El tema de la
primera publicación de 2023 se resistía más de lo habitual. Con más de ochenta
publicaciones en el blog cada vez me
resulta más complicado encontrar un tema original sobre el que escribir. De
hecho este mes la publicación ha nacido justamente sobre la campana…
Este
mes de Enero hablaré de elección. No preocupaos que aunque el año es el que es,
no es una elección municipal, ni autonómica, ni siquiera general. Mis
reflexiones van por otros derroteros. Y el tema surgió porque en menos de cinco
días escuché hablar a dos fenómenos a los que tengo en muy alta estima, como
son Alonso Pulido y Emilio Duró, sobre el mismo tema. Además tuve la inmensa
fortuna de hacerlo en riguroso directo, en ambas sesiones con un público
bastante reducido y en una cercanía total, como si de un concierto privado se
tratase.
Alonso
y Emilio afirmaban que son los hijos los que eligen a los padres, en una
especie de metáfora o teoría no científica que posiblemente proceda de la
teoría ancestral Kundalini. Esta idea fue recuperada por el Mestro Yogui
Bhajan, y según ella los bebés eligen a sus padres antes de nacer.
Aunque
aparentemente muy alejada de la realidad (o no, porque muchas veces me planteo
cuál es la verdadera realidad, si es que realmente existe, y si no son nuestras
interpretaciones las que conforman lo que realmente aceptamos como tal), esta
teoría defiende que cuando un alma decide reencarnarse lo hace eligiendo el
tipo de vida que desea tener, en función de las lecciones de vida que necesita
aprender. Así, en este imaginario supermercado infinito de padres cada alma
escoge aquellos que mejor podrían servir a su propósito de vida. Tras un primer
viaje espiritual y justo antes de volver a la tierra, el alma decide qué quiere
aprender y cuál será su camino de aprendizaje. Tras esta decisión buscan padres
que sean compatibles con este plan. Por si fuese poca la responsabilidad que
supone ser padre, con esta teoría nos convertimos además en verdaderos Maestros
de estas lecciones de vida para ese alma en proceso de aprendizaje. Esta sería
una interpretación más de la teoría de la causalidad y de que Dios no juega a
los dados, como manifestó el genial Einstein. O como dice mi amigo Alonso
Pulido, una evidencia más de que toda la vida está inimaginablemente bien
organizada. Algo así como la teoría de unir los puntos hacia delante y
entenderlos hacia atrás, que promulgaba Steve Jobs.
Reflexionando
sobre el tema recordé también a mi amigo Andrés Olivares, fundador de la
Fundación Olivares y firme defensor de esta teoría. De hecho, posiblemente fue
a él a quién escuché hablar por primera vez sobre el tema. Andrés perdió a su
hijo de forma prematura y decidió hacer de esta pérdida el impulso que zarandeó
su vida para hacer de la ayuda a los niños enfermos de cáncer y a sus
familiares su propósito vital. Andrés tiene tan claro que fue su hijo quien lo
escogió a él para tan noble motivo, y que esto que conocemos como vida física
no es más que un porcentaje mínimo sobre la vida real, que cuando te lo cuenta
no te permites albergar el más mínimo resquicio de duda.
Todas
estas teorías guardan bastante relación con el aspecto energético del universo
en el que vivimos. Según la física cuántica, un paquete individual de energía
(llamado cuanto) bajo ciertas circunstancias se comporta como una partícula de
materia. Y esto no es teoría. Se evidencia que más allá de todo lo tangible y
material lo que existe realmente es energía. Como dice mi amigo Alonso (otra
vez) en realidad estamos todos huecos. Y si somos ondas de energía, lo de las
vibraciones es obvio que tiene su importancia.
Tenía
ya la publicación medio orientada, pensando permanentemente en el motivo que
podría haber llevado a las almas de mis hijos a escogernos a nosotros como
padres (especialmente a mí, porque a la madre puedo entenderlo) cuando de
momento un pensamiento zarandeó mi mente. ¿Qué fue lo que me llevó a mí a
escoger a mis padres como progenitores? ¿Qué lecciones necesitaba aprender
durante mi tránsito por este mundo material? Esta reflexión me hizo ver muchas
cosas de mi relación con mis padres de otra forma. Porque no todos tenemos la
fortuna de ser padres (en mi caso particular, lo considero como una auténtica
lotería, de lo mejor que lo ha pasado), pero todos sin excepción somos hijos de
alguien (en el buen sentido del término, entiéndase). Como en el caso de los
súper héroes, todo gran poder conlleva una gran responsabilidad, y ser Maestro
de alguien tan amado como los hijos es lo máximo. Además en mi caso particular,
no tengo muy claro que la elección del alma de mis hijos respecto a su padre
haya sido la correcta. Estoy totalmente seguro de que ellos me enseñan a mí
muchísimo más que yo a ellos. Ellos son mis verdaderos Maestros que no se
cansan de darme lecciones diarias de cómo hay que vivir la vida, aunque el
torpe de su padre necesita que le repitan la clase una y otra vez y siga sin
enterarse…
No
he encontrado mejor foto para acompañar a esta publicación que ésta de mis
hijos contemplando una maravillosa puesta de sol en el Palmar, en la costa de
Cádiz. Tras escribir estas líneas creo adivinar que estaban comentando sobre la
elección del padre que habían hecho…
Perdonad
si este mes se me fue un poco la pinza, pero también me hacía ilusión hacer
algo distinto y creo que lo he conseguido. No me he querido extender en exceso
por si a alguien le interesa y quiere destinar su tiempo mejor a reflexionar
que a leer. Como este mes me he retrasado tanto, la de Febrero en breve,
espero.
Gracias
por vuestro tiempo como siempre, en el invertido en leerlo y en el que hayáis
podido usar para dejar volar vuestra imaginación.