No he
encontrado un mejor tema para la publicación del mes de Febrero que hablar sobre el trabajo
en equipo. Seguro que he estado muy influenciado por las experiencias de este
mes, como han sido las actuaciones de mi hijo Pablo y sus compañeros de
chirigotas en el Teatro Falla de Cádiz y la recién terminada Maratón de
Sevilla.
El trabajo en
equipo forma parte de nuestras vidas, tanto en la faceta personal como
profesional. En relación a esta última, es difícil encontrar un currículum que
no cite como fortaleza la capacidad de trabajar en equipo, como si fuese un
plus añadido y no un requisito imprescindible.
Una definición
de equipo podría ser un conjunto de personas que persiguen un objetivo, que
trabajan coordinados y que contribuyen con su talento, aptitudes y energía, al
trabajo. Me centraré en la vivencia del Maratón, por haber tenido el lujo de
vivirla en primera persona. Lo primero y casi lo más importante es que los cuatro
integrantes de este equipo no formábamos un equipo independiente. Éramos parte
de un equipo mayor, formado en esta Maratón por los once (curioso, igual que un
equipo de fútbol) capitanes que dirigían sus respectivas escuadras y por los cincuenta
y siete impulsores que tuvimos el inmenso honor de acompañarlos. Voy incluso
más lejos, el equipo estaba formado por mucha más gente que no saltó al campo
esa soleada mañana de Febrero. Había otros capitanes, otros impulsores,
familiares, patrocinadores,… Al menos a los once capitanes quiero rendir
homenaje mencionándolos: Eduardo, Cristian, Casilda, Ana, Diego, Sofía, Nacho,
José Alberto, Elena, Julia y Héctor. A los demás no lo hago por temor a dejarme
alguno atrás. Los que lo leáis os sentiréis identificados. Y ésta creo que
podría ser una de las enseñanzas de esta publicación. Un equipo sólo tiene
sentido cuando se pone en valor junto a otros equipos. Un equipo aislado no es
realmente un equipo.
Quiero hablar
ahora sobre la energía como parte de la definición. Escoltar a los capitanes
eleva nuestros depósitos hasta límites insospechados. No importa que uno venga
sin dormir, que otro arrastre una lesión que impediría caminar a la mayoría de
los mortales, o que otro tenga un daño en la cintilla que sólo se mejora
corriendo rápido. Cuando impulsas un carro los cuarenta y dos kilómetros de la
maratón se te quedan cortos. Os lo juro. Además correr con estos niños nos ha permitido
escuchar uno de los más bellos piropos que se le puede regalar a una persona. El
público nos alabó como padres, y en más de una ocasión. Y a los que tenemos
hijos, como Guille, Miguel Ángel y un servidor, que te digan que eres un pedazo
de padre te llega el alma. Aunque todos nosotros no seamos sus padres
biológicos, copiando a Jesús Vidal, estoy seguro de que a todos los impulsores
nos gustaría, porque sería un honor tener unos hijos como nuestros capitanes.
Hablar de
Jesús Vidal es hablar de “inclusión,
diversidad y visibilidad”. Tres palabras que utilizó el reciente premio
Goya en la categoría de actor revelación en su emotivo y ejemplar discurso de
la pasada edición de este certamen y que han dado, este año más que nunca,
sentido a esta maratón. Inclusión porque los espectaculares Capitanes de los
Carros de Fuego nos han permitido formar parte de su familia, y nos han acogido
como uno más de ellos. Diversidad porque no somos iguales que ellos, está claro
todo el mundo no puede ser igual de grande. Y por último visibilidad porque
gracias a ellos la gente se ha dado cuenta de que existe otra Maratón tan
importante o más que la de los profesionales que nos hipnotizan con sus ritmos
y sus zancadas. Y aquí quiero agradecer la labor de los medios porque gracias a
ellos el nombre de Carros de Fuego ha traspasado fronteras. Creo que es justo
reconocer su loable labor, porque no sólo deben recibir palos.
Estas tres
palabras deberían formar parte obligada de la definición de equipo. Si todos
los equipos fuesen inclusivos, diversos y visibles tendríamos mucho ganado en
este juego que llamamos vida.
Volviendo a la
definición tradicional de equipo, se habla de perseguir un objetivo, que en
nuestro caso no era ni mucho menos terminar, sino hacer que los capitanes
disfrutasen de su día y que nosotros pudiésemos hacerlo con ellos. Os puedo
garantizar que lo cumplimos. También hay que contribuir con aptitudes, talento
y energía. Aquí casi todo lo ponen también ellos. Los impulsores sólo corremos,
y eso lo puede hacer cualquiera. Y además todo esto hay que hacerlo de forma
coordinada, algo que queda fuera de toda duda. Sin haberlo comprobado, apuesto
a que nuestros corazones laten de forma totalmente sincronizada con los de
nuestros capitanes.
No me quiero
extender más porque no quiero que esto se haga más largo que una maratón sin
capitán. Simplemente quiero (queremos) dar las gracias públicamente a todos los
que han puesto su grano de arena para que el pasado 17 de Febrero las sonrisas
de los capitanes de Carros de Fuego Deporte adaptado a niños con diversidad
funcional, brillasen aún más que el propio sol.
Capitanes, impulsores,
familiares, miembros de la asociación, participantes, público, organización,
voluntarios, medios de comunicación, patrocinadores todos de alguna u otra
forma formáis parte de este maravilloso
equipo, este agradecimiento va para vosotros. Muchas gracias.
Mención
especial para D. Juan Garrido, speaker oficial de la Maratón que en la línea de
meta es capaz de erizar la piel y el cabello de todos los asistentes, incluso
el mío. Gracias por estar siempre ahí. Nos vemos impulsando.