domingo, 26 de enero de 2025

PROBLEMAS TENEMOS TODOS…(MENOS MAL)

           Comenzamos el año apurando el mes de enero para hablar de uno de nuestros compañeros inseparables de viaje, los problemas.

Una de las acepciones de la RAE nos los define como un conjunto de hechos o circunstancias que dificultan la consecución de algún fin. En su siguiente acepción, como disgusto o preocupación, describe a la perfección las emociones que suelen despertar.

Los problemas son esas molestas piedras en el camino que parecen inevitables y que nos encontramos todos los días. Juanlu, mi antiguo maestro de Tai Chi Chuan al que ya he mencionado en alguna que otra ocasión solía decir “que las piedras que te encuentres en tu camino sean los apoyos para levantarte”. Visto así los problemas, más que ser evitados, deberían ser “utilizados”. Mi amigo Alonso Pulido, a quién también menciono con cierta frecuencia suele decir que “los problemas no se acaban nunca. La buena noticia es que las soluciones tampoco”. Hace una metáfora muy gráfica en la que compara nuestra evolución a lo largo de la vida al aprendizaje de las tablas de multiplicar. Cuando ya parecemos tener controlada la del uno, nos encontramos con la del dos, y después con la del tres, y después… resulta que los números son infinitos.

La gestión adecuada de los problemas requiere de una de las herramientas multiusos más útiles de esta vida, nuestra famosa actitud. No podemos controlar la aparición de los problemas, pero sí tenemos la actitud de decidir lo que hacemos con ellos. Si decidimos usarlos como oportunidades para aprender, crecer y mejorar serán bienvenidos en nuestra vida. De hecho, si miramos hacia atrás en nuestro camino ya recorrido, podemos comprobar como nuestros mejores logros posiblemente vinieron precedidos de problemas que por aquellos entonces parecían ser imposibles de solucionar. En este sentido, Norman Vincent Peale, el creador del pensamiento positivo, decía que  cada problema tiene en sí las semillas de su propia solución. Si no tienes ningún problema, no obtienes ninguna semilla”.

               Para poder revertir el disgusto o la preocupación que pueda generarnos la aparición de un problema podemos usar algunos consejos a modo de estrategia:

·        Adoptar una mentalidad de aprendizaje. Si nos preguntamos "¿Qué puedo aprender de esto?" en lugar ¿Por qué me pasa esto a mí? tendremos mucho adelantado. Encontrarle un sentido a la situación y confiar que en el futuro nos llevará a mejorar y a crecer nos será de mucha utilidad. En la escuela de negocios con la que colaboro dicen que  un problema bien diagnosticado es un problema casi resuelto.

·        Descomponer el problema. La mayoría de las veces los problemas parecen imposibles de solucionar porque nos boicoteamos a nosotros mismos otorgándole una importancia mayor que la que tienen. Partir el problema en partes más pequeñas más fáciles de solucionar también nos ayudará bastante. Recuerdo una frase bastante gráfica: “¿Cuál es la forma de comerse un elefante?: A trocitos. No hay otra.”

·        Pedir ayuda. Nadie dijo que los problemas deban resolverse en soledad. Contemplar otras perspectivas o considerar los recursos de otras personas pueden ser claves en la resolución de los problemas. Mi publicación del mes de octubre del año pasado estaba dedicada íntegramente a la importancia de pedir ayuda.

·        Mantener la calma y no perder los nervios. Un problema tratado con nervios incrementa su importancia de forma directamente proporcional al tamaño de los nervios que le apliquemos. Esta frase es de cosecha propia, pero por experiencia propia me temo que tiene mucho de cierto.

Algunos problemas típicos que nos encontramos en nuestro día a día, tanto diario como profesional, son los siguientes (la clasificación también es de cosecha propia):

·        Medalla de oro: “No tengo tiempo”. Una de las frases más escuchadas como problemas en boca de muchos. Si lo pensamos con objetividad, resulta que todos tenemos las mismas 24 horas al día, aunque parece que cunden de forma diferente y a algunos se le estiran mágicamente. El problema no es el número de horas, sino como las prioricemos. Como dice el crack de Küppers, lo más importante en la vida es que lo más importante sea siempre lo más importante. No priorizar y decir que sí a todos es una fuente indudable de problemas.

·        Medalla de plata: “Todo me sale mal”. Otra frase típica que el gran Emilio Duró define a la perfección como el resultado de un ego hipertrofiado. En una pizarra suele pintar el planeta tierra para representarnos con un punto, y tras describir la inmensidad del universo, concluye que somos totalmente insignificantes. Creemos que todos los marrones nos caen a nosotros, pero no somos tan importantes como para que el universo concentre todos los marrones en nosotros. Si crees firmemente que te caen todos los marrones, es que los atraes. El marrón eres tú.

·        Medalla de bronce: “Mi equipo, mi familia, mi… no cumplen mis expectativas”. Este problema nos permite un doble análisis. En primer lugar, si nos consideramos líderes, tanto a nivel personal como profesional, debemos recordar que se lidera con el ejemplo, con lo que hacemos y no con lo que decimos. Si nadie cumple, lo mismo es que no estamos dando el ejemplo adecuado. Y también tenemos que tener en cuenta el tema de las expectativas. Mantenerlas altas es también una forma de buscar problemas.

          Albert Einstein, padre de la teoría de la relatividad, decía que “ningún problema puede ser solucionado desde el mismo nivel de conciencia en el que fue creado”. Tratándose de Albert, no es un consejo para desechar.

              Cierro la publicación de enero con la misma frase con la que lo comencé. Que todos los problemas que te encuentres (piedras) sean oportunidades (apoyos) para crecer (levantarte), y que seas capaz de descubrirlo.

            Nos vemos en febrero. Espero que no sea un problema esperar un mes hasta la próxima publicación.