viernes, 19 de mayo de 2023

GAFAS DE ABEJA O DE MOSCA, TÚ DECIDES…



     Vuelvo a escribir este mes de Mayo aprovechando una experiencia reciente, como suelo hacer de forma habitual.

     En una interesante conversación con alguien a quien quiero con locura se me vino a la mente el excepcional ejemplo que en su día tuve ocasión de oír de boca de mis amigas Carmen y Manuela Ortega. Hablando sobre las circunstancias de la vida, que nos desesperan en más de una ocasión, recordé esa charla sobre las gafas de abeja y las de mosca. Básicamente, venían a decir que todos tenemos en nuestros bolsillos unas gafas de mosca y otras de abeja. La decisión acerca de qué gafas nos ponemos es exclusivamente nuestra. Con las gafas de abeja, obviamente estamos más predispuestos a ver flores, que es de donde obtienen su alimento habitual. Con las de mosca, no creo que haga falta decir lo que veremos con mayor asiduidad. Las flores y las heces (que raro me siento escribiendo esto para no herir la sensibilidad de nadie) están ahí, en la naturaleza, y nuestra capacidad de actuación sobre ellas es nula. No tenemos forma de convertir una “m…” (que difícil se me va a hacer llegar hasta el final de la publicación sin que se me escape) en una flor. Lo que sí podemos es decidir qué gafas llevamos. Llevar las gafas de abeja no nos liberará de la desagradable visión del alimento de las moscas, pero al estar enfocados en las flores, seguro que les prestamos menos atención y continuamos nuestra búsqueda de flores que nos alegren la vista. A sensu contrario, ocurre exactamente lo mismo. Llevar puestas gafas de mosca aumentará las posibilidades de que veamos lo que no queremos ver, y cuando veamos algún capullo (en el sentido vegetal de la palabra) no lo apreciaremos como se merece y seguiremos buscando marrones que ratifiquen nuestra teoría de que la vida no es precisamente bella.

Melendi, un cantautor a quien podemos ver también con gafas de mosca o de abeja, escribía y cantaba en su canción “Existen los ángeles” la siguiente estrofa:

“Me enseñaste que el color

del traje que visten los días

lo elige siempre la pena

si no buscas la alegría”

     Esta genialidad va un paso más allá de la teoría inicial. No sólo las gafas condicionan nuestra visión del mundo a nuestro alrededor. También parece que venimos programados de fábrica para usar las gafas de mosca, porque deben ser más cómodas o más fácil de encontrar en el bolsillo. Ponernos las gafas de abeja es una decisión consciente, que implica cierto esfuerzo, pero que son compensados con creces por los resultados.

     Hablar de gafas es hablar de actitud, un tema tan usado por grandes Maestros como Küppers. Para Víctor, es el multiplicador que es capaz de elevar hasta el infinito nuestro valor actuando como una poderosa palanca sobre la suma de nuestros conocimientos y habilidades. Para otro fenómeno como Lluis Soldevilla, es la letra con la que se escribe la palabra “Éxito” aunque todos pensábamos que comenzaba con “E”. “Actitú” es también el nombre de la ropa de deporte de Valentí San Juan, un verdadero referente a nivel motivacional para todos los que nos gustan las experiencias extremas y el deporte. Nos encontramos con tres claros ejemplos de personas que visten sus gafas de abeja, utilizando cualquier oportunidad en forma de flor que se les cruce y dejando el abono para que cumpla su labor de hacer crecer a las flores, sin maldecir nuestra mala suerte si alguna vez pisamos en el lugar equivocado.

     En el ajetreado modo de vida actual, en el que las flores y los excrementos (vaya cantidad de sinónimos voy a tener que buscar) se encuentran en esos extensos campos de las redes sociales, nuestra necesidad de adiestramiento en el cambio de gafas se ha hecho aún más importante si cabe. Hablando de redes y del universo de Internet, a continuación comparto algunos consejos sobre cómo mejorar nuestra actitud (como usar la mayor parte del tiempo gafas de abeja):

1. Ser agradecido. Expresar gratitud por lo que tenemos es la mejor forma de prepararnos para todo lo bueno que nos falta por llegar.

2. Rodearnos de personas positivas. "Dime con quién andas y te diré quién eres", que dice nuestro sabio refranero.

3. Plantearnos metas y propósitos. Yo añadiría por pequeños que sean. Mantener viva la llama de la ilusión en el camino de hacer un sueño realidad es una de las mejores medicinas contra el mal olor.

4. Identificar todo lo bueno que tenemos en la vida. Muy en relación con el punto uno. Gafas de abeja a tope y gracias por las bellas flores que tenemos la dicha de contemplar.

5. Realizar actividad física. Los que me conocéis sabéis que poco más necesito añadir. “Mens sana in corpore sano”, si acaso. El latín parece que le da más solemnidad. En su justa medida, como todo en la vida, aunque para algunos nunca nos sea suficiente.

6. Leer libros o escuchar música que nos aporten experiencias positivas. O publicaciones como estas. Puestos a escoger…

7. Buscar apoyo cuando lo necesitemos. "Si caminas solo llegarás rápido, si caminas acompañado llegarás más lejos". Esta sabia enseñanza de Confucio cobra más sentido si entendemos que la vida va sobre llegar lejos, no sobre terminarla antes…


     Espero que estas líneas de este mes os ayuden a que os coloquéis las gafas adecuadas y sobre todo a que os quitéis las erróneas. Cierro también con Melendi, con su canción “Quítate las gafas”. Gracias como siempre por vuestro tiempo y seguimos hacia el ecuador de 2023.

“Hoy el cielo, en mi lucha, es quitarme para siempre

esas gafas que se usan, para convertir en gente a

cada persona que ves, si decido llamar raro al diferente

es porque no me quiero ver…”