Publicación del mes de octubre, que comienzo a escribir justo cuando nos acaban de confirmar que el patrocinador que tenía previsto colaborar con el proyecto de “El sueño de Cristian en Nueva York” no puede asumir su financiación por cuestiones internas.
Lo
que en otro momento de mi vida hubiese supuesto el hundimiento más absoluto y
una auténtica explosión de emociones negativas en mi interior no ha sido más
que un chute de motivación para encontrar soluciones alternativas. Dice mi buen
Amigo Alonso Pulido que si no sale el Plan A, tenemos que ir a por el B, a por el
C, y así hasta agotar todas las letras del abecedario. Yo he añadido de mi
cosecha particular que podemos mezclar letras, como en las matrículas de los
coches. Este inconveniente no ha sido más que la oportunidad de probarme un
poco más, teniendo la oportunidad de mejorar con ello.
Por
primera vez en la historia del blog, voy a dejar la publicación abierta hasta
el último día del mes (o hasta antes si conseguimos el ansiado patrocinio que
nos permita viajar a Nueva York). Lo importante, como en la vida, habrá sido el
camino y no la meta. Haber recibido ese “no” sin duda nos va a permitir vivir
experiencias y aprender lecciones que de otra forma nos hubiésemos perdido.
El
genial Mario Alonso Puig, en una de sus magistrales newsletters cargadas de
sabiduría, se refería este mes sobre a la actitud positiva como una lente
poderosa para nuestra vida. Nos recomendaba y animaba a que frente a cualquier
adversidad o reto, nos detengamos por un momento, respiremos hondo y busquemos
ese aspecto positivo o esa enseñanza que está oculta más allá de las
apariencias. Y si la encontramos, ¿por qué no compartirla con alguien de tu red
de apoyo? Yo he encontrado varias lecciones de incalculable valor. Y aquí estoy
compartiéndolas con todos vosotros. Remata su comunicación diciendo que la
actitud positiva es la chispa que enciende nuestra creatividad, que cada
desafío puede ser el comienzo de una nueva aventura, si así lo decidimos. En mi
caso, el chispazo ha sido importante. Otra cuestión es la calidad de las
medidas creativas empleadas, pero como decía al inicio, nadie podrá negarnos lo
bien que lo hemos pasado.
He
titulado así el blog porque pedir ayuda es una de las habilidades que tengo que
trabajarme y desarrollar. Siempre fui bastante autosuficiente y lo de pedir
ayuda era algo que me costaba trabajo incluso considerar. Recuerdo como
anécdota que en mis primeros años como auxiliar administrativo en una hoy
desaparecida Caja de Ahorros, tenía un cliente de muy avanzada edad bastante
gráfico y divertido en sus conversaciones. Entre otras lindezas (la anécdota de
la hucha del recién casado la dejaré para otra publicación) solía decir que él
no le debía favores a nadie porque nunca nadie le habían ayudado. Y que gracias
a ello podía cruzar las calles a pecho descubierto (literal, con la camisa
desabrochada) en plena Guerra Civil. Decía que nada que deber y nada que
agradecer, nada que temer. No comulgo en absoluto con esta idea, pero creo que
algo se quedó anclado en mis neuronas que provocó que pedir ayuda siempre fuese
una de las últimas alternativas a considerar. A pesar de ello, está demostrado
que pedir ayuda tiene efectos muy positivos no sólo en nosotros también en los
demás.
Como
he repetido en infinidad de ocasiones, aprendí la lección de ayudar gracias a
mis Amigos de la Fundación Olivares, cuando una voluntaria me enseñó que
“cuando ayudas a los demás recibes muchísimo más de lo que das”. Sin embargo,
esta ayuda sólo es posible cuando alguien en el otro lado pide ayuda, de forma
directa o indirecta. Si todos fuésemos como mi abuelito del banco, nadie
ayudaría a nadie.
En
esta faceta he contado con un Maestro de excepción en mi amigo Juanlu Muñoz Escassi,
padre del solidario Reto Pichón, que hace unos años decidió pedir ayuda a sus embajadores
para ampliar el alcance del reto. El tío que es la ayuda a los demás personificada,
pidiendo ayuda para ayudar. Hermosa lección.
San
Agustín decía “Da lo que tienes para que merezcas recibir lo que te falta”. Lo
de ayudar es un camino en dos direcciones, el de pedir ayuda y el de ayudar. Si
nadie pidiese ayuda, de forma directa o indirecta, nadie tendría la posibilidad
de ayudar. Podríamos considerar que no pedir ayuda a la gente cuando la
necesitas es una forma de perjudicar a otras personas, porque no les estamos dando la oportunidad de
ayudarnos y, por tanto, de sentirse mucho mejor de lo que se sentirían de otro
modo. Sin embargo, a pesar de este razonamiento tan lógico y tan aparentemente
apabullante, lo de pedir ayuda seguía estando dentro de mi interminable lista
de tareas pendientes para mejorar.
Hablando
de fases célebres, el famoso Coronel John “Hannibal” Smith del recordado
“Equipo A” que le encantaban que los planes saliesen bien. También he oído en
cierta ocasión que a veces que los planes no salgan como estaba previsto puede
convertirse en un maravilloso golpe de suerte. Para un amante de los planes,
que algo no salga según lo planeado no significa que no haya salido bien. Hay
muchas maneras de hacer las cosas y, a veces, los retrasos o cambios en los
planes pueden ayudar a resaltar esto. Hay más opciones de las que creemos y un
contratiempo en el plan puede ser una oportunidad para pensar de forma
creativa. Lo de la secuencia de planes en forma de
letras (o combinaciones de ellas) a las que hacía alusión al principio de la
publicación.
La
inesperada negativa nos permitió vivir experiencias inolvidables que de otra
forma estoy seguro que no hubiésemos vivido. Vaya por delante que de no haber
estado acompañado por Cristian en esta maravillosa aventura posiblemente nunca
hubiese pasado al plan B. Lo más sensato, lo más lógico y lo más fácil sobre
todo hubiese sido rendirme. Entre otras cosas, porque me hubiese evitado la
necesidad de pasar por el proceso de petición de ayuda por el que he tenido que
pasar. También quiero dejar claro que entiendo perfectamente cualquier
pensamiento que haya podido generar esta aventura y la búsqueda de
patrocinadores a las que nos hemos lanzado. Creo que no podemos (ni debemos)
caer bien ni gustar a todo el mundo. Estoy casi seguro que habremos despertado
casi las mismas simpatías que antipatías, pero así es la vida. ¿Ha compensado?
Con creces.
Justo
en el momento de escribir este párrafo (una semana después de haber grabado el
vídeo que decidimos difundir para pedir ayuda y sólo cinco días después de
haberlo publicado) ya podemos decir que hemos encontrado patrocinio para la
mitad del proyecto. Ni en nuestros mejores sueños. Después de más de cincuenta
correos, e incontables Whatsapps y conversaciones telefónicas y en persona, ya
tenemos recorrido la mitad del camino. Los comentarios recibidos, los
compartidos en redes, los gestos de apoyo de gente cercana y no tan cercana son
la mejor recompensa a esta locura en la que nos hemos metido, con independencia
del resultado final que alcancemos. Si no se nos hubiese ocurrido pedir ayuda
jamás hubiésemos tenido la oportunidad de comprobar lo que nos quiere la gente,
algo que compensa con creces la dificultad de superar el rechazo inicial a
levantar la mano y pedir ayuda.
Haber
pedido ayuda nos ha permitido conocer a gente maravillosa, a gente que no
hubiésemos conocido de haber salido todo como estaba planeado. Nos ha permitido
también vivir experiencias que tampoco hubiésemos vivido si el plan se hubiese
cumplido según lo previsto. Recuerdo ahora otra frase de mi amigo Alonso que me
enseñó una vez que cuando pedimos algo a Dios, al Universo, a la Naturaleza o a
quién queramos poner en este lugar, sólo existen tres posibles respuestas: “sí,
ahí lo tienes”; “todavía no” o “tengo pensado algo mejor para ti”. Indudablemente
en este caso la respuesta ha sido esta última.
Finalizo
esta extensa publicación con la incertidumbre de no haber conseguido todavía la
totalidad de los patrocinios necesarios para ir a Nueva York, pero con la ilusión
de cruzar el charco en muy pocos días. No he esperado al último día del mes
como tenía pensado, ni a tenerlo todo resuelto. He pensado que publicarlo ya podría
ser de ayuda a conseguir el último empujón. La publicación de noviembre irá de
agradecimientos, con independencia del resultado. Una vez superado el máster en
petición de ayuda, es el momento de agradecerlo.
Gracias
por adelantado a todos los que nos estáis ayudando, a los que nos vais a
ayudar, y como siempre por vuestro tiempo en esta larga lectura.