lunes, 16 de mayo de 2022

LA CHIRIGOTA: ORGANIZACIÓN MODELO DE ALTO RENDIMIENTO

Corría el mes de Marzo de 2018, cuando gracias a la insistencia del equipo comercial de APD, decidí inscribirme a una de las sesiones de formación más impactantes que he podido disfrutar en mi vida.

      El programa de entrenamiento en “Desarrollo de cultura de alto rendimiento en la dirección de personas”, impartido magistralmente por Antonio Garrido como director supuso un verdadero “zarandeo” mental que me hizo replantearme muchas cosas a nivel profesional y también personal.  

    Una de las cosas que más me sorprendió en la primera sesión es que Antonio definía a la “chirigota” como una organización modelo de alto rendimiento, aunque de rentabilidad mínima, porque como bien dice, el mercado no lo paga.

Antonio daba las siguientes claves en la identificación de una entidad de alto rendimiento, todas ellas (y alguna más) presentes en la agrupación chirigotera:

·          Disciplina con los ensayos.

·          Creatividad e innovación.

·          Divertirse trabajando.

·          Coordinación perfecta.

Mi relación con el Carnaval gracias a mi hijo Pablo, como bien sabéis los que me conocéis, ayudó a que se despertase en mí una curiosidad especial al respecto. Maya Angelou, conocida escritora y activista estadounidense, decía que “la gente olvidará lo que dijiste, olvidará lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo la hiciste sentir”. Así que puestos a recordar, me propuse como objetivo vivirlo y sentirlo desde dentro, para hacer también sentir “cositas” a los demás.

Hay un tema que aparece en la cúspide de esta organización y que también está en relación directa con un concepto que también pude aprender en esta formación de Antonio: el círculo de oro de Simon Sinek. Estas organizaciones, que colocan el interés por las personas en su punto álgido, destacan porque más importante aún de lo que hacen, que en el caso de una chirigota es teóricamente cantar y actuar; ni el cómo lo hacen, en algunos casos con un arte espectacular y a gran nivel, en el mío particular mejor lo obviamos, lo verdaderamente importante es por qué lo hacen. El fin básico de una chirigota es hacer reír. Y con este noble propósito, las chirigotas se lanzan a la calle. Decía Vivien Leigh, la doblemente oscarizada actriz británica que “la comedia era mucho más difícil que la tragedia, y requería de un entrenamiento mucho mejor. Es mucho más fácil hacer llorar a la gente que hacerla reír”.

El gran Antonio decía también (siento por hacerle spoiler del programa, pero sólo espero que sirva para que más gente entre a formar parte del selecto club de antiguos alumnos del mismo) que el sentido del humor es uno de los más fuertes motivadores de la conducta humana. Concretamente, se coloca en segundo lugar, por detrás del dolor y todos sus derivados (miedo, culpa…)

También dicen que olvidamos lo que leemos, lo que oímos, pero nunca olvidamos cómo nos hacen sentir pensé que la mejor forma de comprobar esta teoría de mi Maestro Antonio era practicando una inmersión real en el mundo de la chirigota. Aunque la palabra “cantar” queda fuera del alcance de mi diccionario particular de habilidades, el hecho de que este año mi hijo Pablo por circunstancias excepcionales fuese a formar parte como guitarra de la chirigota de adultos del Centro Carnavalesco Ibarburu de Dos Hermanas me hizo ver que el momento era ahora o nunca. Mi primera vez (posiblemente la última en vista del desempeño particular, porque que una organización sea de alto rendimiento no implica que todos sus integrantes lo sean) tenía que ser junto a Pablo, en una experiencia que jamás olvidaría.

Pero pasemos a incorporar mi experiencia personal al respecto, comentando y ampliando los puntos que Antonio nos anticipaba en su formación.

·          Disciplina con los ensayos. En nuestra agrupación, los ensayos tenían lugar los martes a las diez de la noche. Bueno, ésa era la hora de inicio, porque si hay algo que no conseguimos alcanzar fue el principio de la puntualidad preventiva que también caracteriza al alto rendimiento. De todas formas, y creo que puedo hablar por la mayoría de mis compañeros, salvo caso de fuerza mayor, la asistencia era masiva, y no suponía ninguna obligación en absoluto. Nuestra particular terapia psicológica tenía lugar los martes a esa hora. Por muy dura que estuviese resultando la jornada, los problemas se quedaban enganchados a la puerta de la Peña y todos salíamos de esa sala de ensayo con una sonrisa de oreja a oreja.

 ·        Creatividad e innovación. Éste es uno de los puntos fuertes de este tipo de organizaciones. Sólo con el desarrollo de músicas y letras, actividad de la que todos (o la mayoría) se hacen partícipes la fuente de nuevas ideas que se generan es inagotable. Con una originalidad infinita, cualquier suceso puede tomar forma de pasodoble, cuplé o cuarteta de popurrí. Un compañero que trabajó en tiempos en la SGAE, me confirmaba que la creatividad que emana del carnaval gaditano no tiene parangón. Algún que otro estudio se puede encontrar por Internet al respecto. Hay ejemplos prácticos de letras creadas prácticamente de un día para otro, para replicar a otra agrupación o para tratar algún tema de ultimísima hora. Los tipos (algo más que simples disfraces, auténticos iconos de distintas personalidades que reflejan aspectos tan cotidianos como la vida misma), las músicas, las letras, la cabalgata, las callejeras… todo rebosa creatividad, innovación y arte por los cuatro costados.

·      Divertirse trabajando. Esta nueva corriente de well-being, inteligencia emocional, soft skills y ambientes de trabajo amigables pudo inspirarse perfectamente en el mundo chirigotero. Todos tenemos la imagen de esas oficinas de Google con futbolines, máquinas de vending y otros accesorios que intentan ayudar al disfrute de la jornada laboral. Con el propósito de hacer reír del que hablábamos antes, es imposible no divertirse trabajando (ensayando o actuando) en una chirigota.

·          Coordinación perfecta. Tengo que confesar que tirando de apuntes de la formación citada, ésta era la característica que más me costó en un principio identificar. Reflexionando me he dado cuenta que estaba enfocando mal el tema, porque me estaba centrando demasiado en mi persona. Coordinación (vocal, musical o de movimiento) y Antonio Jurado no “riman” en la misma frase. Pero cuando dejé de pensar en mí y lo hice en mi chirigota, dejando a un lado la coordinación estrictamente vocal y musical (el pasodoble de presentación dice literalmente “mi chirigota, mala con dos “cojones” esa es la verdad, pero donde te ríes, la risa explota”) entendí que todos remábamos hacia un mismo objetivo: hacer reír.  Decía un gurú de la dirección deportiva que en cualquier organización la competencia interna es mucho más perjudicial que la externa. Que “compañeros” luchen entre ellos con objetivos distintos es una apuesta casi segura para alejarnos del éxito. En una chirigota, al menos en la que yo he tenido la oportunidad de disfrutar, no existe esta competencia interna. Hay diferencia de opiniones, luchas de poder, jerarquía con distintos niveles en función de la antigüedad, la calidad musical y otros criterios, pero al final todos remamos en la misma dirección.

Hasta aquí el texto original de esta publicación, que tuve que ampliar sobre la marcha debido a las nuevas circunstancias sobrevenidas. Justo a tres semanas de nuestro debut el director de nuestra chirigota nos comunicaba su decisión de finalmente no salir este año. A pesar de la lógica desilusión, que fue tremendamente considerable porque el listón de la ilusión lo había colocado bastante alto, una vez relativizada y asimilada la situación creo que este cambio de planes me enseñó una de las lecciones más importantes de toda la historia. Decíamos antes que uno de los aspectos de la organización de alto rendimiento era la coordinación perfecta, y ello implica entre otras cosas la necesidad de asumir las decisiones del grupo, aunque puedan no gustarnos. Lo mismo en otra organización se hubiese generado un cisma interno repleto de conflictos, pero nuestra chirigota entre otras muchas cosas, es de alto rendimiento y ahí no hay lugar para estas historias. Además, uno de los motivos que provocó la decisión (por cierto también perfectamente comunicada al grupo) fue la necesidad de priorizar. En la misma Peña Carnavalesca de la que formamos parte, las agrupaciones infantiles y juveniles disfrutaban esos días de sus visitas al gran Teatro Falla en Cádiz, y lógicamente los recursos debían destinarse a ellos. Sus tercer y segundo puesto evidencian que la decisión fue más que correcta. No haber podido dedicar el tiempo suficiente a los ensayos hubiese generado que el desempeño no hubiese sido el adecuado, algo que iría totalmente en contra de los principios que definen a estas organizaciones.

Sería injusto terminar esta publicación sin dar las gracias a todos los integrantes de esa chirigota de adultos de Ibarburu que tantos buenos momentos me he hecho pasar desde el pasado mes de Septiembre. Le experiencia no ha podido ser más positiva, y volvería a vivirla con los ojos cerrados. Espero que nuetros caminos vuelvan a cruzarse pronto.

Y como foto para ilustrar la publicación de este mes, no he podido encontrar otra mejor que esta imagen junto a mi hijo Pablo, un verdadero artista del Carnaval (y de otras muchas cosas) con quien he tenido el inmenso honor y fortuna de compartir entre otras muchas cosas horas de ensayo (aunque lo de la actuación se haya quedado pendiente) Un segundo puesto en el concurso de juveniles (que considerando que son una agrupación no gaditana tiene un mérito elogiable) ya forma parte también de su currículum.

Espero que la publicación de este mes haya supuesto un “bastinazo” (en sentido positivo por supuesto) para más de uno y lo hayáis disfrutado. Si he podido arrancar alguna sonrisa mi objetivo se habrá cumplido. Nos “vemos” en Junio, donde alcanzaremos el ecuador de este 2022 que parece haber nacido ayer.