sábado, 12 de marzo de 2022

¡FELICES DIECIOCHO, PABLO!

         Este mes quiero dedicar mi publicación en el blog a una de las personas más importantes en mi vida: mi hijo Pablo, que acaba de cumplir los 18 años. He escrito en otras ocasiones sobre lo corta que es esta vida, sobre lo rápido que pasa el tiempo y sobre la necesidad de aprovechar cada segundo, pero pocas veces tengo la opción de pararme y comprobarlo en su verdadera magnitud. Ahora sí. Así que estas letras van para ti.

            Tu mayoría de edad me ha hecho retroceder dieciocho años en el tiempo, volver a ese quirófano del hospital de Valme donde naciste y volver a tomarte entre mis brazos (hoy eres tú el que en todo caso, podría cogerme en brazos a mí…). Volver a sentir tu olor, tu mirada, tu piel… Imposible concentrar tanto amor en poco más de tres kilos y medio de peso. Aún recuerdo que tensé todos los músculos de mi cuerpo porque no sabía ni como cogerte y me aterrorizaba pensar que pudieses caerte y hacerte daño. Tu madre, recostada al lado y aún dolorida, me mostraba que no hay poder más fuerte que el del amor. Pero como todo poder conlleva también una gran responsabilidad, desde ese mismo momento entendí que mi vida ya no sería la misma gracias a ti. Ser la referencia y el modelo para alguien pesa bastante más de lo que alcanzamos a imaginar. Desde ese mismo momento entendí que no ibas a aprender de lo que yo dijese, sino de lo que yo hiciese. Y ahí reconozco que muchas veces no habré sido el mejor modelo posible. Te quiero pedir perdón por ello. De todas formas, has tenido la habilidad de aprender lo poco bueno que has podido encontrar en mí y olvidarte y perdonar todo lo malo, que tiene su mérito.

            Desde muy pequeñito dejaste muy claro que tu sonrisa iba a ser tu principal seña de identidad. Aún no eras capaz de hablar pero esos ojos azules (sí, al principio fueron azules) y esa sonrisa comunicaban muchísimo más que el mejor de los discursos. Con esas herramientas comenzaste a conquistar a todos los que se acercaban a ti.

            Los años te fueron cambiando pero conservaste tu sonrisa y tus ojos, tiñéndolos de verde. Siempre fuiste un niño noble, amigo de sus amigos, y todo el mundo quería estar junto a ti. Eres el hijo que todos los padres querrían tener y el mejor amigo de todos. Con ocasión de prepararte un vídeo de recuerdo con mensajes de familiares y amigos para tu cumple, he tenido la ocasión de confirmar cómo te quiere la gente y para un padre no hay mayor felicidad que ésa.

            Muchos se esfuerzan en dejar un mejor mundo para sus hijos. Yo, como oí una vez, intento dejar mejores hijos a este mundo. Tengo claro que en tu caso (y en el de tu hermana también) has mejorado enormemente a tu progenitor, con lo que la misión está cumplida. Muchos dicen que no quieren que sus hijos se hagan mayores, porque entre otras cosas nos hacen mayores a los padres, pero para mí no supone ningún problema. Me das tanto, que envejecer viéndote crecer es un precio insignificante que estoy dispuesto a pagar gustosamente.

            Hablar de Pablo Jurado es hablar de Carnaval, de Cádiz, de compás, de tres por cuatro, de música, de actuaciones callejeras, de acordes de guitarra, de música… Esa música que pone banda sonora a nuestras vidas y que siempre suena en casa cuando estás por allí, para alegrarnos la existencia.           

             Mi mayor y único deseo es que seas todo lo feliz que te propongas ser, porque tu felicidad será la mía. No importa en lo que trabajes, o lo que finalmente decidas estudiar, lo único importante es que seas feliz.    

            Por cierto, ahora que esto no lo lee nadie y antes de terminar definitivamente te voy a contar un secreto. Si tuviese la oportunidad de contratar a alguien y me llegase alguien como tú, no lo dudaría un solo segundo, aunque cuando me lo preguntes te diga lo contrario. La magia es un don que muy pocos tienen, y que es muy difícil de aprender (incluso tengo mis dudas de que pueda hacerse). Lo de los currículums y las notas es otra cosa. Tienes la preciosa virtud de contagiar tu alegría y felicidad a todo el que tiene la fortuna de acercarse a ti, y eso es patrimonio de muy pocos. Ya lo decía la Madre Teresa de Calcuta: “Que nadie se acerque a ti sin que al marchar se sienta mejor y más feliz“. Eres de los pocos privilegiados que pueden hacer esta frase realidad.

            Finalizo el blog con unas palabras que he encontrado por la red y que creo que definen a la perfección lo que es esta difícil pero a la vez muy recomendable tarea de ser padre, y que quiero dedicarte con ocasión de tu cumpleaños, para que me las puedas recordar cada vez que se me olvide, que con lo mayor que me voy haciendo, será cada vez con más frecuencia…

 

“La idea de criar hijos no es para que tengan que acompañarte.

Ni cuidarte.

Ni mantenerte.

La idea es que asumas la responsabilidad de criar humanos funcionales.

Que sean libres y sin complejos.

Que aporten a la sociedad.

Que sean su mejor versión.

Y eso implica saber que no te pertenecen.

Que eres la vía para que vinieran al mundo, y que no eres su mundo.

Y desde esa humildad se cría lindo.

Se construyen alas.

Y se programa el vuelo.

Se les bendice cuando abran sus alas e inicien su vuelo.

Para que tengan la confianza y seguridad de volver cuando necesiten recargar el cariño.

Y no porque te deben algo...

Amar sin condiciones...sin expectativas...

Amar desde el alma...por siempre y para siempre”

 

            Y ahora como hago siempre, finalizo mi publicación con una foto. En este caso no he encontrado una mejor que ésta. Primero porque representa al Carnaval, una de tus pasiones en esta vida que he tenido la infinita suerte de compartir contigo. Segundo, porque me recuerda que gracias a ti me siento un genio, aunque la magia no esté en mi interior, sino en el tuyo.

              Te quiero, Pablo. Tela. Que todo el mundo lo sepa. Vuela alto. Por aquí estaré esperándote cuando necesites recargar cariño. Feliz vida.