miércoles, 16 de abril de 2025

18 AÑOS: REFLEXIONES SOBRE EL PASO DEL TIEMPO Y LA MAYORÍA DE EDAD

     Hoy es un día especial. Tan especial que no podía dejar pasar por alto la oportunidad de dedicarle la publicación de mi blog del mes de abril. Hoy el sol nos ilumina con una luz especial. Hoy no es un día cualquiera. Mi hija “pequeña” cumple hoy dieciocho años. Un número cargado de significado que resuena con la promesa de la madurez, la libertad y un sinfín de posibilidades. Un número que para Daniela significa libertad, sueños y un mundo por descubrir. Para nosotros sus padres, es mucho más que eso. Es el capítulo final de una etapa y el inicio de otra. Como ella decía de pequeñita, “el fin es el comienzo de algo nuevo”. Para nosotros es mirar atrás y preguntarnos: ¿Cómo ha podido pasar tan rápido? ¿Dónde quedaron esas risas contagiosas, sus tropiezos aprendiendo a caminar, esas pataletas, y esos abrazos que llenaban los días de magia?

    El tiempo siempre tiene una manera especial de mostrarnos su paso, especialmente en lo relativo a nuestros hijos. Basta echar un vistazo a sus primeras fotos, a los dibujos llenos de colores y de amor que todavía adornan la puerta del frigorífico, a la bicicleta que lleva años acumulando polvo y a esos disfraces convertidos en recuerdos que parece mentira que un día la hubiesen vestido.

    Hoy hace dieciocho años que en un gesto cargado de significado tuve el honor y la responsabilidad de cortar el cordón umbilical que todavía la unía a su madre. Una forma de darle la bienvenida a esta vida, de reconocer su autonomía e independencia en el bonito camino que se le desplegaba por delante. Verla llegar a este mundo es una imagen que estoy seguro no olvidaré. Aunque algún día alguna enfermedad pueda borrar los recuerdos de mi memoria estoy seguro de que no será capaz de borrarlos de mi corazón.

    La mayoría de edad es el símbolo de una etapa en la que la persona empieza a tomar las riendas de su vida, a crear su propio camino. Pero el verdadero logro es todo lo que ha aprendido y sobre todo lo que nos ha enseñado a nosotros durante todo ese tiempo. Porque ser padres es más que una aventura un auténtico descubrimiento personal. Ella ha crecido, pero nosotros también. Gracias a ella hemos aprendido juntos a ser mejores, a superar muchos miedos y a celebrar las pequeñas victorias (y las grandes).

    Viéndola ahora en este momento tan importante de su vida no puedo evitar sentir un cosquilleo de emociones. Orgullo por la persona en la que se ha convertido. Alegría por los sueños que persigue con tanta pasión. Felicidad cuando la veo dibujar esa sonrisa. Miedo, porque creo que no se puede ser padre sin sentirlo, o al menos, yo todavía no ha aprendido a hacerlo. Y un poco de nostalgia, por los años que pasaron volando. Pero si hay una emoción que destaca por encima de todas es la  gratitud. Gratitud por cada momento compartido, por cada risa, por cada abrazo. Por cada lección aprendida. Por haber podido disfrutar de estos dieciocho años junto a ella, uno de los mejores regalos que me pudo hacer la vida.

    Hoy celebro no solo su cumpleaños, sino también el inicio de un nuevo capítulo en su vida. Un capítulo lleno de aventuras, desafíos y descubrimientos. Un capítulo donde ella será la protagonista, la autora de su propia historia. Y ese protagonismo independiente implica para los padres la necesidad de aprender a soltar, a dejar ir. De la misma forma que un día nuestros padres hicieron con nosotros. No he encontrado mejor forma de reflejar mi aprendizaje que con el bello poema de Kahlil Gibran que tantas veces he leído, y que lleva por título “Tus hijos no son tus hijos…”

Tus hijos no son tus hijos

son hijos e hijas de la vida

deseosa de sí misma.

No vienen de ti, sino a través de ti.

Puedes darles tu amor,

pero no tus pensamientos, pues,

ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos,

pero no sus almas, porque ellas,

viven en la casa del mañana,

que no puedes visitar

ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,

pero no procures hacerlos semejantes a ti

porque la vida no retrocede,

ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual, tus hijos

como flechas vivas son lanzados.

Deja que la inclinación

en tu mano de arquero

sea para la felicidad

    Como me conoces tan bien, porque en el fondo creo que algo nos parecemos, no podía dejar de pasar la oportunidad en este día de dejarte algunos consejos. Aunque sin duda yo he aprendido de ti muchísimo más que tú de mí, creo que los años me permiten ver con otros ojos (de viejo) la vida y aquí te dejo una lista de tareas:

§  Sueña en grande. No permitas que nadie limite tus aspiraciones. El mundo es tuyo.

§ Sé valiente. Aunque ya lo eres, no temas a los obstáculos. Que no te hagan perder la sonrisa. Son oportunidades para crecer y aprender.

§  Sé tú misma. No cambies para complacer a nadie. Tu autenticidad es tu mayor fortaleza. La mayoría de la gente vendería su alma al diablo por ser como tú. Los que no, es que la han vendido ya.

§   Sé feliz. Encuentra la alegría en las pequeñas cosas y celebra cada momento.

    Ya sabes que el primer consejo (bueno casi ninguno) no son míos. Es un resumen de la frase que durante tantos años se mostraba en una pared de tu habitación junto a una imagen de la película “En busca de la felicidad”. Esa que dice “Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo. Ni siquiera yo. Si tienes un sueño, tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo por ellos mismos, te dirán que tú tampoco puedes hacerlo. ¿Quieres algo? Ve por ello y punto”. Me encantaría que me recordases por esa frase, aunque no sea mía.

    También sabes que podría llenar un libro hablando de ti. Pero tampoco quiero agobiarte en este día tan especial. Así que voy a rematar la publicación de abril con algunos consejos (definitivamente me he venido arriba) para los que tengan la suerte de ser padres (biológicos o en cualquiera de sus acepciones).

  • Aprovechad cada momento con vuestros hijos. El tiempo vuela.
  • Amadlos incondicionalmente. No hay mejor regalo que nuestro amor.
  • Inspiradlos a ser mejores personas. El mundo necesita su luz. No hay mayor felicidad para un padre o una madre que ver a su hija o a su hijo feliz.

    Hoy, cuando vea a Daniela soplar las velas de su pastel, yo también pediré un deseo: que su vida esté llena de momentos felices, de sueños cumplidos y de personas que la amen y la valoren por quien es. Espero poder verlo durante mucho tiempo.

    No puedo terminar esta publicación sin dar las gracias a mi mujer y madre de Daniela, que lleva ya oficialmente veintinueve años aguantándome con papeles. Un día especial para celebrar nuestro aniversario de boda, pero cuyo protagonismo indudablemente se llevó Daniela ese primaveral sábado de 2007.

    Y como imagen, y hablando de felicidad, una de las infinitas fotos que guardo de estos dieciocho años. En la playa de El Palmar, en uno de los innumerables momentos que pasamos allí, el verdadero reflejo de la imagen de la verdadera felicidad.



 

 

 

 

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