Dedicamos el
post de este mes al paso del tiempo, ese
compañero infatigable de viaje que nunca nos abandona en nuestro paseo por la
vida.
La próxima vez
que publique en el blog, si todo va bien, debo tener un año más, por lo que en
estos momentos esta idea parece adquirir más importancia que en otros momentos
del año.
He bautizado
la publicación con el nombre de una sevillana que recuerdo de pequeñito, y que
decía algo así como “Pasa la vida, pasa igual que la corriente, del río cuando
llega al mar…”
Una de las
paradojas importantes de la vida es que aunque todas las horas tengan sesenta
minutos y todos los minutos sesenta segundos, obviamente no todas las horas duran
igual. El genial Albert Einstein, padre de la teoría de la relatividad, usaba
un ilustrativo ejemplo para demostrarnos que el tiempo es relativo: “Una hora
sentado con una chica guapa en un banco del parque pasa como un minuto, pero un
minuto sentado sobre una estufa caliente parece una hora.”
Cuando eres
joven, muy joven, el tiempo parece moverse al ritmo de un caracol cansado. No
ves la forma de cambiar las hojas del calendario y los momentos del año que
deseas, como tu cumpleaños, las vacaciones de verano, las Navidades, parece que
no van a llegar nunca. Cuando vas cumpliend vanza a velocidades cercanas a la
de la luz. Igual que la historia se parte en dos gracias a Jesucristo (antes de
Cristo y después de Cristo) la vida de los padres que conozco parece dividirse
en dos en base al nacimiento de tus descendientes (antes de tus hijos y después
de tus hijos). Tener la oportunidad de ser espectador privilegiado del paso de
una vida que no es la tuya desencadena el vértigo en la montaña rusa de tus
días. Una vez me dieron una explicación muy convincente al respecto. Cuando
tienes dos años, un año representa el cincuenta por ciento de tu vida, por lo
que todo pasa muy lento. Cuando tienes veinte años, ese mismo año ya es un
cinco por ciento, por lo que va más rápido. Cuando estás a punto de cumplir los
cincuenta, hablamos de un dos por
ciento, “match dos” creo que se decía.
No podría
pasar por alto el cuento de Jorge Bucay "El Buscador”. En él, un viajero
contempla aterrorizado las inscripciones de las lápidas en lo que parece ser un
cementerio de niños. Ninguna de ellas marcaba
edades superiores a los once años. Desolado, rompió a llorar pensando en la
terrible maldición que pesaba sobre aquel lugar. Un anciano al verlo, le
preguntó si tenía algún familiar allí enterrado. Le contestó que no, pero que
estaba desolado al ver aquel cementerio repleto de niños…El anciano sonrió y le
contestó algo así:
“Tranquilo
amigo, no hay ninguna maldición. Le explicaré… Cuando un joven cumple quince
años, sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del
cuello, y la costumbre es que cada vez que uno disfruta intensamente de algo,
abra la libreta y anote en ella: a la izquierda, qué fue lo disfrutado, a la
derecha, cuánto tiempo duró el disfrute ¿Conoció a su novia y se enamoró de
ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana,
dos?¿Y después?, la emoción del primer beso, ¿cuánto duró? ¿El minuto y medio
del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?
¿Y el embarazo
o el nacimiento del primer hijo? ¿Y el casamiento de los amigos? ¿Y el viaje
más deseado? ¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano?
¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones?, ¿horas?, ¿días?
Así vamos
anotando en la libreta cada momento, cada gozo, cada sentimiento pleno e
intenso… Y cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y
sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ése
es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido”
Esa debería
ser para nosotros la verdadera medida del tiempo. Y el objetivo de nuestras vidas,
que el tiempo disfrutado se acercase en la mayor medida posible a nuestra edad
biológica.
Y para
finalizar, no he encontrado mejor forma de hacerlo que con la letra de la
presentación de la comparsa de Tino Tovar “Tic Tac”, que habla precisamente
sobre el tiempo.
“Yo valgo más
que la fama, yo valgo más que el dinero,
Yo soy quien
todo lo sana, no juegues conmigo
Que yo nunca
pierdo
Soy el que
nadie gobierna el que pisa tu suelo
El que
enciende tu llama y apaga tu fuego
Soy el que
nadie gobierna el que pisa tu suelo
El que
enciende tu llama y apaga…
Soy, el que no
retrocedo, tu instante, tu momento
Soy tu eterno
compañero, yo soy el tiempo, tu tiempo”
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