jueves, 24 de diciembre de 2020

CIAO 2020 (POR DECIRLO DE FORMA EDUCADA...)


Llegó el momento de la publicación del mes de Diciembre, un mes en el que no tengo que complicarme mucho para encontrar tema sobre el que escribir. Es el momento de echar la vista atrás para dar un vistazo a los últimos doce meses y dar las gracias por estar aquí, por todo lo logrado.

Es obvio que este 2020 ha sido muy especial, por llamarlo de alguna forma. A pesar de lo duro y trágico que ha sido para mucha gente mi publicación sigue una línea de agradecimiento hacia el pasado y de esperanza hacia el futuro. Agradecimiento porque hoy estoy aquí gracias a todo lo que he vivido en estos últimos doce meses, con lo bueno y con lo malo. No puedo dejar de acordarme de “El algoritmo de la felicidad” de Mo Gawdat, uno de los libros cuya lectura más ha impactado en mí vida. Mo descubre que la felicidad reside en el control de la forma en que comparamos los acontecimientos de nuestra vida con nuestras expectativas. No es lo que nos pasa, es el control que tenemos sobre la comparativa que hacemos de nuestra interpretación de lo que nos pasa y lo que esperábamos que pasase. Y el descubrimiento llega tras perder a su hijo de 21 años, su verdadero Maestro y propósito de vida, tras una serie de fatales coincidencias en una aparentemente inofensiva operación de apendicitis.  Para seguir adelante, su hijo parecía enviarle un repetitivo mensaje desde el más allá: “Papá, ya he muerto. No hay nada que puedas hacer para cambiar eso, así que haz lo mejor”. Este mensaje es el que me inspirado el hilo conductor de esta publicación. No podemos hacer nada para cambiar lo que ya ha pasado, así que no nos queda otra que hacer lo mejor.  Eso es lo que intentaré hacer con esta publicación, quedarme con lo mejor de lo que he vivido este 2020 y aprovecharlo para hacer lo mejor para el 2021.

Comencemos con la crónica que también quiere contener mi modesto homenaje y dedicatoria para todos los que han sufrido una pérdida en este  singular 2020. Intentaré que no aparezca ni una queja, ni un reproche y que todos sean recuerdos positivos y valiosas lecciones para el futuro.

Comenzó el año con unas Navidades “normales” sin “nada” destacable. Entrar y salir sin restricciones, felicitar las fiestas con besos y abrazos, compartir mesa y mantel (incluso platos) con familiares y amigos. La noche de Reyes llegó con la ilusión de todos los años. Este año, a pesar de que el anterior lo había pasado en grande participando en la Cabalgata como beduino, decidí descansar. Para 2021, pensé. Primer error gordo del año y primera lección. Nunca sabes si habrá un mañana. Así que abraza, besa, canta, baila y sal de beduino desde el mismo momento en que puedas, sin esperar al mañana. Si tengo la oportunidad para 2022 espero no desaprovecharla.

Como los años “normales” la actividad lúdico-festiva es un no parar, de las últimas celebraciones navideñas dimos el salto a los carnavales casi sin respirar. Este año Pablo disfrutó más que nunca (él sí que sabe) e hizo doblete en la final del Gran Teatro Falla con dos terceros puestos en sus chirigotas infantil y juvenil. Visitas inolvidables a la Tacita de  Plata en varias ocasiones, incluso para la recogida de los correspondientes trofeos.  Una cabalgata genial en Dos Hermanas en vísperas de la Maratón de Sevilla, donde volveríamos a disfrutar de lo lindo acompañando a nuestro capitán Cristian. Ese día unas décimas de fiebre en plena carrera estuvieron a punto de arruinarme la experiencia (quien me iba a decir a mí lo importante que sería la temperatura en el resto del año) Puede que haya sido la maratón donde más haya sufrido, pero también de lejos una en las que más he aprendido. Y es que como he comentado en innumerables ocasiones la maratón con carros es uno de los deportes de equipo más increíbles que existen. A partir del kilómetro 35 comencé a sentir unos escalofríos que me hicieron pensar incluso en la retirada. Siempre he hecho deporte para disfrutar, intentando alejarme en todo lo posible del sufrimiento. A pesar de que lo pasé realmente mal, mis compañeros, amigos y capitanes (sobre todos estos últimos) me volvieron a enseñar la importancia de ayudar, pero sobre todo de pedir ayuda cuando la necesitas (algo que reconozco que no se me da especialmente bien, aunque estoy en ello…)

La maratón me llevó al cumpleaños de Pablo, el  famoso 13 de Marzo en que todo comenzaba a tambalearse. Recuerdo perfectamente como me extrañó su llamada poco antes de las doce de la noche para que pasase a recogerlo de la casa del amigo donde estaba celebrando su cumple, porque la mayoría de sus amigos se estaban marchando ya ante la amenaza de que el país se confinase al día siguiente.  Y llegó el confinamiento, donde otra vez tuve la oportunidad de comprobar lo afortunado que soy. Trabajar en Juvasa me permitió no parar de trabajar ni un solo día, con todo lo que ello significa y no sólo a nivel económico.  Me permitió también comprobar el compromiso y la empatía de mis compañeros,  especialmente de aquellos que tuvieron que sacrificar temporalmente sus puestos de trabajo para garantizar la supervivencia de la empresa. De aquellos días guardo el poema sobre la tormenta escrito por Haruki Murakami, que mi amiga Alicia me regaló justo antes de marcharse temporalmente a casa. Cuando salgamos de esta tormenta, no seremos las mismas personas que entramos en ella. De eso trata la tormenta.

Y hablando de celebraciones, llegó también el cumpleaños de Daniela, y nuestro aniversario de bodas, y lo celebramos los cuatro en casa. Fueron momentos de estar más unidos que nunca, de almorzar  y cenar juntos temprano y todos los días, algo que personalmente me encanta. Aprendí también una lección magistral por parte de mis hijos, la de la aceptación. Desde el primer momento entendieron con una claridad meridiana  de lo que iba la tormenta, y que tocaba quedarse en casa sin más. Para dos adolescentes, sobre todo para Pablo (que lleva mis genes callejeros entre otros grabados a fuego en su ADN) no es  nada fácil enclaustrarte en casa  y aislarte del  exterior. No le quedaba otra, pero lo podían haber hecho con lamentos, enfados y discusiones y sin embargo lo hicieron con un talante encomiable. También me enseñaron la lección de la amistad, de la cercanía. Utilizaron todos los medios que tenían a su alcance para estar  más cerca que nunca de los suyos, aunque paradójicamente estuviesen lejos.  La habitación de Pablo se me llenó de gaditanos y de música de carnaval, como era de esperar.

Pero en todos los hogares no iba todo tan bien como en casa.  Las pérdidas (de trabajo, de seres queridos, y sobre todo de ilusiones) iban haciendo mella en la moral de las familias. Así que decidí grabar algunos vídeos tirando de poca vergüenza y pisoteando literalmente mi sentido del ridículo para difundirlos e intentar arrancar alguna sonrisa. Así nacieron el “I Cholejaman” (un auténtico Ironman en el patio de mi casa), el “I want to break free” de Queen, o el “Resistiré” del Dúo Dinámico y el “Pero a tu lado” de los Secretos, donde conté con la colaboración de gran cantidad de artistas de gran calidad. Y aquí apliqué una de las normas no escritas que enmarcan mis retos deportivo-solidarios. Con que una sola persona se hubiese sentido beneficiada por alguno de mis vídeos el objetivo estaba cumplido.  Y aunque puede que alguna gente no lo entendiese, los comentarios positivos de los que se rieron con los vídeos olvidándose por unos momentos de la tormenta inclinaron claramente la balanza hacia  mi favor. Al final de la publicación dejo los enlaces de los vídeos, para nos nostálgicos o para los que no tuvieron la oportunidad de verlos en su día.

El confinamiento fue pasando. Durante todo este tiempo mi entrenamiento deportivo se limitó al rodillo y a fortalecer la zona de los abdominales que no es poco. En este largo periodo fui el único miembro del hogar que salía de casa a trabajar, a comprar, a echar gasolina al coche (poca porque prácticamente no se movía de casa más que una vez a la semana para ir a comprar). Llevé un ramo de flores a mi madre el día de su cumpleaños, y aunque no pude abrazarla ni besarla, la sentí muy cerca. La fatídica curva se iba doblegando, lo que permitió llegar al fin del confinamiento. Recuerdo el día en que se abrió la oportunidad de hacer deporte y decidí no salir a correr, previendo la explosión de deportistas en la calle y como una forma de demostrarme a mí mismo el control sobre mi adicción al deporte (falso, reconozco que sigo siendo un auténtico  “enganchao”). Al día siguiente salí con Pablo a pasear, y disfruté de esa concurrida caminata al mismo nivel que puedo hacerla en una de esas pruebas de ultradistancia que me hacen enloquecer.

Llegó el verano, y con ello mi cumpleaños, en el que pasaba de década y volvía a colocar un cero en la tarta. Medio siglo de vida, que es algo para agradecer. No hubo la celebración multitudinaria que esperaba, pero al menos dio para reunirnos los más allegados en la casa de mi cuñado y echar un rato de los inolvidables. Para no olvidarse, vídeo de recuerdo, por supuesto, donde volví a dejar patente mi sentido del ridículo (más bien la ausencia de él). Poco después, decidimos volver a Isla Canela a pasar las vacaciones, aunque las circunstancias no fuesen las de otros años. Restringimos el círculo de “allegados” y disfrutamos de una playa más tranquila que ningún otro año, y con el agua sorprendentemente templada. Tanto que sólo utilicé el neopreno el día en el que madrugué para ver el amanecer desde dentro del agua, como marca la tradición.

Justo antes de marcharme de vacaciones participé en el programa “Search Inside Yourself”, la formación que nació en Google para difundirse posteriormente al resto del mundo. Este curso me permitió ordenar toda la información que durante años había acumulado sobre inteligencia emocional y mindfulness, y entre otras cosas, me ha dado la oportunidad de recuperar el hábito de la meditación, una rutina que hacía años que no practicaba.

Este año también ha resultado muy especial para mi labor de monitor en San Telmo. La pandemia supuso un parón de poco más de tres meses en el programa, y la clausura inicialmente prevista para Julio se trasladó a Noviembre, con lo que sólo hubo un par de semanas entre el cierre de un programa y el inicio del siguiente. En la práctica, dos veces de chaqueta y corbata dentro del mismo mes, lo que casi provoca las sospechas de María. Las difíciles circunstancias supusieron una conexión especial con el equipo.

En cuanto a los eventos deportivos, desde la maratón un año casi en blanco, al menos en lo  que a competiciones oficiales y tradicionales se refiere. Mi gran reto deportivo del año, el Northwest Triman que debería haberse celebrado en Galicia a mediados de año se aplazó a 2021, y con ello mi oportunidad de seguir difundiendo el mensaje de la donación de órganos a través de la Fundación Donando Vidas. Las competiciones virtuales fueron apareciendo para sustituir a las oficiales. El circuito 5K de Dos Hermanas (cinco carreras de cinco kilómetros en una mañana que me volvieron a provocar unas décimas de fiebre), el Cross solidario de Nuestra Señora del Carmen en San Juan de Aznalfarache y la Nocturna de Sevilla (con el acompañamiento de todas mis hermanas) fueron las tres pruebas en las que nos volvimos a sentir impulsores junto a nuestro gran Capitán Cristian González.

El Puente de la Inmaculada nos trajo otra vez la Ultramaratón de la Vida, ese evento (sería injusto llamarla carrera) que anualmente colapsa Sanlúcar como difusión del mensaje de la donación de órganos. Las limitaciones de movilidad  entre municipios descartaban la posibilidad de acudir a Sanlúcar, así que hubo que encontrar una alternativa original. El espíritu era el mismo, esta vez completado con las palabras soledad, responsabilidad y solidaridad. Cincuenta kilómetros sin salir de Dos Hermanas, en una experiencia única. Como no podía ser de otra forma, vídeo al final.

Como habréis podido comprobar, un año bastante intenso y lleno de experiencias, a pesar de que posiblemente haya resultado el “peor” año de la historia de la Humanidad de los últimos tiempos. Por eso hablaba al principio que era una publicación con un claro sentido de agradecimiento. Dar gracias por todo lo bueno que me ha llevado hasta aquí, que será el punto de partida para ir a por el mejor 2021 de mi vida.

Gracias por vuestro tiempo como siempre y nos vemos en 2021.

 

Enlaces a vídeos:

“I Cholejaman” #QuédateEnCasa https://youtu.be/OGCF8VC5NsE

“I want to break free” https://youtu.be/2Ovqixp8L6I

“Resistiré” https://youtu.be/z1xAXB6bxsw

“Pero a tu lado” https://youtu.be/RflhBJATAUE

“Pasodoble cumple 50 años” https://youtu.be/gyfQotOLoTg

“Vídeo UMVD 2020” https://youtu.be/IxcKfKC6lYU




domingo, 6 de diciembre de 2020

CRÓNICA UTMV 2020

La vida pasa muy rápido. Parece que fue ayer cuando en la línea de meta de la UMDV 2019 comentábamos lo especial que había resultado esa edición. La suspensión de la Ultraworld sólo unos meses antes, los problemas generados en la prueba de MTB del día anterior y la accidentada salida de la nocturna de la víspera hacían pensar incluso en la posibilidad de cambiar de ubicación en el futuro si el  tema se llegaba a complicar. Me acuerdo de bromear con Loli, previniéndola acerca de la que se le podía venir encima con un Eduardo pensando en organizar el quinto aniversario de la carrera. Como cantaba Sabina, el destino se empeñó en gastarnos una broma macabra y puso todo de su parte para que la edición de 2020 no se llevase a cabo. Pero lo que no se imaginaba el destino es que por muy dañino y maligno que fuese el bicho que pondría el mundo boca abajo la Ultramaratón de la Vida es mucho más fuerte que todo eso. Parafraseando a los geniales “Carapapas” con sus “Muñecos de Cádiz”: “…aquel pobre chamán, o aprendiz de hechicero, no contaba con la fuerza y el poder de la magia de un equipo tan puntero, y aunque no sea el remedio a nuestros males, organizamos la carrera, mascarilla “pa” la boca y nos ponemos los dorsales…”

Y después de este guiño carnavalero a mi amigo Kiko, vayamos con la crónica de esta UMVD 2020. Y hablando de Kiko, esto no va a ser una crónica echando de menos todo lo que nos ha faltado en la edición de este año, como su berza y sus filetes a la plancha, como ese abrazo “apretao” a tantos amigos y compañeros nada más llegar a Sanlúcar, como poder ayudar a montar ese arco de meta, como agradecer una y mil veces a esos voluntarios que hacen que todo esté perfectamente organizado, como ver nevar justo antes de salir en la nocturna, como recorrer esas calles de Sanlúcar transportándome de nuevo a mi niñez, como dormir en esa ciudad donde tan buenos momentos pasé (y sigo pasando, y espero seguir haciéndolo), como madrugar y llegar a la línea de salida de los primeros, como hacerme esa foto frente a Bigote para recordarle a mi madre que tenemos un almuerzo pendiente, como embarcar en la barcaza por el Guadalquivir sin saber mi destino, como abrazarme con mis compañeros justo antes de que suene el pistoletazo de salida, como disfrutar de esos cincuenta kilómetros con sus correspondientes mensajes motivadores, como contar esos chistes y arrancar una sonrisa a mis compañeros Juanlu, Jesús y Javi, como llegar a esos avituallamientos donde las sonrisas de los voluntarios te alimentan incluso más que los manjares y bebidas que te encuentras en las mesas, como emocionarte al embocar la calle Ancha en dirección a la meta, como restregarte los ojos para limpiar las lágrimas que asoman a tus ojos mientras chocas las manos con los niños que te vitorean en la recta de llegada, como sentir el abrazo de Eduardo te reinicia totalmente y te da energía para correr otros cincuenta kilómetros más, como buscar el objetivo de mi hermano Escobedo para tener una inolvidable imagen de recuerdo de este momento, como mantener esas conversaciones tan animadas, como despedirte para empezar a contar los días hasta que llegue la próxima edición… No, mi crónica no va sobre eso. No voy a escribir sobre todas esas cosas, porque aunque las he echado de menos, y mucho además, de poco iba a servir.

Voy a escribir sobre lo que he vivido, que ha sido mucho en esta particular edición de la Ultra Maratón de la Vida. Con la verdadera esencia de la UMDV2020 grabada en mi corazón (soledad, solidaridad y responsabilidad) me lancé por los 50 kilómetros por carreteras y caminos de mi Dos Hermanas natal, municipio actual de residencia para más señas. Como me gusta decir, lo importante no era lo que iba a hacer, ni cómo lo iba a hacer sino el por qué. Además de poner mi granito de arena en la colaboración con el banco de alimentos, se trataba de seguir difundiendo el mensaje sobre la donación de órganos y hacerlo de la mejor forma que sé. Por si fuese poco, mis kilómetros también se iban a sumar a la causa solidaria de mi amigo Juan Luis Muñoz Escassi, que este año ha dedicado su reto #Pichón2020 a los espectaculares chavales sordociegos de Apascide. Me levanto muy temprano, para dar el paseo matinal a Kira antes de salir y tomar un desayuno fuerte que me dé la gasolina suficiente para la carrera.  Me coloco mi indumentaria (después volveré sobre ella) y a las 7:15 salgo de la puerta de mi casa dispuesto a recorrer mis 50 kms. María baja a despedirme con un beso, y me sorprende gratamente cuando me dice que la avise si me siento mal y tiene que venir a recogerme. Antes de salir, me despide con el mejor piropo que me pueden decir: “Estás loco”. Lo de “grande” no me lo creo, y lo de guapo no te digo, pero lo de estar loco es algo sólo al alcance de muy pocos. Ojalá un día mis hijos estén orgullosos de las locuras de su padre, tanto que se decidan a vivir sus propias locuras. Salgo sin saber a dónde voy, como hago todos los años en Sanlúcar. Sólo sé que volveré a casa cincuenta kilómetros después. Decido grabar un vídeo cada diez kilómetros, para homenajear a los donantes y trasplantados, como hacemos todos los años en la carrera con las pulseras o con las piezas de la medalla. Los primeros diez kilómetros son para los donantes de córnea (órgano nuevo en la UMVD), los segundos para los de páncreas, del veinte al treinta para los de pulmón, los siguientes para los de hígado y riñón (tengo que hacer doblete  porque me doy cuenta que me sobran órganos o me faltan kilómetros, con una dedicatoria especial a mis amigos Ángeles, María José, Kike, Enrique y Carlos) y los últimos diez dedicados al corazón. Además grabo otros videos en algunos momentos del recorrido, como al pasar por el monumento a los Donantes y al  Doctor Ángel Bernaldos (punto obligado de paso de la carrera); a mi paso por el canal, para recordar  el recorrido junto al río; o al llegar al ecuador de la carrera y acordarme de la celebración que mi amigo Juanlu llevaría a cabo.

En lo que a la carrera se refiere, aunque quizás no sea lo más importante, elijo la estrategia de correr durante dos kilómetros y caminar durante uno, y decido aplicarla con independencia de cómo me sienta, para no venirme arriba en momentos de euforia ni hundirme en momentos de bajón. Y así voy devorando kilómetros, pensando en el próximo vídeo que voy a grabar, organizando mi vida, pensando en mi futuro, en mis amigos. Y sorprendentemente  me lo paso muy bien, tan bien que no sufro en ningún momento. Siento dolor, porque 50 kilómetros son “molto longos” y este año puede que no me haya proporcionado el mejor momento de forma física de mi vida (aunque puede que sí en lo que a la forma “mental” se refiere).

En uno de mis innumerables pensamientos, creo descubrir el verdadero significado que encierran las siglas UMVD, que va mucho más allá de lo obvio.

Ultra Universal: Porque como ha quedado sobradamente demostrado este año, esta ultra es para todos, y tiene lugar en todo el mundo, no sólo en Sanlúcar. Allá donde alguien pedalee, camine o corra con el mensaje de la donación universal de órganos habrá una UMVD.

 Maratón Maravillosa: Maravillosa en el sentido de Maravilla, como los siete monumentos que fueron elegidos las “Siete Maravillas del Mundo” y que al menos una vez en la vida deberíamos visitar, igual que esta carrera, en la que todos deberíamos participar al menos una vez en la vida.       

De Donantes: No creo que haya otra carrera en el Mundo en la que todos sus participantes sean donantes de órganos, y que además se celebre con la noble finalidad de difundir el mensaje de la donación de órganos. Si hubiese alguna, no está organizada por el espectacular equipo de la Fundación Donando Vidas, lo que la hace única.

Vida Verdadera: Esta vida que donan los participantes en esta carrera es la vida de verdad. No es el puro teatro en el que vivimos cada día y en el que cada uno representamos nuestro papel. En esta carrera todos nos convertimos en “corazones con patas” (una expresión que me encanta” y nos lanzamos a vivir de verdad.

Podría seguir escribiendo porque en las cinco horas, cuarenta y nueve minutos y cuarenta y un segundos que disfruté en recorrer estos cincuenta kilómetros mi actividad mental y emocional fue increíble, pero no quiero tampoco que la lectura de la crónica suponga un esfuerzo similar al de hacer la carrera.

Sólo  quiero finalizar estas líneas con un mensaje de sincero agradecimiento y felicitación a todos mis compañeros de la Fundación Donando Vidas, colaboradores, organizadores y participantes de este evento que es la Ultramaratón de la Vida, mucho más que una carrera. Ya queda un día menos para la UMVD 2021, donde pienso desquitarme con abrazos y besos de todos los que os he dejado a deber este año. Aviso.

Ya sabéis, haceos donantes, convenced a todos los que estén cerca de que se hagan, porque mientras no acabemos con esa maldita lista de espera que suponen una fatal condena para todos aquellos que esperan un órgano para seguir adelante amenazo con seguir dando la lata en forma de vídeos y de crónicas eternas como ésta.

Y como dice mi lema (prestado por el mismísimo Freddy Mercury) “Show must go on”, que esto son dos días.

Por cierto, no os dejéis engañar. No penséis que esto es una hazaña, porque disfruto tanto haciéndolo que no me supone ningún esfuerzo. Así que nada de pensar que soy grande y mucho menos guapo. La verdadera hazaña está en hacerse donante, y marcharse de este mundo donando vida.



  

martes, 17 de noviembre de 2020

ESTO TAMBIÉN PASARÁ (El cuento del anillo del rey) o TODO LLEGA (poema anónimo)

 Publicación del mes de Noviembre, donde retomo el tema que tenía planteado en principio para Octubre. En estos momentos en los que parece que hemos perdido el norte, en los que vivimos esperando el día que el maldito virus desaparezca de la faz de la Tierra, he creído conveniente afirmar (espero que sin riesgo a equivocarme) que eso también pasará. Desde el inicio de los tiempos, esta ha sido la historia de la humanidad. Pandemias, guerras, catástrofes naturales… todo acabó pasando de largo y formando parte de nuestra historia. Pero no sólo han pasado tragedias, también épocas de bonanza. Al final todo, absolutamente todo acaba pasando.

Esta transitoriedad de todo puede suponer un verdadero alivio en épocas como la actual, pero también debería ser una importante lección en los buenos tiempos. No queda otra que vivir el presente, que es tan efímero que fue pasado hace nada y se convertirá en futuro con el mero transcurso de un instante.

Para ilustrar el tema que ocupa la publicación de este mes, recurro a un cuento de Bucay, como ya he hecho en varias ocasiones. Se denomina “El anillo del rey”. Ahí os lo dejo:

El anillo del rey

Una vez, un rey de un país no muy lejano reunió a los sabios de su corte y les dijo:

– “He mandado hacer un precioso anillo con un diamante, con uno de los mejores orfebres de la zona. Quiero guardar, oculto dentro del anillo, algunas palabras que puedan ayudarme en los momentos difíciles. Un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de desesperación total. Me gustaría que ese mensaje ayude en el futuro a mis herederos y a los hijos de mis herederos. Tiene que ser pequeño, de tal forma que quepa debajo del diamante de mi anillo”.

Todos aquellos que escucharon los deseos del rey, eran grandes sabios, eruditos que podían haber escrito grandes tratados… pero ¿pensar un mensaje que contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo de un diamante de un anillo? Muy difícil. Igualmente pensaron, y buscaron en sus libros de filosofía por muchas horas, sin encontrar nada en que ajustara a los deseos del poderoso rey.

El rey tenía muy próximo a él, un sirviente muy querido. Este hombre, que había sido también sirviente de su padre, y había cuidado de él cuando su madre había muerto, era tratado como la familia y gozaba del respeto de todos.

El rey, por esos motivos, también lo consultó. Y éste le dijo:

– “No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje”

– “¿Como lo sabes?” -  preguntó el rey.

– “Durante mi larga vida en Palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una oportunidad me encontré con un maestro. Era un invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando nos dejó, yo lo acompañe hasta la puerta para despedirlo y como gesto de agradecimiento me dio este mensaje”.

En ese momento el anciano escribió en un diminuto papel el mencionado mensaje. Lo dobló y se lo entregó al rey.

– “Pero no lo leas”, dijo. “Mantenlo guardado en el anillo. Ábrelo sólo cuando no encuentres salida en una situación”.

Ese momento no tardó en llegar, el país fue invadido y su reino se vio amenazado.

Estaba huyendo a caballo para salvar su vida, mientras sus enemigos lo perseguían. Estaba solo, y los perseguidores eran numerosos. En un momento, llegó a un lugar donde el camino se acababa, y frente a él había un precipicio y un profundo valle.

Caer por él, sería fatal. No podía volver atrás, porque el enemigo le cerraba el camino. Podía escuchar el trote de los caballos, las voces, la proximidad del enemigo.

Fue entonces cuando recordó lo del anillo. Sacó el papel, lo abrió y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso para el momento…

Simplemente decía “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”.

En ese momento fue consciente que se cernía sobre él, un gran silencio.

Los enemigos que lo perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino. Pero lo cierto es que lo rodeó un inmenso silencio. Ya no se sentía el trotar de los caballos.

El rey se sintió profundamente agradecido al sirviente y al maestro desconocido. Esas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a guardarlo en el anillo, reunió nuevamente su ejército y reconquistó su reinado.

El día de la victoria, en la ciudad hubo una gran celebración con música y baile…y el rey se sentía muy orgulloso de sí mismo.

En ese momento, nuevamente el anciano estaba a su lado y le dijo:

– “Apreciado rey, ha llegado el momento de que leas nuevamente el mensaje del anillo”

– “¿Qué quieres decir?”, preguntó el rey. “Ahora estoy viviendo una situación de euforia y alegría, las personas celebran mi retorno, hemos vencido al enemigo”.

– “Escucha”, dijo el anciano. “Este mensaje no es solamente para situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando te sientes derrotado, también lo es para cuando te sientas victorioso. No es sólo para cuando eres el último, sino también para cuando eres el primero”.

El rey abrió el papel y leyó el mensaje… “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”

Y, nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba. Pero el orgullo, el ego había desaparecido.

El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Lo malo era tan transitorio como lo bueno.

Entonces el anciano le dijo:

– “Recuerda que todo pasa. Ningún acontecimiento ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche; hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.”

El que todo pase tiene una importante implicación, que todo llega. En relación a este punto mi amiga Ivana me ha hecho llegar este poema anónimo, que parece escrito a medida de los jóvenes. Recuerdo perfectamente mi adolescencia, cuando vivía ansioso e impaciente por los momentos que tenían que llegar. Hoy, con teóricamente menos experiencias por vivir que las vividas, el pensamiento es radicalmente distinto. Soy consciente de que todo pasará, pero ya no tengo la prisa porque pase que tenía de joven. Por muy mala que sea la situación actual, al final un día más no deja de ser un día menos y afortunadamente hasta hoy, no he encontrado ningún día que no haya merecido la pena (la alegría como dice mi amigo Alonso) de haberse vivido. Así que todo pase, y que todo llegue, pero mientras más despacito mejor. Es el momento de saborear el presente, y de vivir aprovechando al máximo cada minuto, cada segundo, porque nunca sabes los que te quedan por vivir.

Os dejo el poema.  

“¿Te acuerdas cuando me decías que me iba a llegar?

Sí, todo llega.

Llega el amor después del amor.

Y llega el tiempo de conectarse con uno mismo.

Llega el viaje que venías soñando desde los 15, y por el que habías empapelado el cuarto con fotos del lugar.

Llega la persona que estabas esperando, y llega el momento en que se va alguien de tu vida.

Pero también llega el día en que no duele más la herida.

No importa cuál sea.

Llega el fin de semana, y las vacaciones, y llega la casita que soñaste frente al mar.

Llega lo que esperabas y a veces llega más.

Llegan las sorpresas, y llega el día que te despiertas y no lo extrañas más.

Llega el amigo que estabas esperando desde el otro lado del mundo, y a veces llega una revolución que se lleva todo lo que tenías para amarte de nuevo, en otros abrazos, otra casa, y otra familia.

Llega.

El amor llega.

Llega el día de tu cumpleaños, y llega la tesis, y llega el título.

Llega el beso que soñaste tanto tiempo, y llega el sol después de un par de días de tormenta.

Todo llega.

No pases noches sin dormir pensando que no se termina más la oscuridad, ni tengas tanto miedo a que no pasen.

Relájate mirando al cielo y confía.

No importa cuándo, ni cómo... tú sabes que va a llegar.

Y hoy, permítete disfrutar de lo que está.

Ni más, ni menos.

El universo no está buscando un ejército de ansiosos.

Así que aprovecha la vida, que todo llega cuando tiene que llegar.”

                Cuando el mundo cambió por última vez, mi compañera Alicia me hizo llegar el texto de Haruki Murakami, de Kafka en la orilla, que ya he usado en alguna que otra publicación del blog y que tengo impreso en mi mesa de trabajo, a la vista. Cuando pase esta tormenta de arena, que pasará, surgirá una nueva persona de la misma. Llegará ese cambio, que es donde radica el verdadero significado de la tormenta. Os lo vuelvo a dejar por aquí:

“… Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena.”

Espero que os haya gustado la publicación de este mes. Mucho copiar y pegar, aunque mencionando a las fuentes (obviamente no en el caso del poema anónimo) y poco comentario por mi parte. He visto tan acertados los recursos que he creído modestamente que todo lo que pudiese sumar sólo podría empeorarlo.

Gracias como siempre por vuestro tiempo y nos leemos en la publicación de finales del mes próximo y del año, que el tiempo pasará rápido y ese momento llegará antes de que nos lo imaginemos.

 


 

miércoles, 21 de octubre de 2020

DONDE VIAJAN DOS… DIVERSIDAD FUNCIONAL = INTELIGENCIA EMOCIONAL SUPERIOR (RESILIENCIA PARTE 2, POR EL LANGUI, JESÚS VIDAL Y ANTHONY FERNANDEZ CASANUEVA)

    Tenía casi cerrado ya el tema para la publicación de Octubre (en la que pensaba hablar sobre lo efímero que resulta todo y que nada es para siempre) cuando una llamada de mi buen amigo Cristian (mencionado en el blog de Septiembre) me hizo cambiar de planes. Me avisaba sobre la inminente emisión de un programa de televisión llamado “Donde viajan dos” donde intervendría nuestro común amigo Anthony Fernandes Casanova, otro crack de la resiliencia a quien por cierto olvidé incluir como referencia en mi publicación anterior.

No soy mucho de ver la televisión, (creo que éste es uno de mis secretos para estar metidos en mil y un líos “a la misma vez”) pero cuando un buen amigo me recomienda algo al menos intento buscar un hueco para ver cómo resulta. La sorpresa no pudo resultar más agradable. “Donde viajan dos” es un programa de los que ya casi no quedan en la gran cantidad de canales que tenemos hoy disponibles desde el mando. Además ya está en su segunda temporada, por lo que me ha dolido que haya pasado desapercibido para mí. 

Este “docureality” de viajes, aventuras, retos e inclusión protagonizado por El Langui incorpora esta segunda temporada a Jesús Vidal, uno de los protagonistas de “Campeones” y Goya al mejor actor revelación en 2019. Con un sentido del humor espectacular (uno de los atributos de las personas resilientes), interpretan a dos agentes secretos del MIB (agencia de Movilidad, Inclusión y Bienestar). Recorren distintos destinos de la geografía española para difundir el mensaje de la agencia, a lomos de su vehículo el Languimóvil 2.0, siguiendo instrucciones de Enrique Villén, director del MIB. La serie se emite los viernes por la noche, en la Primera de RTVE.

En mi modesta opinión, el hilo conductor que dirige el documental no es la diversidad funcional, sino el sentido del humor. Éste era uno de los valores que destacábamos el mes anterior de las personas resilientes y es algo que tanto El Langui como Jesús derrochan por los cuatro costados.  Repetimos aquí las palabras de Sócrates, el maestro de El Guerrero Pacífico, a su alumno Dan: “No pierdas el sentido del humor. Te dará una fuerza colosal. A pesar de las adversidades que te acechen, aunque la vida esté patas arriba ahora mismo, sonreír te permitirá abrazar una fortaleza y resistencia que tienes, pero que en ocasiones crees haber perdido.” En el programa se pone de manifiesto en innumerables momentos el poder de la sonrisa. Volveremos sobre ello.

Vayamos al grano y repasemos las enseñanzas que me regalaron los casi cincuenta minutos de programa.

1) Sentido del humor. Tal como acabo de comentar, creo que esta es una de las grandes enseñanzas que he obtenido del programa. “No hay nada serio que no pueda decirse con una sonrisa” es una frase de Alejandro Casona que siempre me ha llamado bastante la atención. No importa la gravedad de la situación para que una sonrisa no sea capaz de mejorarla. Incluso en los momentos más duros, cuando El Langui cae y se retuerce de dolor a punto de coronar el Teide, no puede evitar dejar escapar una sonrisa. Hablando de frases, hay otra de Tolstói que también me encanta: “Eso que llamamos belleza, reside únicamente en la sonrisa”. Hay un momento en que el Langui le dice a Jesús: “Tu humor es lo que más me gusta de ti”. Piropazo sin dudas.

2) Límites. Aquí también hago uso de frases. Escuché una vez a Alex Rovira, decir que “nos limitan nuestras creencias, no nuestras capacidades” y Josef Aram dice en el mismo sentido que “no sabe dónde está el límite pero sí que sabe dónde no está”. Aunque también hay que puntualizar sobre el tema de los límites y no venirnos arriba en exceso, porque como bien dice el amigo Küppers uno de los falsos mitos de la psicología positiva que más daño han hecho ha sido el afirmar que todo es posible. De todas formas en el programa queda muy claro que para sus protagonistas los límites parecen no existir. Es tanto lo que hacen en sus circunstancias que lo poco que no pueden (o que no se plantean) hacer queda tan reducido que no es relevante ni tenerlo en cuenta. Verlos superar las adversidades en sus circunstancias es una insuperable lección que nos enseña que cuando decimos que no podemos, en realidad la mayoría de las veces no podemos porque creemos que no podemos, no porque nos falten las capacidades para ello.

3) Rendirse no es una opción, pero muchas veces darse la vuelta a cincuenta metros de la cima no es rendirse. Seguimos tomando prestadas frases de gente muy grande, como el caso del gran Ramón Arroyo, inspirador de la película “100 metros”. Precisamente a poco menos de cien metros de la cima, el crack de Jesús decide volverse con una frase que no puede ser más brutal: “He decidido bajar… hay que saber cuando uno no puede hacer el reto”. La respuesta de su compañero de equipo está al mismo nivel: “Tú subes conmigo, te llevo aquí (señalándose el corazón), vamos juntos hasta arriba, chaval, juntos hasta arriba” Para los locos que practicamos deportes de resistencia, no abandonar se convierte muchas veces en una obsesión. Jugando con el tema de los límites que comentábamos en el punto anterior, muchas veces cometemos locuras y transitamos por la delgada línea que separa el disfrute máximo de los problemas de salud. Esta enseñanza deberíamos aplicarla en todas las facetas de la vida. Saber parar o decir que no para más adelante continuar puede ser la mayor de las victorias. Aprovechando la lección, este año tan especial sólo quedaba en pie uno de mis retos deportivo – solidarios, que posiblemente fuese a ser el de mayor magnitud de los que hasta ahora he realizado en mi vida. Junto con mis amigos Manuel Navarro y Juan Muñoz Escassi, el creador del Reto Pichón, nos habíamos propuesto cruzar a nado el Estrecho para buscar apoyo económico a la asociación Apascide, que gestiona una residencia donde se alojan chicos sordociegos. Después de un verano casi sin nadar se iba a hacer muy cuesta arriba completar el reto. Hemos aplicado la sabiduría de Jesús Vidal y su frase: “hay que saber cuando uno no puede hacer el reto”. Intentaremos encajarlo para 2021.

4) La unión hace la fuerza. Del trabajo en equipo también nos dan un máster estos fenómenos en la hora cortita que dura el programa. En todo momento Jesús y El Langui, El Langui y Jesús nos enseñan lo que realmente esto significa. La confianza ciega entre los dos, los objetivos comunes, el sentido de pertenencia (al MIB), la involucración de ambos en las decisiones, el entendimiento, la responsabilidad, el compromiso mutuo, la comunicación, aprovechar la diversidad (algo que adquiere un especial significado con estos dos fenómenos) y la celebración de los éxitos del equipo son algunos de los ejemplos que nos dejan con su actuación. Algo tan sencillo y tan difícil a la vez como poner el “nosotros” por delante del “yo”.

5) Si tienes actitud de crack, otros cracks te acompañarán en tu camino. Este principio de atracción magnética creo que también funciona en todos los órdenes de la vida. Es el castizo “a quien buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”. Como comentaba al principio tuve la fortuna de ver este programa gracias al fenómeno de mi amigo Cristian, porque me llamó para avisarme que otro fuera de serie, Anthony Fernández Casanueva iba a salir en el programa. De Cristian ya os hablé en mi post anterior. De El Langui y Jesús Vidal poco tengo que decir, porque son bastante conocidos, así que os contaré algo sobre Anthony. Este crack de 17 años es natural de Lanzarote, una isla con la que tengo una relación muy especial gracias a su Ironman. Tuve la enorme fortuna de conocerlo en Julio del año pasado, con ocasión de mi viaje a Tenerife junto a Cristian y su familia para participar en la carrera de la Orotava 8K, todo un ejemplo de inclusión, diversidad y visibilidad. El lema de la carrera era “Vívela, siéntela, disfrútala”, unas instrucciones no sólo aplicables al evento deportivo, sino a toda nuestra existencia. En el almuerzo oficial de la carrera, tras la magnífica recepción que como invitados nos proporcionó el Ayuntamiento de la Orotava, el azar me colocó a Anthony justo a mi lado en la mesa. Anthony, sufre desde su nacimiento un síndrome clínico llamado artrogriposis múltiple congénita, que básicamente consiste en una serie de contracturas congénitas que afectan a varias articulaciones del organismo, lo que entre otras cosas, limita enormemente el crecimiento y la movilidad de las extremidades. La vida, para compensar esta circunstancia, proporcionó a Anthony una madre tan luchadora como Zohila, que a semejanza de la madre de El Langui, siempre intentó que su hijo llevase una vida lo más normal posible y que pudiese valerse por sí mismo. Anthony es un chaval extraordinariamente maduro para su edad. Juega al tenis de mesa con la raqueta en la boca, pinta grafitis, ya hace varios años que recibió su bautismo submarino y es un experimentado disc-jockey.  El año pasado, además de participar en la carrera en una “joëlette” impulsado por los chavales de Atletas sin fronteras, estuvo pinchando música al finalizar la carrera. Es bastante activo en redes sociales, siendo un referente e inspirando a sus fieles seguidores, entre los que me incluyo. Recuerdo que lo primero que hice fue “solicitarle amistad” en Facebook y en Instagram. Con una habilidad sorprendente sacó el móvil que llevaba en el interior de un bolsito transparente que colgaba de su cuello, y con la boca lo desbloqueó y me confirmó las dos solicitudes en cuestión de segundos. Podría poner miles de ejemplos, como su habilidad para comer, para pinchar discos… pero creo que lo mejor sería que lo pudieseis ver en vivo en el enlace del programa que os dejo al final. Un placer haberte conocido, Anthony. Gracias por seguir inspirándonos a tantos.

Para finalizar la publicación, os dejo el enlace al programa que aún se encuentra en la página de RTVE. Para no perdérselo, y sobre todo para verlo en más de una ocasión.

https://www.rtve.es/m/alacarta/videos/donde-viajan-dos/donde-viajan-dos-canarias/5681312/

Haciendo alusión de nuevo a mi intención inicial sobre el tema para el mes de Octubre, si no hay cambio de planes, y como todo pasa tan rápido, lo retomaré para Noviembre. Gracias como siempre por vuestro tiempo invertido en leer esta publicación. Nos vemos pronto.





                

jueves, 24 de septiembre de 2020

LA RESILIENCIA: LA CAPACIDAD DE SUPERAR LA ADVERSIDAD Y SALIR FORTALECIDO DE ELLA. CONSEJOS DE LOS QUE SABEN DEL TEMA Y DOS EJEMPLOS MUY CERCANOS PARA INSPIRARNOS

         

                Septiembre es tradicionalmente el mes de la vuelta a la rutina. Vuelta al trabajo tras la desconexión de la que hablábamos el mes anterior, vuelta al cole tras las vacaciones, vuelta a las competiciones deportivas y casi vuelta a empezar en este inicio de curso que muchos consideramos como una especie de nuevo año. Este 2020 la vuelta a la rutina adquiere tintes especiales. Ojalá este año hubiésemos vuelto a la rutina habitual de todos los años. Este Septiembre tan especial nos ha tocado seguir disfrutando de esta nueva normalidad, que de nueva tiene mucho pero que de normalidad tengo mis dudas.

                Desde una perspectiva estoica, poco más podemos hacer que aceptarla y adaptarnos lo mejor posible. Para algunos se les hará bastante más cuesta arriba, por lo que he pensado escribir este mes de este concepto tan de moda llamado resiliencia. En un primer momento la palabra hacía alusión a una propiedad física que designa la capacidad de cualquier material para recuperar su forma inicial a después de que se ejerce una fuerza que lo deforma. Con el tiempo su significado se trasladó al campo de la psicología, para definir como hace la RAE la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, incorporándose además la característica de salir reforzado de esta situación.

                Además de la llegada de Septiembre, mi inspiración ha surgido gracias a unas notas que causalmente han vuelto a mis manos de una conferencia de la gran Patricia Ramírez a la que asistí justo hace ahora seis años. El título no podía ser más inspirador: “Tu actitud decide. Caerse está permitido, rendirse no”. Siendo fiel a sus consejos, ahora que hay mucha gente por los suelos, nuestra actitud nos debe llevar a seguir adelante, sin opción a rendirnos. Como dice también mi amigo Ramón Arroyo (en cuya historia real está basada la película “Cien metros”) rendirse no es una opción. Por si no fuese suficiente, hace pocos días tuve la ocasión de ver en televisión el documental “Samanta y la vida de Irene Villa” de Samanta Villar. No me quedaba la menor duda de que tocaba hablar de resiliencia.

                Patricia definía la resiliencia de forma más gráfica, diciendo que ser resiliente es ser feliz a pesar de las circunstancias. Nos dejaba también una frase de Victor Frankl para no olvidar: “el hombre que se levanta es aún más fuerte que el que no ha caído”.

                Algunos de los consejos para incrementar nuestra resiliencia, muchos de ellos inspirados y extraídos de aquella conferencia de Patricia son los siguientes:

1) Acepta la parte injusta de la vida. La vida por definición es una sucesión de cosas buenas y malas. No es cuestión de merecerlas o no. Pasan y punto. Esto implica poner nuestro foco y nuestras energías en aquello que podemos controlar. Para todo aquello que escapa a nuestro control, la única opción saludable es la aceptación. Por ello debemos también aceptar el fracaso como parte inevitable de la vida y como inmejorable forma de aprendizaje. En el enlace siguiente os dejo un vídeo con algunos “fracasados” conocidos por todos. Su título es “If you never failed, you never live…” Así que ya sabemos, si queremos vivir no nos queda otra que fracasar.

 https://www.youtube.com/watch?v=q6CaHJwsSE4

2) Reconoce tus puntos fuertes. Tenemos que ser especialmente honestos con nosotros mismos, valorando nuestros recursos internos. Tenemos que buscar la aprobación en nuestro interior, sin esperarla del exterior. Somos nuestros jueces más crueles, y sin reconocimiento de nuestras fortalezas se nos hará complicado seguir adelante. En este “mandamiento” nos regaló un espectacular video de un genial trabajador de un parking, especialista en validaciones.

https://www.youtube.com/watch?v=Aks0bco7IQQ

3)      Obsérvate con potencial. No es lo que eres ahora, sino lo que puedes llegar a ser. El cerebro tiene plasticidad hasta el último momento, por lo que debería ser una obligación para nosotros explotar nuestro talento, buscando aquello que nos apasiona.  

4)      Los problemas son misterios a resolver, no obstáculos para paralizarnos. Rumiar y darle vuelta a las cosas es el problema, no la solución. Tenemos que ser creativos, nos cuesta encontrar soluciones porque estamos acostumbrados a pensar siempre en la misma dirección. Tenemos que empujarnos constantemente al exterior de nuestra zona de confort. Podríamos decir que la incertidumbre, algo muy habitual en estos días y que ha venido para quedarse, es el paso necesario para creer y alcanzar nuestros objetivos.5)  Pon un ritmo diferente a tu vida. Busca el estado de “Flow”. Para fluir hay que hacer las cosas por el propio motivo de hacerlas. Todo esto se resume en dos sencillas palabras, aquí y ahora, las bases del “mindfulness”, una corriente que debería ser de obligado aprendizaje en las escuelas. Es pasar del “nowhere” al “now & here”. “El guerrero pacífico”, una película de la que ha he hablado en ocasiones anteriores, es la mejor muestra de esto. A continuación el trailer.

https://www.youtube.com/watch?v=FY-zRvBnnjk

6)  Observa la vida de forma positiva. Todo lo que hacemos, decimos o pensamos tiene un efecto boomerang. Es la teoría del karma, según los budistas. O como dice nuestro sabio refranero, quien siembra vientos, recoge tempestades. En palabras de mi amigo Alonso Pulido, si siembras pepinos, recolectarás pepinos. Si quieres tomates, tienes que sembrar tomates. De cara a tener una visión positiva es importante conocer que el cerebro no conoce el significado de la palabra no. Si le decimos que no queremos algo (enfermedad, pérdida de trabajo, problemas en la relación…) el cerebro obviará el “no” y se quedará con lo que estamos intentando evitar. Basta que no queramos pensar en algo, para que se potencie (el típico ejemplo del elefante rosa). La estrategia para cambiar el pensamiento no es intentar controlar el pensamiento, sino cambiar el foco. Por si no ha quedado claro, el video de esta preciosidad que nos da un máster en optimismo sólo en cuarenta y siete segundos

https://www.youtube.com/watch?v=z6Rs9zUM13Q

7)   Cree en la buena suerte. Hay que estar permanentemente alerta a las nuevas oportunidades, generándolas incluso si hiciese falta. La diferencia entre un suertudo y un gafe está en el foco, que se orienta hacia el éxito en los primeros. Todos tenemos una capacidad ilimitada para recibir estímulos, pero selectiva para enfocarnos. En nuestra decisión del enfoque está el truco. Como nuestro cerebro sólo puede mantener la atención en una cosa a la vez, si nos enfocamos en cosas positivas encontraremos más resultados positivos. Como evidencia de esta particularidad de nuestro cerebro el característico el vídeo sobre contar los pases de la pelota de baloncesto que dan los jugadores con camiseta blanca, y que casi todos habréis visto. Por si es nuevo para alguien, o por si no lo recordáis, ahí va.

https://www.youtube.com/watch?v=PbVYH8FCLvo

  8)    Sé flexible ante los cambios. Como decía un buen amigo mío, si hay algo que nunca cambia, es que todo cambia siempre. Y para los que tuviesen dudas, la situación actual se ha encargado de recordárnoslo con mayúsculas. Para ser resiliente no queda otra que adaptarnos al cambio. Si nos anclamos en nuestro inmovilismo y poca apertura de mente, el cambio (y con él la adversidad que muchas veces suele acompañarlo) nos pasará por encima como una apisonadora.

9)     Utiliza el sentido del humor. Decían en el Guerrero Pacífico (la película de la que hablaba antes) que la vida se podía definir como paradoja, humor y cambio. De las constantes paradojas de la vida hablaremos otro día, del cambio ya hemos dicho algo en el punto anterior. En cuanto al humor, el consejo que le da el Maestro al protagonista es el siguiente: “No pierdas el sentido del humor. Te dará una fuerza colosal. A pesar de las adversidades que te acechen, aunque la vida esté patas arriba ahora mismo, sonreír te permitirá abrazar una fortaleza y resistencia que tienes, pero que en ocasiones crees haber perdido.” Volveremos al poder de la sonrisa al final del artículo, donde citaré a dos Maestros de la resiliencia a quien tengo la suerte de conocer muy bien. 

10)   Nunca te rindas. En la voluntad y en la perseverancia radica el éxito. No rendirse es una de las claves ineludibles en la consecución de los logros y en la superación de las adversidades. Escuché una vez a Fernando Torres, uno de los jugadores de mayor nivel que ha dado nuestro fútbol en los últimos tiempos que no rendirse era lo que realmente marcaba la diferencia. Decía que desde que comenzó a jugar en categorías inferiores había coincidido con cientos, quizás con miles de compañeros. La diferencia entre los pocos elegidos que habían llegado y los que se quedaron por el camino radica en que los primeros no se rindieron jamás. Posiblemente en el segundo grupo había jugadores de mayor calidad, pero que un día decidieron bajar los brazos. Pase lo que pase, no tires la toalla nunca. Sécate el sudor con ella y utilízala de forma creativa. Así que si alguna vez piensas hacerlo, búscate un compañero y haz algo parecido a lo que hacen estos dos fenómenos (y de paso reforzamos el punto anterior del sentido del humor) 

 

https://www.youtube.com/watch?v=Ioh7t9gMw4I

 

Como adelantaba, tengo la suerte de conocer muchas personas resilientes, verdaderos Maestros de la vida que nos dan auténticas lecciones de cómo sobreponerse a los golpes de la vida. Y nos enseñan con sus acciones, con su ejemplo, que creo que es la mejor forma de enseñar. Así que para cerrar os hablaré de dos grandes amigos, a quien muchos ya tenéis la suerte de conocer: Raquel y Cristian, Cristian y Raquel.

Conocí a Raquel gracias al mundo del deporte. Raquel Domínguez es sin duda una de las mejores deportistas que conozco, y también una de las mejores personas. Actriz de doblaje, tiene una voz mágica que sólo puede nacer de una sonrisa como la suya. Porque Raquel es, ante todo una sonrisa. Y ese gesto que la define y lleva por bandera surge a pesar de que la vida no fue precisamente amable con ella. O sí, según dice ella. A los nueve años la vida le regaló una “Artorescapulectomía Bilateral” que básicamente significa que sus omóplatos se van desintegrando poco a poco, por lo que tienen que atornillárselos para que se mantengan sujetos a sus hombros con placas y tornillos. Tras más de 23 (el número mágico de Jordan) operaciones se define a sí misma como apasionada, positiva, y muy afortunada. ¿Algo más que decir sobre ella? Complicado ¿no? Bueno también podría decir que en natación ha sido siete veces campeona de España en los 50m mariposa, seis veces en los 200m estilos, campeona de Andalucía en marcha, tres veces campeona en los 100m y 200m lisos, campeona del mundo 2016 y de Europa 2017 en duatlón, y campeona de España en triatlón. Además hace maratones, medias maratones y ultra distancias. Yo he sido uno de los pocos agraciados en esta vida de poder haber compartido con ella un medio Ironman: dos kilómetros nadando (sí, nadando), noventa kilómetros en bicicleta (con una bici especial adaptada que es un auténtico freno contra el viento) y veintiún kilómetros corriendo. En mi vida olvidaré esa experiencia, que puedo decir que se quedó grabada en lo más profundo de mi corazón. Por si queréis conocer algo más de ella os dejo un enlace de la presentación que hace en la página de la Fundación Adecco para la que trabaja.

https://fundacionadecco.org/raquel-dominguez/

A Cristian González también tuve la suerte de conocerlo a través del deporte. Después de varias casualidades (o causalidades) llegué a participar como impulsor en una carrera con chavales con diversidad funcional que promovía una asociación llamada Carros de Fuego. Fue en una prueba de 10K del circuito de Sevilla del IMD. Jamás olvidaré ese día. Fue la carrera del Parque de María Luisa, en el mes de Abril de 2017 y allí fue asignado al equipo de un chaval de unos ojos azules increíbles llamado Cristian, que además por si fuera poco, tenía la misma edad de mi hijo Pablo.

Ese día quedé inoculado por el veneno de Los Carros, ése que hace que desde ese momento te cueste trabajo correr sin un carro entre tus dedos. Para el que no nos conozca se piensa que somos los impulsores (los que empujamos los carros) los que llevamos a los capitanes, pero la realidad es diametralmente opuesta, son ellos los que nos llevan a nosotros.

De Cristian también podría escribir un libro. Además de haber podido compartir con él carreras populares, maratones, medios maratones y otras aventuras varias, me tocó la lotería el día en que resultamos agraciados por la generosidad de la Asociación y aceptamos la invitación de la Maskmororun de la Orotava (Tenerife) para disputar los 8k de esta bella localidad tinerfeña.

Durante los días que estuvimos juntos pude comprobar no sólo la resiliencia de Cristian, que le rebosa por todos los lados, sino la de sus padres. Ana y Feli, Feli y Ana son parte importante e imprescindible del secreto de Cristian. De todos los momentos que he vivido junto a él nunca olvidaré ir casi arrastrando la barbilla por una interminable cuesta, a duras penas consiguiendo que el carro no rodase hacia atrás cuesta bajo, y escuchar su voz por encima de la algarabía de fondo animándome y diciéndome que era un crack. ¿Un crack yo? Perdona, él es un crack. Un auténtico súper crack. También os dejo un enlace con una entrevista que le hicieron en 2019, cuando fue escogido como una de las “luces que iluminaba” la Carrera Nocturna de Sevilla, y también el enlace a la página de la asociación Carros de Fuego, donde todos sus capitanes son auténticos doctores “cum laude” en resiliencia.

https://sevilla.abc.es/deportes/sevi-cristian-carro-fuego-ilumina-xxxi-kh-7-nocturna-sevilla-201909190740_noticia.html

http://carrosdefuego.org/

Perdonad por la extensión de la publicación de este mes pero creo que el tema lo requería. Espero que podáis superar con éxito la adversidad de esta larga lectura y salgáis fortalecidos.

No puedo finalizar sin dar las gracias especiales a Patricia, inspiradora directa del post y todo un ejemplo a la hora de enseñar resiliencia, como hizo con el penúltimo ascenso a Primera del Betis en 2011. Haber enseñado al equipo a superar la adversidad del descenso, y a salir reforzados de ello es un aclara evidencia que además le proporciona gran parte de responsabilidad directa en este éxito. Muchísimas gracias de todo corazón. Aprovechando su definición, seamos resilientes y seamos felices a pesar de las circunstancias.