No me importa apurar el tiempo las publicaciones de mi blog hasta que un tema inspirador se cruza en mi camino. Sé que antes de que transcurra el mes algo llegará a mi vida que prenderá la mecha de la creatividad en mi mente y me motivará a escribir. En esta nueva aventura de Minifunkids, todos los días pasean por mi mente oportunidades nuevas. Con este propósito de mejorar la vida de chicos con neurodiversidad y diversidad funcional, las lecciones que diariamente aprendemos de ellos son infinitas.
La frase que da título a la publicación de
abril está inspirada en una frase de uno de estos guerreros. Juan Ángel es un chaval con parálisis
cerebral que ama el fútbol. Tanto que es presidente de honor del U.D. Santa
Rosalía Maqueda, del malagueño distrito de Campanillas. A principios de mes
aprovechamos una de nuestras visitas a la capital malagueña para visitarlo y
pasar con él y con su familia una tarde inolvidable. Entre otras muchas cosas, Juan Ángel nos dijo que “el
fútbol es una excusa para ser feliz”.
Una frase que resume otra mágica lección vivida gracias a estos niños
que iluminan nuestro camino y que dan sentido a lo que hacemos. Para Juan Ángel el fútbol lo es todo.
No sólo es su excusa para ser feliz, es
su razón para vivir. Dándole vueltas a esta bella reflexión en el camino de
regreso a casa, pensé que cada uno de nosotros tenemos nuestro fútbol particular
que nos empuja a seguir adelante, nuestra excusa para ser feliz. Y el fútbol,
las carreras, pintar cuadros o tocar un
instrumento musical no son más que una de las múltiples cosas que podemos hacer
en esta vida para ser feliz.
Esta lección me enseña una vez más que la vida no va sobre lo que te pasa, sino sobre cómo reaccionas a lo que te pasa. Como diría el estoico Epicteto “Lo que importa no son las cosas que te pasan, sino el cómo reaccionas ante ellas”. No tenemos control sobre las sorpresas, tanto positivas como negativas, que nos tiene reservada la vida. No podemos evitar circunstancias como un accidente, una enfermedad o un golpe de suerte. Pero sí tenemos la libertad para decidir nuestra reacción. Nos podemos hundir en la miseria, ahogarnos en nuestros lamentos o aprovechar la situación como una oportunidad para crecer, para subir de nivel.
Ana, la abuela a la que tuve la inmensa fortuna de conocer durante la Media Maratón de Chiclana, es otro inmejorable ejemplo. La conocí en esa prueba en la que tuve el privilegio de participar acompañado una vez más por mis inseparables capitanes de Carros de Fuego, maestros de calidad. Ana promueve en redes y en pruebas deportivas la loable iniciativa de #YoLuchoPorElMillón, con el que, recogiendo la inolvidable herencia del gran Pablo Ráez, trata de concienciar a la gente para obtener un millón de donantes de médula. La historia de Ana es la historia de una abuela con cuatro nietos, que vio marchar antes de tiempo a su hija Deby. Débora era militar de profesión y sin haber tenido la suerte de conocerla, estoy seguro que con un corazón enorme y solidario. Cuando Pablo Ráez se marchó ella abanderó su lucha. Ser donante de médula, o de sangre, y de órganos no te digo, debería ser algo tan natural como la vida misma. Ana corre con el chambergo de artillería de su hija en la cintura y con una bandera azul con la recreación del reconocible brazo de Pablo rodeado por ese “Siempre fuerte” que lo hizo tristemente famoso. Bajo ellos, los lemas #YoDono, #DonaMédula y #YoLuchoPorElMillon en forma de hashtags. Con esta gasolina, se entiende que el motor de Ana funcione a la perfección. Completó una más que loable Media Maratón de Chiclana acompañando al globo de las dos horas. El mismo día del aniversario de la marcha de su hija Débora. “Levántate y brilla” era su lema. El lema que estoy seguro que ayudó a su madre a levantarse y brillar como lo hace. El lema que la llevará el próximo día once de mayo a completar los famosos 101 kilómetros de Ronda. La buscaré, porque caminar junto a ella será una garantía absoluta de finalizar la prueba.
Reiteramos,
lo importante no es lo que te pasa, sino como reaccionas. La vida debería ser
una excusa para ser feliz. Porque a pesar
de las tragedias que puedan sacudirte, muchas de ellas sin posibilidad de explicación,
la felicidad siempre es una opción. Siempre tenemos a nuestra disposición
excusas para alcanzarla. Yo he visto la felicidad en la mirada de Juan Ángel, en la mirada de Ana, a pesar de sus circunstancias. La decisión
de usar esas excusas, y de buscar la felicidad a pesar de nuestras
circunstancias es sólo nuestra.
En
esa búsqueda y utilización de excusas tan difícil (o más) que tomar la decisión
y agarrarnos con fuerza a esa excusa es mantenerla a lo largo del tiempo. Nuestra
mente es siempre nuestro peor enemigo y siempre está al acecho de los momentos
de debilidad para invitarnos a abandonar. Para ello comparto una frase cuyo
autor desconozco, que suelo usar en muchas de mis aventuras deportivo
solidarias cuando las fuerzas flaquean. Y es que “cuando estés a punto de rendirte,
recuerda por qué comenzaste”. O como dice mi amigo Javier Iriondo, cuando tienes un “por qué”, el “qué” el “cómo” aparecen de forma mágica.
No
hay mejor foto para ilustrar esta publicación que la de nuestras sonrisas junto
al crack de Juan Ángel en el estadio
del U.D.
Santa Rosalía Maqueda. No encuentro palabras para agradecerle lo que nos hizo
vivir esa tarde allí. Seguro que él las encuentraría.