Mi primera
publicación este año en el blog no tiene connotaciones deportivas. O al menos
no tan directas y claras como las suelen tener habitualmente. Hoy he tomado
como título y tema de la misma la frase que define mi estado de Whatsapp desde
hace 7 años. Recuerdo perfectamente que cuando lo puse una amiga preguntó a mi
mujer si había tenido algún problema grave de salud que me hubiese llevado a
escribir esto. Este comentario me dio pie a reflexionar sobre su significado.
La mayoría asumimos que es necesario pasar por un duro trance para plantearnos
el aprendizaje en nuestra vida.
Creo
firmemente que el aprendizaje es el motor y la razón fundamental de nuestro paso por
este mundo. Cuando dejamos de aprender, dejamos de vivir. Si todo lo que nos
ocurre lo evaluamos en términos de aprendizaje la vida comenzará a tener otro
sentido.
Para todo
aprendizaje es necesario, en primer lugar un alumno. Ahí lo tenemos fácil,
según mi teoría anterior (que admito que puede estar equivocada) todos
deberíamos ser alumnos durante todos los días de nuestra vida.
Otro
elemento indispensable es el Maestro. Un proverbio Zen que me encanta dice que
"cuando el alumno esté preparado, aparecerá el Maestro". Si todos
somos alumnos, es cuestión de estar preparados. Y para estar preparados, no hay
mejor forma de hacerlo que tener una actitud correcta. Si ponemos la actitud,
de alguna forma mágica Dios, la Vida, el Universo, o como cada uno quiera
llamarlo se encargará de encajar las piezas del puzle, como decía
Steve Jobs.
Los Maestros adquieren las más diversas formas: familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo... Creo que siempre podemos aprender algo de alguien. Y para los que tenemos la inmensa fortuna de ser padres contamos también con unos Maestros de excepción. Pablo y Daniela se encargan desde que nacieron de darme lecciones que no debería olvidar. Sólo con ser para ellos el espejo en el que se miran y llevar a cabo la difícil e importantísima labor de "enseñar" con mis actos, y no con mis palabras, ya es fuente de aprendizaje infinita. Pero además, como doy fe de que soy un alumno limitado, hay veces que me regalan lecciones concretas para que se me queden grabadas a fuego. Suelo ser bastante pesado con el tema de cumplir tus sueños y de no rendirte en el camino hacia ellos. Daniela, a sus diez años, aceptó el reto que le hicimos hace tiempo de que ahorrase por su cuenta para una muñeca bastante cara que quería comprar. Pasito a pasito, sin desesperar, con una confianza plena en que lo lograría y una paciencia infinita acumuló lo que necesitaba. Muñeca en casa y lección dedicada. No hace mucho tiempo Pablo, que entre sus aficiones cuenta con la guitarra y con los carnavales soñaba con pisar las tablas del Gran Teatro Falla, el templo del carnaval. En el último mes lo ha hecho en dos ocasiones. Espero no olvidar nunca su mirada de ilusión y sorpresa al verse en medio del escenario. Esa mirada, aunque llena de lágrimas de emoción en mi caso, es la que debería mostrarme todas las mañanas frente al espejo, bendecido por el simple hecho de ver un nuevo amanecer.
En todo
aprendizaje también se suele contar con herramientas (aunque debemos ser
conscientes que son un medio y no un fin en sí mismo). En mi caso, hay
películas, vídeos, libros, que me facilitan la asimilación de los mensajes para
que lleguen hasta donde realmente tienen que llegar. Ningún libro, ninguna
película podrá cambiarte per se pero hay algunos que tienen la habilidad de
encender esa mecha en tu interior que desencadena el cambio. Recientemente
(llegó a mis manos como regalo de Reyes) he tenido la maravillosa oportunidad
de leer "Donde tus sueños te lleven" de Javier Iriondo. Es un libro
que recomiendo de corazón a todos. En la primera lectura que he disfrutado he
quedado gratamente impresionado. Su prologuista Pablo Motos aconseja leerlo
lápiz en mano para anotar las frases que nos llamen especialmente la atención.
Yo he estado cerca de escribir un manuscrito con el libro completo. Me hubiese
sido más cómodo destacar sólo lo que no me ha parecido relevante. Ha sido como
un misil directo a lo más profundo de mi interior que me ha hecho remover cosas
que hasta ahora no quería ver. He tenido la sensación de recordar más que de
aprender, puede que porque el aprendizaje no sea más que una búsqueda en
nuestro interior, facilitada también quizás por conocer personalmente a su
autor.
Finalizo
esta publicación dando gracias como siempre por el tiempo que hayáis invertido
en su lectura. Leí una vez que tiempo se escribe VIDA, y no cabe otra cosa que
el agradecimiento cuando la gente te dedica parte de su vida.
A seguir
aprendiendo, que de eso se trata.
#ShowMustGoOn