sábado, 17 de agosto de 2019

EL QUIJOTE DE SANLÚCAR


En un lugar de la Sanlúcar, de cuyo nombre no puedo acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de dorsal en astillero, zapas antiguas, bici flaca y porte corredor...

            Así podría comenzar perfectamente el relato de mi blog del mes de Agosto para referirme a Eduardo Rangel, presidente de la Fundación Donando Vidas.

            Su amigo y hermano de la vida Enrique Sánchez, artista de sabores, olores y texturas, lo define siempre como un Quijote. Al igual que el protagonista una de las obras más conocidas de nuestra literatura fue tachado de loco en muchas ocasiones. Igual que Don Quijote permaneció ajeno a las burlas de los demás y continuó adelante con su proyecto, para derrotar a esa maldita lista de espera que tomó forma de gigante contra el que luchar. Además de la diferencia de época que a cada uno le tocó vivir, hay otra que merece la pena resaltar. El hijo literario de Cervantes luchaba solo contra sus enemigos (bueno, con la única asistencia de su caballo Rocinante y su fiel escudero Sancho Panza, que lo acompañaba siempre montado en su rucio) mientras que Eduardo capitanea un inmenso ejército de guerreros pacíficos dispuestos a difundir el mensaje de la donación de órganos por todo el mundo. Entre ellos (él prefiere llamarlos Familia) tengo el inmenso honor de incluirme. En esta batalla sin armas, cuenta también con su particular Dulcinea que guía sus pasos en los momentos de oscuridad. Loli merece su reconocimiento. Porque delante de un gran hombre como Eduardo (nunca detrás) existe una gran mujer.

          Eduardo es un luchador incansable. Para él no existen los imposibles. Tras el fallecimiento de su madre, encontró en el deporte la excusa perfecta para unir voluntades en pos de tan noble causa. Dicen que el poder reside en la mente, pero yo creo que también se encuentra en el corazón. Sólo así podemos entender las hazañas deportivas que ha protagonizado este sanluqueño, que han derivado en un crecimiento de la cifra de donantes de órganos impensable para ser impulsada por una única persona. Entre otras, recorrió la distancia entre su querida Sanlúcar de Barrameda y el hospital Reina Sofía de Córdoba, para unir su lugar de nacimiento y el de la despedida de su madre. En el reto Renacer, completó ocho maratones (uno por cada provincia de Andalucía) en cuatro días (uno por la mañana y otro por la tarde). Ha sido Finisher de pruebas tan exigentes como el Iroman de Lanzarote, el de Kalmar (Suecia), el Norseman (en Noruega), entre otras. Como organizador ha sido el padre de la Ultramaratón de la Vida, una prueba que este año celebrará su cuarta edición y que deja una imborrable huella en todos los participantes, que ya reservamos el puente de la Inmaculada todos los años para disfrutar de estos momentos en Sanlúcar.

          Una de sus últimas creaciones ha sido la Gala de Premios Donando Vidas, que ha celebrado este año también en Sanlúcar su primera edición. Allí han sido premiados entre otros el Doctor Pérez Bernal, el auténtico número uno en las donaciones de órganos que ha permitido que España se coloque a la cabeza de este importante ranking. Entre sus geniales frases, me quedo con la afirmación de la existencia de ángeles sin alas, como llama a todos esos donantes que abandonaron este mundo con el más bello acto de amor posible, regalando la vida a otros. En esta línea reconoció la importancia de la solidaridad, una asignatura que jamás se estudió en la carrera de Medicina pero que salva tantas vidas o más que los antibióticos y las vacunas.

         Como broche de oro a la Gala, el Quijote Sanluqueño fue sorprendido con la entrega del primer Premio Purificación Enríquez (su Madre, quien sin saberlo se marchó de este mundo desencadenando todo esto).  Recibió el precioso raigón de olivo milenario elaborado artesanalmente en Castro del Río porque no había nadie que lo mereciese más. Nos enseñó a todos a llorar, porque cuando llega el momento no hay nada mejor que sentir las lágrimas rodando por tus mejillas.

        Os dejo al final el enlace al video de la Gala. Casi dos horas de emociones, de gente muy grande que hacen albergar la esperanza de que un día esa lista de espera de receptores esperando órganos desaparezca, aunque ello implique también la desaparición de la Fundación, como Eduardo afirmó en una de sus últimas frases de la gala.

       Para cerrar la publicación una frase de mi amiga Marta Núñez que me encanta: el mundo está en manos de aquellos que tienen el coraje de soñar y de correr el riesgo de vivir sus sueños. No me cabe duda que Eduardo es uno de ellos. En sus manos seguro que tendremos un mundo mejor. Afortunadamente, y en contra de lo que ocurrió con Alonso Quijano, Eduardo no está solo. Tenemos otros muchos Quijotes en este mundo y yo soy un afortunado de compartir muchos momentos con ellos. Andrés Olivares, Juan Luis Muñoz Escassi, el Doctor Pérez Bernal, Vanessa y Antonio, los Capitanes, los padres de los niños de Carros de Fuego y tantos otros son Quijotes cambiando el mundo.



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