sábado, 27 de junio de 2020

MR. DUNNING - KRUGGER (EL ENTERAO)


Muchas veces al escribir la publicación mensual de mi blog me cuestiono la autoridad moral que tengo para hablar sobre ciertos  temas (sobre todos diría yo). En relación a este punto he creído conveniente hablar del efecto Dunning-Kruger, que tuve la oportunidad de conocer de manos de mi Maestro Antonio Garrido, en ese inolvidable curso de gestión de equipos de alto rendimiento que parece hoy tan lejano.

Vaya por delante que no me considero un experto en nada. Como dice uno de mis Maestros Víctor Küppers, soy muy de leer, estudiar información de gente que sabe y difundir con mi criterio lo que considero válido por si puede serle útil a los demás. No tengo problema en reconocer que yo no soy el que sabe, pero tengo la suerte de tener el teléfono, el correo la web del que sabe.  Y por si fuese poco, la fortuna de de caerle bien.

A pesar de esta premisa, siempre me queda la duda de si este síndrome puede llegar a afectarme, algo que quedaría muy lejos de mis deseos y muy cerca de mis preocupaciones. Reconozco que tenía esta publicación casi redactada pero la he mantenido en el congelador a la espera de vivir una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida.

Iré al grano. Para los que desconozcan este extraño nombre que suena similar a un personaje de película de miedo les diré que esta sintomatología es conocida habitualmente como el síndrome del “cuñao” o del “enterao”.

Su definición oficial es la de un sesgo cognitivo según el cual los individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que otras personas más preparadas, midiendo incorrectamente su habilidad por encima de lo real. Este sesgo se explica por una incapacidad metacognitiva del sujeto para reconocer su propia ineptitud. Por el contrario, los individuos altamente cualificados tienden a subestimar su competencia relativa, dando por sentado erróneamente que las tareas que son fáciles para ellos también son fáciles para otros. En palabras más coloquiales, en una definición que escuché del gran Alex Rovira, es que los tontos se creen más listos de lo que son y los listos se creen que los tontos son más listos que ellos. Más sencillo y gráfico imposible.

En la explicación científica de este sesgo, se podría decir que “la ignorancia suele proporcionar más confianza que el conocimiento”, como ya sugería Charles Darwin mucho tiempo antes del estudio de final del siglo XX que puso nombre a esta experiencia.   
        
Desgraciadamente, y en tiempos difíciles como los que hemos vivido, la pandemia de los Dunning-Krugger ha sido casi tan importante o más que la del maldito virus.

Vuelvo al tema de la experiencia transformadora a la que hacía referencia al principio y a su relación con este síndrome. Ayer día 27 de Junio tuve el honor, la fortuna y la irrepetible e inolvidable oportunidad de formar parte del “I Encuentro Virtual Reto Pichón”, organizado e impulsado por mi amigo Juan Luis Muñoz Escassi (creador del Reto Pichón) con el inspirador título de “Ayudar a los demás para ayudarte a ti mismo”. Hoy no voy a hablar del encuentro (daría para varias publicaciones), pero sí de su relación con el tema de la publicación de este mes. Junto a gente de la talla del propio organizador  del evento (Juanlu), de Eduardo Rangel (presidente de la Fundación Donando Vidas), de Raquel Domínguez (embajadora de la Fundación Adecco, y deportista campeona de todo dónde compite), de Cristian Jongeneel (embajador de la Fundación Vicente Ferrer y nadador de ultra distancias en aguas abiertas) y de Eduardo Balboa del Cid (el conocido Spiderman que atiende, visita y colabora con niños enfermos de cáncer, entre ellos con los de mi querida Fundación Olivares) me he colado para hablar sobre las ventajas de ayudar a los demás. Defiendo que no se trata de una evidencia que ratifique que sufra esta enfermedad, porque en ningún momento he pensado ni siquiera que podía estar al nivel de estos cinco grandes. Nada más lejos de la realidad. Lo único que justificaba mi presencia allí, como ya dije, fue mi magnífica amistad con el organizador del evento, y mi poca vergüenza. Una oportunidad así no podía dejarla pasar por alto, aunque haya escuchado más que hablado. Espero vivir lo suficiente como para tener nietos y poder contarle un día esta aventura. Y si al final soy un contagiado por esta enfermedad, espero ser de los competentes que se infravaloran mejor que de los incompetentes que se sobrevaloran.

Al final de la publicación pego dos gráficas que he localizado en San Google buscando información sobre el tema (ya dije al principio del blog que yo era de copiar y pegar, como Küppers). La primera proporcionada por los propios científicos que dieron nombre al efecto, y la segunda una forma muy gráfica y directa que explica las distintas localizaciones posibles a lo largo de la misma.

Finalizo esta corta publicación de Junio (no he querido explayarme mucho más para no caer en el riesgo de parecer un claro ejemplo de afectado por este síndrome) con el deseo que os guste como siempre y con el agradecimiento por vuestro tiempo invertido en su lectura. La imagen de hoy lleva su punto de humor, con un artista como el “Selu” en su papel de “enterao” llevando a cabo una de las innumerables ruedas de prensa que hemos tenido la oportunidad de disfrutar durante los últimos tres meses largos. Mi próxima publicación seré un año más viejo, con más experiencia y con más posibilidades por tanto de mostrar síntomas  Dunning-Krugger.