jueves, 6 de junio de 2024

LA CAMPANA DE LOS SUEÑOS



  Estaba como loco esperando a que llegase el mes de junio para escribir y subir esta publicación a mi blog. Porque siempre tuve muy claro desde el primer momento en el que recibí esa desconcertante llamada de mi "amigo" hace ya muchos meses que llegaríamos hasta aquí. Esta publicación va especialmente dedicada a mi "amiga", pero también a otra “hermanamiga” muy especial que pasó por un trance similar y a todas las guerreras que día a día luchan contra esta lacra.

Durante los duros días de la pandemia de 2020 que desmoronó nuestro mundo, tanto exterior como interior, llegó a mí una frase que la utilicé como mantra en los momentos más difíciles. “Y cuando la tormenta haya pasado, tú no comprenderás cómo lograste cruzarla con vida. Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí es cierta. Cuando salgas de la tormenta no serás la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta”. Eso escribió Haruki Muraka y eso imprimí para mis compañeros de equipo. Sabía que superaríamos la tormenta, y que nos transformaría,  esperando y deseando que para mejor.

Mi "amiga" ya era un claro ejemplo de lo que significa vivir bien y ser feliz antes de que le llegase la tormenta. Puede que por eso le llegase a ella. Otra frase que me encanta es que Dios (o el Universo, o la vida, o cada uno que le ponga lo que quiera) da las peores batallas a sus mejores guerreras. Pero la tormenta se equivocó con ella. No sólo resurgió una mejor versión, que ya tiene mérito, sino que tuvo los ovarios suficientes como para acercarse a la tormenta, agarrarla de su cuello y susurrarle al oído “yo soy la tormenta”. Esa fue la repuesta que obtuvo la tormenta cuando la intentó convencer de que no sería lo suficientemente fuerte para resistirla. Todos los que tenemos la fortuna de conocerla y compartir momentos inolvidables con ella tuvimos muy claro de que lo sería.

Dicen que la vida es como el lienzo en blanco de una pintura, que en el que vamos plasmando nuestras vivencias, algunas en brillantes colores, y otras en tonos grises. Es en este cuadro donde un día se nos cuela nuestra particular tormenta sin avisar, esperando que olvidemos la paleta de colores para pintar sólo en blanco  y negro. Pero mi "amiga" es alegría pura, luz y color. Pocos días pintó en blanco y negro, y los que lo hizo, no nos permitió a los más cercanos a ella que nos diésemos cuenta. 

Durante todos estos duros y largos meses, que los que estamos fuera seguro que no podemos ni imaginar, nunca ha perdido la sonrisa. Dice su marido que no hay nada serio que no se pueda decir con una sonrisa, y es totalmente cierto. Tan generosa ha sido que nos ha permitido a muchos afortunados acompañarla a las largas sesiones de tratamiento, en las que siempre había motivos para reír y pasarlo bien, a pesar de las circunstancias. La que tuve el honor de asistir, fue coronada por un espectacular almuerzo en una conocida pizzería sevillana localizada a un paseíto del hospital. Recorrido que por cierto, se negó a hacer en coche y caminó como si viniese de echar una siesta, imagino que para regodearse frente a la tormenta por si permanecía al acecho. Aprovecho para recordarle que tenemos una segunda cita pendiente. Por cierto, ese día, tanto a la entrada como a la salida, mi imagen quedó cautiva en esa campana que captaba toda la atención como un oasis en el desierto de la frialdad del hospital.  Mientras la acompañaba en la soledad de la sala de tratamiento, la oímos sonar, junto a sonrisas y llantos de emoción. 

Y como al final todo llega, por fin llegó la hora de que mi "amiga" tocase esa campana, la campana de los sueños. Algo que no dudábamos ninguno de los que tuvimos la enorme fortuna de acompañarla. Todos los que pudimos asistimos a compartir ese inolvidable momento con ella. Allí estaba, con la sonrisa que nunca perdió, saliendo más fuerte tras todo lo vivido y dejando atrás la tormenta. Porque ella es la tormenta.

Y a pesar del duro proceso que le ha tocado vivir,  a todos los que hemos sido testigos nos ha regalado infinidad de lecciones, valiosísimas pero que corremos el riesgo de olvidar cuando todo pase. La más importante de todas fue que no aplazó su decisión de VIVIR (así, con mayúsculas) hasta que llegase el ansiado momento de tocar esa campana. Ha viajado, reído, llorado (aunque la mayoría no la hayamos visto), salido a cenar, a  almorzar, se ha ido de vacaciones, una vida normal salvo por una cita ineludible los jueves, que jamás le hizo perder la sonrisa. VIVIR es urgente, y es para hoy, no para mañana, por mucho que arrecie la tormenta. No podemos dejar nuestra vida en suspenso mientras nos llega el momento de tocar la campana. La vida es demasiado bella (aunque igual de dura a veces) como para perder ni un solo segundo.

Gracias, "amiga" por todo lo que me has enseñado. Mis palabras este mes van dedicadas a ti, a mi “hermanamiga” de la que hablaba al principio y a tantas mujeres que han atravesado, están atravesando y tendrán que atravesar esa maldita tormenta. Ojalá todas puedan dejarla atrás como tú.

p.s.: Aunque he usado las palabras "amigas" y "amigos" para disimular en parte vuestra identidad, los dos sabéis que sois mucho más que eso. Os queremos una jartá.