La inesperada marcha de uno de los impulsores de Carros de Fuego me ha llevado este mes a escribir sobre este real pero desagradable tema para algunos. La muerte, tabú para muchos, es una de las pocas verdades absolutas que admiten poca discusión en esta vida. Si algo tenemos claro en esta vida, como le decía Carlitos a Snoppy en la imagen que acompaña la publicación es que un día nos moriremos todos. Pero lo verdaderamente importante, como le respondía este perro sabio, es que el resto de los días no. Decía el recordado Pablo Raez que lo triste no es morirnos, lo triste es que no sepamos vivir mientras nos llega la hora. En relación a este tema llegan a mi mente dos cuentos que tuve la ocasión de leer magistralmente narrados como siempre de parte del genial Bucay, y cuyos enlaces adjunto al final. El primero, una narración al parecer de origen irlandés que cuenta la historia del joven que pudo encerrar a la muerte en un tarro cuando venía a buscar a su madre. A pesar de que pudo engañarla, se dio cuenta que no hay vida sin muerte. Ambas son las dos caras de una misma moneda y sólo es posible explicar una en función de la otra. Al final no tuvo más remedio que liberarla y con ello dejar ir a su madre para que la vida siguiese su curso. En el segundo, el famoso cuento de “El Buscador”, en el que un viajero contempla con tristeza y horror como un cementerio parece estar repleto de niños, cierra con la gran lección de que el el único y verdadero tiempo vivido es el disfrutado, el gozado, el sentido de forma plena e intensa.
La despedida de Marco ha reabierto en mi círculo más íntimo el debate sobre la incidencia en la salud de las “locuras que hacemos”. Aún asumiendo que muchas veces transitamos por la delgada línea que separa la explosión de dopamina provocada por el cumplimiento de nuestros sueños con la amenaza de la tragedia, el quedarnos en casa no nos va a garantizar que se retrase nuestra hora. Podrá llegar de otra forma, quizá incluso menos agradable, pero como escuché una vez a la crack de Patricia Ramírez: “Si está para ti esta para ti aunque te quites, y si no está para ti, no está para ti aunque te pongas…” Obviamente, salir en bicicleta de carretera durante varias horas incrementa tus posibilidades de sufrir un accidente, pero llevar una vida “socialmente” aceptada, con estrés en el trabajo, con consumo de tabaco, alcohol, con una alimentación también lo hace, pero parece que está mejor visto. Cuando mi madre, que posiblemente sea la persona que más me quiere (no creo que exista un amor más fuerte que el de una madre hacia su hijo, pero eso daría para otra publicicación), me pide con una mezcla de tristeza y enfado que deje de hacer estas locuras, la respuesta que se lleva siempre es la misma: "Garantízame que si me quedo sentado en casa viviré eternamente y lo mismo me lo pienso". Ya lo dijo también Steve Jobs en otra de sus frases lapidarias: "Stay crazy, stay hangry" (permanezcan alocados, permanezcan hambrientos". Hay que procurar saber vivir mientras nos llega nuestra hora, que al final llegará.
Cerraré esta publicación con una segunda verdad también casi absoluta. Cuando morimos, sólo existen dos posibles destinos para nuestros órganos: otro cuerpo en el que puedan seguir dando vida o el cubo de la basura. No hay más… Pero eso será materia de la publicación del mes de Mayo, espero. Gracias por vuestro tiempo.
Donde quiera que estés, Marco, sigue impulsando a nuestros capitanes. En la última carrera se respiraba algo especial en el ambiente. Estabas allí, con nosotros, aunque no pudiésemos verte, tocarte ni oírte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario