sábado, 12 de octubre de 2019

EL SUEÑO DE LOS DESPIERTOS


Como todos los meses recurro a una experiencia que me haya impactado o llamado poderosamente la atención en los últimos días en la búsqueda de un tema para la publicación mensual del blog.

                Este mes lo tenía relativamente fácil. El reto #YoCaminoTúDonas, llevado a cabo con la finalidad de concienciar sobre la importancia de la donación de órganos me lo ha puesto relativamente fácil. Lo que a los ojos de muchos puede parecer una simple locura (locura lo ha sido, pero con sentido, lo que modestamente creo que evita que se le pueda tachar de simple) creo honestamente que ha podido ser una de las grandes aventuras de mi vida, y posiblemente de la de mis acompañantes.

                En cuanto al título ha surgido como lógica consecuencia de que este reto (recorrer a pie los ciento dieciséis kilómetros que separan Sarria de Santiago de Compostela en veintitrés horas, que se corresponden con las cinco o seis últimas cinco etapas del Camino de Santiago en su vertiente francesa) se ha desarrollado durante más de la mitad de su duración de noche, en la más absoluta oscuridad. Siguiendo la frase del genial Walt Disney, pensamos que si lo podíamos soñar lo podíamos hacer (como finalmente ocurrió) pero infravaloramos la influencia de la noche. Más que el cansancio, que la fatiga muscular, que nuestros propios miedos disfrazados de fantasmas mentales, fue la otra acepción de la palabra sueño la que estuvo a punto de hacernos fracasar en nuestro intento.

                Ya lo dijo Calderón en su día:

¿Qué es la vida? Una ilusión,

una sombra, una ficción,

y el mayor bien es pequeño:

que toda la vida es sueño,

y los sueños, sueños son.

                Casi veinte siglos antes, Chuang-tzu escribía la famosa historia del sueño mariposa, que viene a decir algo así como:

«Érase una vez, yo, Zhuangzi, soñé que era una mariposa, revoloteando de aquí para allá, a todos los efectos una mariposa. Sólo era consciente de mi felicidad como una mariposa, sin saber que era Zhuangzi. Pronto desperté, y allí estaba yo mismo de nuevo. Ahora no sé si yo era entonces un hombre soñando que era una mariposa, o si ahora soy una mariposa, soñando que soy un hombre.”

                Esta dualidad de dimensiones (realidad vs. Ilusión ) también ha sido magistralmente tratada recientemente en la película “Mátrix” y nos puede llevar a reflexionar acerca de una cuestión que aparentemente tendría fácil solución, al menos así nos lo han enseñado desde muy pequeños.

                Pero la palabra “sueño” también tiene una importante segunda acepción además del antónimo de vigilia que también aparece oculta en el título de este post. Fuimos cinco “despiertos” los que soñamos con hacer realidad este sueño, como se deduce de nuestra anterior alusión a Walt Disney.

                Dicen los gurús del “management” (para lo que no encuentro una traducción apropiada en español) que los sueños no son válidos a la hora de guiar nuestro desarrollo personal y profesional. Que para eso están los objetivos, que siguiendo la regla de las siglas “SMART” (también en inglés: concreto, medible, alcanzable, realista y con un horizonte temporal) nos guían como faros en nuestro navegar. Pero desde mi modesta opinión a los objetivos les falta un ingrediente fundamental de los sueños: la pasión. Para mí la pasión es la gasolina que alimenta los sueños, el combustible que nos permite seguir avanzando por muchas dificultades que nos vayamos encontrando en el Camino.

                En esta inolvidable experiencia, nos quedamos con el sentido final de este sueño, de esta aventura. Al abrigo del paraguas de la Fundación Donando Vidas, dedicamos veintitrés horas de nuestra vida (algunas más con las previas y las posteriores) a concienciar al mundo sobre la importancia de hacernos donantes de órganos. Cuando dejemos este mundo, cuando posiblemente despertemos de este sueño que puede que estemos viviendo, no habrá mejor legado que dejar por aquí nuestros órganos para que, viviendo dentro de alguien que pueda necesitarlos, sirvan para seguir imaginando y viviendo sueños.

                Y para cerrar obviamente no hemos encontrado mejor imagen que la de este equipo #YoCaminoTúDonas feliz por haber alcanzado su sueño (no tengo muy claro si fue un objetivo, porque lo de realista no estuvo tan claro durante mucho tiempo) a la sombra de la Catedral de Santiago. ¿Soñamos? Buen Camino.

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