenta, hidratándonos a tope porque el calor a estas horas es brutal. Vamos trotando en dirección a la estación de tren para acceder a la pista que nos debe guiar por los primeros  kilómetros del recorrido. Desde los primeros momentos nos damos cuenta de que no va a ser fácil. Un calor y una humedad que no esperábamos nos dificultan avanzar a buen ritmo. A pesar de que Ivana pasa dificultades porque no puede respirar bien, no me queda ninguna duda de que va a terminar. Cambia el trote por un caminar tan rápido que me cuesta trabajo seguirla. Pierdo la cuenta de las veces que pedimos líquido a los voluntarios, que nos atienden de forma exquisita. El acceso en coche al lugar por donde caminamos no es posible, por lo que su labor se convierte aún en más decisiva. Pasamos los diez primeros kilómetros prácticamente sin correr,  lo que nos hace albergar nuestras primeras dudas  sobre la posible hora de llegada. Al menos esto nos permite hablar, por lo que no se nos hace tan cuesta arriba. Incluso hay momentos para echar unas risas, como cuando pasamos por una zona un poco demacrada a la que tenemos que acceder saltando una valla o como cuando la distinta interpretación de la “Rotonda del Copero” nos lleva a retrasar el avituallamiento un poco más de lo previsto. Diego y Capi siguen haciendo kilómetros y buscando la mejor forma de llegar hasta las zonas con acceso. Cada vez que coincidimos devoramos sandía fresquita e incluso nos duchamos para bajar la temperatura corporal, porque a pesar de que va atardeciendo, sigue haciendo mucho calor. Algunos cambios en el tracking previsto nos hacen desviarnos del  plan inicial. Casi a las  9:00 nos encontramos a la altura del Polígono de la Isla, sin prácticamente luz natural y con varios kilómetros por cubrir por carreteras complicadas hasta llegar a Dos Hermanas. Comenzamos a preocuparnos por la gente que nos espera en la zona de meta, porque somos conscientes de que vamos a llegar con bastante retraso… Especialmente lo sentimos por Cristian, de Carros de Fuego y sus papás Ana y Feli, que hace ya bastante tiempo que nos esperan allí. Con la seguridad como principal criterio decidimos volver sobre nuestros pasos en dirección hasta Fuente del Rey, para desde allí acceder a la llamada Carretera Vieja a través de Bellavista, por donde transitaremos por un carril paralelo a la vía que deberá llevarnos a Dos Hermanas. Nos colocamos los frontales, y gracias a la iluminada escolta de los voluntarios transitamos sin ninguna incidencia a pesar de pasar puntualmente por tramos con tráfico de vehículos. Diego y Capi nos avisan que varios integrantes del Club Orippo nos esperan a la entrada del pueblo para acompañarnos en los últimos kilómetros. Raúl se ha encargado de organizarlo todo para que nos sintamos acompañados en este último tramo. Nos recomiendan acceder por un camino paralelo al último puente que nos facilitará la llegada a la Avenida Adolfo Suárez, en las cercanías de la línea de meta. Nada más comenzar a correr por la Avenida recibimos el calor de la gente. Coches que pitan, una legión de atletas del Orippo, amigos, conocidos…nos hacen olvidar el cansancio acumulado. Algo menos de 8 kilómetros nos separan de nuestro sueño. En la Glorieta de la Dehesa de Doña María nos encontramos con mi familia (otra vez María, mis primos Ade, Ana, Frank, José Mari, Carmen y esta vez Pablo en lugar de Daniela), con más amigos, más gente del Orippo (Nuria, Carmen, Mar, Chica, David, Ismael, Enrique y muchos más cuyos nombres ahora no acierto a recordar) Luis, Juan Dianez, Jose, Capi, que se une al grupo para acompañarnos en la carrera, y sobre todo a Cristian y a su familia. Preparamos las camisetas de la Fundación Andrés Olivares y su bandera para llevarlas en los últimos metros. Cristian y su sirena nos dan alas para recorrer los últimos kilómetros y disfrutarlos como es debido. Mientras Diego y los espectadores marchan en dirección a la línea de meta (Lago de la Vida) Ivana y yo, escoltados por los Orippo salimos en dirección al  Pensador. Hace calor y hay mucha gente a nuestro paso, que nos aplauden y dan ánimos. Desde la glorieta del Hipódromo bajamos en dirección a la meta, con una extraña sensación de alegría y tristeza, conscientes de que esto se acaba… En los últimos metros nos colocamos las camisetas de la Fundación y extendemos su bandera, mientras el pasillo de espectadores nos aplaude poniendo la guinda al pastel de este día tan cargado de emociones. Cruzada la línea de meta llega el momento de los abrazos (espectacular el primero junto a Ivana y Diego), las felicitaciones, las fotos… Como fin de fiesta, leemos un manifiesto sobre la donación de médula, agradeciendo a todos los que han hecho posible este sueño. Como decía al final, el #RetoMasVida no finaliza aquí. Ahora es cuando comienza. La experiencia ha sido tan positiva que lo mismo habría que plantearse futuras ediciones, limando fallos. Lo que es seguro es que esta no la olvidaremos. Como dice el  título de esta publicación, gracias es una palabra que se nos queda corta  para expresar todo lo que sentimos, pero de todas formas, GRACIAS DE TODO CORAZÓN. #DonaMédula #DonaVida.