Este mes he
apurado al máximo para la publicación en el blog. El Miércoles 25 de Septiembre
estaba marcado con letras de oro en mi calendario particular. Tocaba visita a
la Fundación Andrés Olivares y tenía muy claro que esas horitas que iba a pasar
en el Arroyo de los Ángeles (¿creemos en las casualidades o en las causalidades
con un nombre como éste?) me iban a dar material más que suficiente para
escribir la publicación de este mes.
Este año he
pedido prestado el título de una película que me impresionó bastante para poner
nombre a este post. En City of Angels, magistralmente interpretada por Meg Ryan
y Nicolas Cage, se ponía de manifiesto la existencia de los ángeles, algo que
se ratifica de sobra con una visita a la Fundación. Seguimos con la vena
cinéfila, porque el año pasado a estas alturas hablaba de "Lo que de
verdad importa", del crack de Paco Arango.
Por primera
vez en nuestros cuatro años de visita a la Fundación para preparar el
calendario la visita no tenía lugar un viernes. Este año, por cuestiones de
agenda, tuvimos que adelantar la visita a un Miércoles, aunque ello no fue un
inconveniente para que más de veinticinco ángeles esperasen impacientes con sus
disfraces y sus alas invisibles (formadas por toneladas condensadas de alma,
magia y corazón) la llegada del fotógrafo, otro que también combina estos tres
elementos a la perfección (no en vano se apellida Escobedoheart)
Esta vez
también era especial por otro motivo, al menos para mí. Por primera vez en
estos años tenía un acompañante de excepción. Invité a mi hijo Pablo, que
además de que parece querer encaminar su desarrollo profesional por el campo de
la educación especial, tiene un trato especial para los más pequeños. Aunque
pensé que le encantaría la visita, pensaba también que su rebeldía adolescente
le haría rechazar la invitación, pero me equivoqué. Nada más salir del
Instituto pilló su bocata y se montó en el coche con nosotros para dirigirnos a
la sede de la Fundación.
Allí pudimos
respirar, experimentar, disfrutar, gozar y entender la verdadera vida. Lo
demás, como dice su presidente Andrés, es puro teatro. Mentira de la mala.
Poder abrazar a Andrés, a Edu, a Paula, a nuestra querida Carmencita, que te
recuerden los niños de otros años y que vengan a abrazarte, ver la ilusión
dibujada en sus rostros cuando se colocan frente al objetivo, sentir la
serenidad en la mirada de unos padres maltratados por la vida cuando contemplan
a sus hijos en este oasis de alegría dentro de ese duro desierto de enfermedad
por el que caminan, verlos crecer, echar de menos a los que ya no están,
conocer nuevos voluntarios… todos estos momentos sólo pueden experimentarse en
una ciudad de ángeles, la que se ha construido en este rincón de Málaga, muy
cerquita del hospital materno infantil.
Vuelven a mí
esas palabras que aquella voluntaria de la Fundación me regaló hace ya varios
años (más de los que pensaba): "Cuando ayudas a los demás recibes
muchísimo más de lo que das". Soy un afortunado, porque dando muy poco, lo
recibo todo. Ojalá pueda volver muchos años a esta ciudad de ángeles. Ojalá
llegue un momento que no tengamos niños a los que fotografiar, porque esta
injusta enfermedad que se ceba con los más pequeños tenga por fin una cura.
Siempre habrá alguien a quien ayudar y ojalá encaminemos nuestros pasos hasta
otro lugar.
Ángeles de
la Fundación, muchísimas gracias. Me lo dais todo sin pedir nada a cambio.
Gracias a todos los que formáis parte de este sueño anual de los calendarios: a
los fotógrafos, a los impresores, a los voluntarios, a los patrocinadores, a
los trabajadores de la Fundación, a los familiares, a todos los que os vais a
hacer con un calendario o al menos vais a compartir las publicaciones para
ayudar a difundir la labor de la Fundación, pero sobre todo gracias a los verdaderos
protagonistas: esos ángeles vestidos de niños que tanto nos enseñan.
Me voy a
permitir dar unas gracias especiales a mi hijo Pablo. Una vez más me has vuelto
a emocionar. Verte haciendo reír, saltar y hablar a quién tú sabes me ha vuelto
a demostrar una vez más lo grande que eres. Gracias. Ojalá alguna vez alcances
a entender cuánto te quiero.
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