Dicen que todo
tiempo pasado fue mejor. Como comentaba con uno de los protagonistas de la
historia que viene a continuación no creemos que sea así. Cualquier tiempo
pasado fue…pasado. Sólo con poder vivir
el presente ya podemos afirmar sin riesgo a equivocarnos mucho que el hoy es
mejor que el ayer. También hay gente que afirma que lo mejor está por llegar,
algo que sin duda genera optimismo e ilusión pero que de forma indirecta atribuye
al presente una posición comparativamente inferior al futuro. Puede tener su
parte de razón en la esperanza de caminar hacia una vida mejor, pero si no
vivimos el presente no habrá futuro que valga.
Toda esta
disertación filosófica surgió en el I Torneo Solidario de Pádel organizado por
los profesores y jóvenes (aunque los profes también siguen siendo jóvenes) de
TSAFAD del proyecto de Formación Profesional Ergos. Estos chavales llevaron a
cabo esta actividad a beneficio de la Fundación Andrés Olivares, una
organización malagueña que centra sus esfuerzos y recursos en el cuidado de
niños y familiares afectados por el cáncer infantil. En mis tiempos, aunque es
cierto que tengo ya unos añitos, era difícil ver a la juventud comprometerse
con este tipo de causas (o al menos yo no tuve la fortuna de encontrarlo) A
modo de ejemplo, aprovechando que mis hijos estudian en el Colegio Antonio
Gala, que es también la sede de este proyecto de FP, os puedo contar que la
solidaridad forma parte de los valores que se inculcan desde que los peques
entran por las puertas de primero de
infantil. El cross escolar (donde buscan patrocinadores que “compren” con
cantidades simbólicas sus carreras), la semana solidaria donde apadrinan a
niños, tómbolas,… Incluso entre varios profesores han montado una ONG, “Sonríe por África” con la que ayudan a gente
necesitada en Guinea Bissau y Senegal, y además invierten su tesoro más
preciado (su tiempo) en visitar y asistir a estas personas.
Volviendo a la
historia del torneo de Pádel que vertebra esta publicación ha sido una
experiencia inolvidable ver la involucración de estos jóvenes a favor de unos
niños que ni siquiera conocían. Mi más sincera felicitación y agradecimiento
para ellos.
Con todos
estos argumentos es difícil afirmar que la juventud de hoy es peor que la de
hace unos años. Como mucho podríamos decir que es distinta, porque entre otras
cosas tienen a su alcance herramientas que nosotros no seríamos capaces ni de
soñar: smartphones, increíbles videoconsolas, cachimbas, reggaetón… pero creo que son más importantes los valores
que desarrollen que los peligros que les acechen. Mi generación vivió el drama
de la heroína en los ochenta, pero afortunadamente no todos los jóvenes de mi
época sucumbieron a esta lacra. Los chavales a los que aludía antes, además de
tener acceso a todos los “venenos” anteriores han invertido su tiempo en buscar
patrocinadores, negociar con instituciones, difundir el evento, asistir como
voluntarios y otro sinfín de tareas para que el evento resultase un completo
éxito. Hablando de solidaridad, aprendí de una voluntaria de la Fundación
Andrés Olivares que cuando ayudas a los demás, recibes muchísimo más que los
demás. Estos muchachos, que además han ayudado a auténticos superhéroes, seguro
que han recibido una recompensa que jamás alcanzaban a imaginar.
En línea con
esta juventud solidaria y maravillosa que creo que tenemos, estamos en
disposición de imaginar un futuro mejor. Como dice un buen amigo mío, no se
trata de dejar a nuestros hijos un mundo mejor, sino de dejar mejores hijos a nuestro mundo. En ello
estamos. Gracias por vuestra atención y a estos maravillosos jóvenes por su
labor.