miércoles, 22 de diciembre de 2021

CIAO 2021, BENVENUTI 2022

 

CIAO 2021, BENVENUTI 2022

                Escribo como siempre el último post del año con vocación de resumen, recordando los momentos más importantes del año. Me llama especialmente la atención que el año pasado despidiese el especialísimo 2021 en lengua italiana, como si profetizase lo que el destino me depararía en unos meses. Un año muy especial, como siempre, que el efecto memoria tiende a considerar como de los mejores de los vividos, imagino que al ser el último y a pesar de las circunstancias.

                Todos los que hemos tenido la fortuna de vivir esta época dividiremos nuestra vida en A.C. y D.C. (antes del Covid y después del Covid). La diferencia va a estar en la edad en la que hemos aplicado este corte. En mi caso particular, el corte me ha llegado a la muy noble, leal y heroica edad de los cincuenta, lo que me ha regalado la suficiente experiencia como para relativizar y vivirlo de una forma muy distinta a como lo hubiese hecho si me hubiese si por ejemplo me hubiese alcanzado en plena adolescencia. Después de un 2020 que zarandeó todo el mundo, en 2021 comenzamos a dar nuestros primeros pasos por esto que están intentando llamar como nueva normalidad. Tras varias olas (algunos casi tsunamis) la ansiada vacuna llegó a nuestras vidas (a las de las que nos dejamos) y con ello comenzamos a volver a aquellas actividades que tan rutinarias nos parecían y que las restricciones se habían encargado de recordarnos su verdadero valor.

                Sin ánimo de que la publicación se convierta en una evolución de la situación del “bicho” comenzaré el resumen del año que dejamos atrás recordando mi contagio de finales del mes de Enero. Levantarte una mañana de lunes con unas décimas de fiebre (y darme cuenta de ello gracias al beso de despedida de mi mujer) te hace darte cuenta de que aunque te lo creas, no eres ni de lejos un ser invencible (como cantase el genial Manolo Santander en la Maldición de la Lapa negra, la última chirigota con la que participó en el concurso de Cádiz) y que la capacidad de control que tenemos es solamente una de las muchas ilusiones en las que vivimos. Intentando quedarme con el lado positivo realicé un retiro espiritual de aislamiento durante algo más de una semana, en la que además de trabajar a tope, entrené y medité diariamente, me desquité escribiendo y participé en más de una formación aprovechando el tiempo libre. Incluso tuve tiempo de grabar una versión en forma de videoclip del tema de Mecano “Perdido en mi habitación” con el attrezzo que encontré a mano. Al contrario que muchos conocidos que habían pasado por algo similar salí del cuarto casi más cansado que aburrido.

                Una vez inmunizado y de vuelta a la calle, tras celebrar en la intimidad los cumpleaños de Pablo y Daniela celebramos nuestras bodas de plata los cuatro juntos en casa y con una cena de gala, que incluyó hasta tarta nupcial. No era lo previsto, pero lo disfrutamos a tope. Afortunadamente un mes después pudimos celebrarlo con unos amigos en una casa rural en la sierra, al aire libre y cumpliendo todas las medidas de seguridad aplicables en aquel momento.

                Como el tiempo pasa tan rápido, casi sin darme cuenta me planté en Junio, donde tuve mi primer reto deportivo solidario importante del año. Junto a mi amigo y gurú de la solidaridad Juan Luis Muñoz Escassi me planté en As Pontes para completar un Ironman más, esta vez para aportar mi pequeño granito de arena a la Fundación Olivares en su espectacular campaña Corazones con Magia. Quién me iba a decir en esos momentos que iba a cerrar el año colaborando activamente con el #RetoPichón de mi amigo Juanlu, que este año centraba sus esfuerzos en ayudar a niños con piel de mariposa, una enfermedad casi tan desconocida como dura para los que las sufren y para sus familias.

                Con una vuelta al trabajo entretenida y casi sin tiempo para descansar me largué a realizar el Camino de Santiago con mi hijo Pablo, una aventura totalmente recomendable e inolvidable. De las mejores experiencias de mi vida que espero repetir algún día con mi hija Daniela. Me dio hasta para una publicación en el blog.

                 A la vuelta del Camino, con el tiempo justo para ducharme y afeitarme me presenté en una de las reuniones más importantes en las que he participado a lo largo de toda mi carrera profesional. Afortunadamente todo salió bien y en Agosto culminamos la integración de nuestra empresa en la multinacional que lidera mundialmente el sector de la distribución del Packaging. Desde entonces, retos diarios a todos los niveles y la posibilidad de conocer a muchísima gente, con un resultado muy satisfactorio tanto a nivel personal como profesional. Por si fuese poco, el lema de mi nueva empresa, Berlin Packaging coincide con el de la franquicia Ironman: #AnythingIsPossible. ¿Causalidad o casualidad?

                Tras esta montaña rusa de experiencias y emociones, un poco de desconexión con la familia en nuestro retiro de Isla Canela, donde entre otras cosas aproveché para cumplir los cincuenta y uno, dejando atrás el medio siglo. Buena comida, paseos por la playa y momentos de no hacer nada, que también son necesarios.

                La vuelta de las vacaciones desembocó en un fin de año de locura.

Comencé el mes de Agosto con un accidente de bicicleta. Una caída inexplicable que afortunadamente sólo resultó en algo de chapa y pintura y en un fuerte golpe en las costillas que me mantuvo casi seis semanas apartado de mis habituales entrenamientos. Una vez recuperado, vuelta al gimnasio de mi amigo Pako junto a mi hija Daniela (en una de las mejores decisiones de este año) para recordar esa etapa de mi vida que tanto me aportó. Ahora tengo hasta entrenador personal y con ello una motivación adicional para seguir practicando deporte. Este último trimestre también ha supuesto la vuelta oficial a las carreras con nuestros Carros de Fuego. Aunque de forma oficiosa Cristian no ha dejado de quemar rueda, ha sido ahora cuando otros capitanes se han incorporado al show.

                Y para finalizar una espectacular guinda a un pastel delicioso gracias a la generosidad de nuestro amigo Escassi, a quien mencionaba por el mes de Junio. Una inoportuna lesión que le complicó bastante su salud lo llevó a darnos la oportunidad de ser parte activa de su reto Pichón. En una carrera tan especial como la Ultramaratón de la Vida organizada por la Fundación Donando Vidas, participamos con el objetivo de conseguir las cuatro medallas que le faltaban por entregar a sus niños con piel de mariposa. Además del noble propósito de la carrera, compartirla junto a mis amigos Ivana, Jesús y Manu ha sido otra experiencia inolvidable.

                Como resumen del año, para no extenderme demasiado, que son tiempos para celebrar con la familia, realizaré un breve repaso por mis once publicaciones anteriores. Espero seguir dando la lata por mucho tiempo.

Enero: Mirar con (y a) los ojos.

https://antoniojuradochole.blogspot.com/2021/01/mirar-con-y-los-ojos.html

Febrero: Hablando de lemas vitales: “El espectáculo debe continuar” (The show must go on)

https://antoniojuradochole.blogspot.com/2021/02/hablando-de-lemas-vitales-el.html

Marzo: En busca de la felicidad (Spoiler: está en nuestro interior)

https://antoniojuradochole.blogspot.com/2021/03/en-busca-de-la-felicidad-spoiler-esta.html

Abril: Lessons in love (in life – lecciones de la vida y sentido común al poder)

https://antoniojuradochole.blogspot.com/2021/04/lessons-in-love-in-life-lecciones-de-la.html

 

Mayo: #YoAdelantoTúDonas y #CorazonesConMagia en el próximo Northwest Triman (As Pontes, A coruña 27/06/2021)  

https://antoniojuradochole.blogspot.com/2021/05/yoadelantotudonas-y-corazonesconmagia.html

Mayo (doblete): El poder del olfato: "El perfume es el arte que hace hablar a la memoria" (Francis Kurkdjian)

https://antoniojuradochole.blogspot.com/2021/05/el-poder-del-olfato-el-perfume-es-el.html

Junio: Gracias, gracias, gracias…

https://antoniojuradochole.blogspot.com/2021/06/gracias-gracias-gracias.html

Julio: Tempus fugit – carpe diem

https://antoniojuradochole.blogspot.com/2021/07/tempus-fugit-carpe-diem.html

Agosto: Lo único que cambia es que todo cambia siempre

https://antoniojuradochole.blogspot.com/2021/08/lo-unico-que-nunca-cambia-es-que-todo.html  

Septiembre: Señales

https://antoniojuradochole.blogspot.com/2021/09/senales.html

Octubre: Sentido, propósito o porqué.

https://antoniojuradochole.blogspot.com/2021/10/sentido-proposito-o-porque.html

Noviembre: Memento mori: vamos que nos vamos…

https://antoniojuradochole.blogspot.com/2021/11/memento-mori-vamos-que-nos-vamos.html

                Esta publicación no es sólo una despedida a este fantástico 2021 que acabamos de dejar atrás (menos ironía en esta frase de la que suponía a inicios del año) sino una bienvenida a un esperanzador 2022 que está en puertas. Con tantas ganas lo espero que ya tengo casi cerrados los temas para las publicaciones de los tres primeros meses.

                Que el 2022 os traiga todo lo mejor, y yo que lo vea, como decía mi abuelo. Felicidades y gracias como siempre por vuestro tiempo.

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domingo, 21 de noviembre de 2021

MEMENTO MORI: VAMOS QUE NOS VAMOS...

 

MEMENTO MORI: VAMOS QUE NOS VAMOS...

                Llegamos a la publicación de Noviembre, penúltimo mes del año. En mi vida tiene un significado especial porque una persona muy importante para mí celebra su aniversario de vida en este mes El llamado mes de los muertos por comenzar con el día de los Difuntos (el segundo día del mes) es también el mes de los colores otoñales. Casi sólo por eso decidí dedicar una publicación a la muerte. Hacerlo desde el punto de vista del estoicismo tiene también su explicación. Esta corriente llegó por primera vez a mi vida cuando en mis años mozos estudiaba bachillerato, en aquellas lejanas clases de filosofía. Volvió a resonar en mi mente cuando mi Maestro Antonio Garrido me la recordó más de treinta años después en su muy recomendable formación de desarrollo de cultura de Alto Rendimiento. Ahora recientemente ha vuelto a mí con ocasión de los estudios de bachillerato de mi hijo Pablo, por lo que creo que el momento es ahora.

                El estoicismo es una corriente filosófica fundada por Zenón de Citio en Atenas a principios del siglo III a.C. Según Wikipedia es una filosofía de ética personal basada en su sistema de lógica y sus puntos de vista sobre el mundo natural. Los estoicos creían que todo alrededor operaba según una ley de causa y efecto, resultando en una estructura racional del universo. Pensaban que "no podemos controlar lo que pasa a nuestro alrededor, pero sí podemos controlar lo que pensamos sobre estos eventos" en vez de imaginar una sociedad ideal falsamente positiva. Enseñanzas que casi veinticinco siglos después siguen mostrando una espectacular vigencia. Aprovechando mis necesidades de práctica de inglés me he suscrito a una newsletter en “dailystoic.com” donde diariamente recibo un breve correo con algún que otro título sugerente y un contenido más que interesante.    

                Uno de los lemas relacionados con esta corriente filosófica es el llamado “memento mori” expresión latina que viene a significar “recuerda que morirás”, para hacernos presente nuestra inevitable mortalidad. Al parecer se usaba en la antigua Roma cuando los generales desfilaban victoriosos por sus calles y llevaban un siervo tras de ellos recordándole sus limitaciones, evitando en la medida de lo posible sentirse soberbio y omnipotente. No estaría nada mal retomar esta sabia costumbre hoy en día e incorporar este recuerdo de forma permanente en cada uno de nuestros actos diarios.

                Los filósofos estoicos nos aconsejaban preparar nuestras mentes como si hubiésemos llegado al final de nuestros días, sin posponer nada absolutamente. Séneca decía que aquellos que vivían cada momento como si fuese el único nunca estaban faltos de tiempo. Una de sus biografías se titulaba “Muriendo cada día”. Nos invitaba a decirnos cada noche al irnos a dormir “puede que no nos levantemos mañana” y “puede que no vuelva a dormir” cada día al levantarnos. A lo mejor puede parecer excesivamente trágico pero es real como la vida (y como la muerte) misma y debería ser argumento suficiente para considerar el tiempo como un verdadero regalo, aprovechando todos y cada uno de los 86.400 segundos que forman parte cada día y no malgastando absolutamente ninguno.

                Aceptar este “memento mori” e integrarlo en tu rutina diaria te lleva irremediablemente a adoptar otro estilo de vida. Darte cuenta de que hoy podrías ver tu última puesta de sol o tu última luna te lleva a disfrutar de cada momento de tu vida como si fuese el último. Puede parecer duro y trágico, pero a la vez es verdadero. Deberíamos vivir como si fuésemos a morir mañana mismo y aprender como si fuésemos a ser eternos, y lo habitual es que lo hagamos al revés. En lo personal, cada vez doy menos importancia al qué dirán y cada vez intento posponer menos las oportunidades que tengo de hacer cualquier sueño realidad. Tengo una interminable lista de cosas que hacer antes de morir que intento vaciar día a día, eliminando las acciones que voy completando mientras se va llenando con nuevas actividades que realizar. En este punto, mientras mi acto no suponga nada objetivamente perjudicial para nadie (otra cosa es cómo se lo  puedan tomar) y beneficie tan sólo a una persona (incluido a un servidor) no lo dudo ni un minuto, lo llevo a cabo nada más tenga oportunidad. Así que si en tiempos venideros me veis cometiendo alguna locura ya tenéis la explicación.

                Volviendo a la señora de la Guadaña, no puedo pasar por alto la especial relación que guarda con ella mi Amigo Andrés Olivares, presidente de la Fundación Olivares. Andrés pasó por la prueba más dura, dolorosa y traumática que la vida puede poner por delante a una persona. Perdió a su hijo de tan sólo 9 años a causa de una leucemia. Lo que hubiese supuesto el hundimiento para cualquiera de los mortales a Andrés lo llevó a encontrar su propósito de vida, resurgiendo de sus cenizas cual Ave Fénix para cumplir la misión que su hijo le encomendó: ayudar a niños enfermos de cáncer. Andrés califica a la muerte como su amiga, y baila con ella casi a diario en las constantes despedidas que su actividad en la Fundación le proporciona. Como él bien dice, y como decía también el recordado Pablo Ráez (también malagueño y también amigo de estos niños), lo triste no es morir, lo triste es no vivir mientras estemos por aquí. No podemos hacer nada por evitar nuestra muerte, porque es algo que inevitablemente llegará, pero si deberíamos hacer mucho por vivir cada momento como si fuese el último. Como dice también Andrés, si desde pequeñitos nos enseñasen en la escuela que la muerte es algo tan natural como la vida, (porque además forma parte de ella como veremos después) nuestra forma de vivir distaría mucho de la actual.    

                En relación al sabio consejo de vivir como si fuésemos a morir mañana (o en una hora) quiero también compartir una excepcional experiencia que viví en una formación con el crack de Víctor Küppers. Hablando sobre lo efímero de nuestra existencia nos hizo reflexionar sobre si éramos conscientes de que puede no haber una próxima vez para decir a alguien que lo queremos.  Era la época pre-Covid con lo que no tuvo problemas en darnos diez minutos libres para que dejásemos el auditorio y saliésemos a hacer una llamada a la persona que escogiésemos para simplemente decirle que la queríamos, al más puro estilo Stivie Wonder (“I just called to say I love you”). Marqué el número de la primera persona que me vino a la mente, mi madre María. Posiblemente porque es la persona a quién hace más tiempo que conozco, pero sobre todo porque es de las que menos oye esas palabras en mi voz y lamentablemente, por pura estadística vital cada vez me van quedando menos oportunidades. Literalmente le dije que había tenido un descanso en el curso que estaba haciendo y que sólo la había llamado para decirle que la quería, que hacía mucho tiempo que no lo hacía. Me hubiese encantado haber hecho una videollamada en lugar de una llamada tradicional para haber visto su cara. Lo primero que me preguntó fue si estaba bien. Estoy seguro que si hubiese tenido a su disposición una unidad del 112 me la hubiese enviado sin dudarlo lo más mínimo. Es tan divertido como triste. Que un hijo llame a su madre para decirle sólo que la quiere y ésta se preocupe por el estado de salud mental (o física) de su descendiente nos da una idea de lo tarados que estamos (especialmente los hijos) como diría el gran Küppers.   

Para cerrar la publicación con un cuento, como hago ultimamente, no he encontrado mejor texto que este cuento de origen escocés llamado “Jack y la muerte”. Tuve la fortuna de conocerlo en palabras de Jorge Bucay, como muchos otros, y llegó a lo más profundo de mi ser. Nos guste o no, sin muerte no hay vida. Al final son dos caras de la misma moneda.

Para los que sean más de música, un enlace a un vídeo donde el genial Juan Carlos Aragón (muerto ya, por cierto) le dedicaba unas proféticas y poéticas palabras a la muerte con su comparsa “Los Comparsistas se la dan de artistas (2009)”, definiéndola como “la mejor despedida del hombre”

https://www.youtube.com/watch?v=YZ5g-zDMXXA

JACK Y LA MUERTE

“La madre de Jack estaba en su lecho de muerte. El médico fue a verla y se marchó, diciendo que no había nada que hacer. Mientras su madre luchaba entre la vida y la muerte, Jack bajó a la playa cercana a aliviar su tristeza caminando por la arena, dando patadas a los guijarros, tratando de no llorar.

De repente, una silueta alta y delgada llegó caminando por la playa y se acercó a él, vestida con una capa negra y con el rostro tapado bajo la capucha. Al llegar a su lado le preguntó con voz alta y aguda:

—¿Sabéis dónde está la granja Beanstalk, jovencito?

La Granja Beanstalk era donde vivía Jack, y él enseguida adivinó que esta figura sin rostro era la muerte en persona que venía a buscar a su madre.

—¿Quién quiere saberlo?, —preguntó Jack, haciendo tiempo.

—La Muerte, —dijo la muerte, altiva.

—¡Bah!, —dijo Jack. —¡Buen chiste! ¿De verdad queréis que me lo crea? Es más probable que seáis un vendedor de enciclopedias.

—No soy un vendedor de enciclopedias—, saltó impaciente la muerte. —Soy la Muerte y tengo mucho trabajo importante que hacer. Ya voy con retraso, así que, ¿seríais tan amable de decirme dónde está la Granja Beanstalk para que pueda seguir mi camino?

—¡Oh, vamos!, —dijo Jack, —no esperaréis que me crea un cuento chino como ése. ¿Creéis que nací ayer? No, apuesto a que estáis tramando algo malo.

—Por el amor de Dios, —dijo furiosa la muerte. —Yo soy la Muerte y necesito ir a la Granja Beanstalk. ¿Dónde demonios está?

—Sigo sin creeros, —dijo Jack. —Sí queréis que os ayude, tendréis que demostrarme que sois realmente la muerte.

La Muerte respiró profundamente -su médico la había prevenido contra el estrés, y luego dijo, con exagerada cortesía: —De acuerdo, joven. ¿Qué queréis que haga para probarlo?

—Bueno, —dijo Jack, —si de verdad fueseis la muerte, podríais cubrir el cielo entero.

—Eso es fácil, —dijo la muerte, y creció y creció hasta llenar el cielo entero, oscureciéndolo todo como si fuera de noche. —¿Veis?, —dijo orgullosa cuando se hubo encogido de nuevo.

—¿Dónde?, —dijo Jack. —Se puso todo oscuro y no vi nada. No, eso no me vale, tendréis que hacer otra cosa. Mirad, si fuerais de verdad la muerte podríais gritar tan fuerte que hicierais retumbar los acantilados.

La Muerte gritó tan fuerte que cayeron rocas de los acantilados y los peces saltaron fuera del agua asustados.

—¿A eso le llamáis gritar fuerte?, —rió Jack. —Mi madre susurra más alto cuando me cuenta un cuento para dormir. No, eso no me vale. ¡Oh, ya sé! ¡Esto lo probará! —Jack sacó un bote del bolsillo, desenroscó la tapa y dijo:

—Si de verdad sois la muerte podréis meteros fácilmente en este bote, porque la muerte puede entrar en cualquier sitio, incluso cruzar puertas cerradas.

—Fácil, —dijo la Muerte, y se encogió y se encogió, más y más, hasta que saltó metiéndose en el bote.

En cuanto estuvo dentro, Jack puso rápidamente la tapa, la enroscó y la cerró con fuerza. Ahora tenía atrapada a la Muerte, y silbando una alegre canción, regresó a su casa.

Cuando llegó allí, se encontró a su madre bailando por la cocina. —Oh Jack, —dijo, —¡me siento muchísimo mejor! ¿Sabes qué? Vete al carnicero a comprar panceta para el desayuno. Tengo mucha hambre.

Y allá se fue Jack a la carnicería. Pero cuando llegó, se encontró al carnicero, —¿me da un poco de panceta, por favor?

—Jack, —resopló el carnicero, —me encantaría venderos panceta, pero hay un problema. Veréis, llevo intentando matar al cerdo toda la mañana, haga lo que haga, simplemente no se muere.

—No importa, —dijo Jack, —ponedme entonces un pollo.

—Pasa lo mismo con los pollos, —dijo el carnicero. —Tampoco consigo matarlos.

Curioso, pensó Jack, y volvió a casa de su madre. —Hoy es uno de esos días raros, —le dijo—, el carnicero no consigue matar nada.

—¡Qué cosa tan rara!, —dijo su madre—. Bueno, no te preocupes, vete al huerto y cógeme unas verduras. Haré una sopa muy rica.

Jack salió a la huerta y tiró de una zanahoria, pero en cuanto salió hasta la mitad, una fuerza misteriosa tiró de ella hacia dentro de nuevo. Se dio cuenta de que hiciera lo que hiciera no conseguía sacar una patata, una hoja de repollo, coger un tomate ni una judía.

—Curioso, —pensó. Trató de arrancar una manzana de un árbol pero simplemente se a soltarse de la rama, y tuvo la misma suerte con las cerezas.

—Muy curioso, —pensó Jack mientras volvía a casa y le decía a su madre nada se dejaba coger.

—Qué cosa tan rara, —dijo su madre. —Bueno, no te preocupes, ya comeremos algo después.

Las semanas pasaban y nada moría. Jack, su madre y todos los demás tenían cada vez más hambre. No sólo eso, cada vez había más de todo, más moscas, pulgas, más mosquitos.

Los mares estaban tan llenos de peces que a los barcos les costaba navegar. En los cielos había tantas aves que a los aviones les costaba llegar a los aeropuertos y las selvas estaban empezando a invadir todas las ciudades del mundo. Por supuesto todos los seres vivos del planeta tenían un hambre atroz, desde el león de la sabana hasta la cebra.

Se reunieron los gobernantes de todos los países e hicieron un comunicado conjunto en el que pedían lo siguiente:

—Se hace saber a todos los ciudadanos de este planeta que, quien tenga la solución a este mal que nos asola, la ponga en marcha de forma inmediata.

Por fin su madre suspiró. —Jack, no podemos seguir así, no tiene ninguna gracia. Yo no sé exactamente qué ha ocurrido para que pasen cosas tan raras, pero no me extrañaría que tú tuvieses algo que ver en todo esto. Dime ¿qué has hecho?.

Jack sacó el bote del bolsillo. —Me encontré a la Muerte que venía a por ti y la atrapé en este bote.

—Jack, —dijo su madre, rodeándolo con el brazo—, eres un buen chico, pero vas a tener que soltar a la Muerte.

—Sí, lo sé mamá, —dijo Jack en voz baja. Besó a su madre y muy triste bajó hacia la playa. Durante mucho rato recorrió la playa de arriba abajo, tratando de reunir el valor necesario para hacer lo que tenía que hacer.

Por fin sacó el bote, desenroscó la tapa y la Muerte salió de un salto.

Al hablar, la voz de la Muerte sonó suave y amable. —Quizá ahora entendáis, Jack, que yo no soy enemiga de la vida sino su amiga, pues sin mí, no existiría. La vida y yo somos dos caras de la misma cosa y no podemos existir la una sin la otra.

—Sí, —dijo Jack, —ahora lo entiendo. La Granja Beanstalk está justo detrás de esa duna de arena.

—Gracias, —dijo la muerte. —Nunca antes ningún otro humano había conseguido burlarme, —confesó La Muerte—. En reconocimiento a tu insólita habilidad, te recompensaré dejando vivir a tu madre unos años más. Pero no quiero que llores cuando venga a por ella, ¿de acuerdo?

Jack se le enfrentó una vez más y dijo:

—No, Señora Muerte. Lloraré y mucho porque quiero a mi madre, pero no te maldeciré. Ahora sé que eres tan necesaria como tu hermana La Vida. —Una hora después Jack y su madre estaban montando su caballo por la playa completamente felices.”

Bella historia que sin duda encantará también a mi gran Amigo Andrés Olivares, auténtico “novio de la muerte”, con la que baila cada vez que tiene ocasión, como decía antes.

Gracias como siempre por vuestro tiempo invertido en esta lectura, este mes un poco más larga de lo habitual. Nos “vemos” el mes que viene para cerrar el año, si seguimos por aquí. Gracias.



jueves, 21 de octubre de 2021

SENTIDO, PROPÓSITO O PORQUÉ

                Hablamos sobre propósito en este mes de Octubre que ya va volteando las últimas hojas del calendario. El propósito, el sentido, o el porqué es la razón que justifica la existencia. Puede ser relativo a una empresa, a cualquier tipo de organización, o incluso se puede aplicar a nivel personal. Es el faro conductor que ilumina nuestro camino, que justifica la mayor parte de las decisiones que tomamos a largo plazo. Javier Iriondo, uno de los gurús del crecimiento personal a quien tengo la suerte de conocer y con el que he compartido bastantes momentos enriquecedores, viene a decir que quien tiene un porqué tiene un cómo.

                Como muestra de esta afirmación no he podido encontrar mejor ejemplo que esta bella historia de Jelena que mi Maestro y amigo Javier Iriondo narra de forma tan espectacular. Yo he tenido la fortuna de oírla en su propia voz y sentir la emoción que se puede experimentar con su narración. Los que me conocéis ya sabéis lo que me gusta dar “unas gracias”, pero en este caso quiero que sean especiales y merecidas. Gracias, Javier, por tu generosidad al dejarme usar esta historia de forma literal tal como aparece en el capítulo uno de tu libro “Los diez pasos hacia tu cima personal”, de Editorial Planeta. (https://amzn.to/2TaQN8m) Con estas palabras poco más debería añadir a la publicación de este mes, aunque como ya sabéis que de vergüenza ando un poco regular, me he atrevido a añadir unas líneas.

                A continuación os dejo el espectacular cuento de Jelena y un breve comentario de Javier Iriondo.           

“Cuentan que, en la guerra de los Balcanes, un grupo de refugiados, protegido por dos soldados, huía de una zona en conflicto en busca de la frontera hacia tierras más seguras. Cuando pasaron por un poblado totalmente arrasado con aspecto fantasmagórico, de repente una joven mujer salió corriendo de las ruinas de una casa pidiendo ayuda.

Entre las ruinas permanecían escondidos un anciano que protegía un bebé de tan sólo tres meses, y un niño de ocho años. La joven Jelena pidió permiso para que los cuatro pudiesen unirse al grupo.

Cuando los dos soldados vieron las dificultades del anciano para caminar, pensaron que podría ralentizar mucho el ritmo del grupo, lo que podía ser peligroso para todos. Tras meditar sobre la situación, los soldados finalmente aceptaron que se unieran al grupo con una condición: ellos los ayudarían con su bebé, pero tanto ella como el anciano y el niño tendrían que valerse por sí mismos.

Calculaban que en cuatro días lograrían alcanzar la frontera. A duras penas, el anciano mantuvo el ritmo durante los dos primeros días; sin embargo, su mente comenzó a abandonarle, empezó a pensar que ya no podía más, que no merecía la pena sufrir tanto, ya no tenía un porqué, para él no tenía sentido seguir luchando, hasta que al final del tercer día, el anciano, débil y totalmente exhausto, cayó al suelo.

Acudieron a ayudarle, pero su frágil mente también había abandonado y su dolorido cuerpo lo reafirmaba; por mucho que quisieron ayudarle, él ya no estaba dispuesto a ayudarse a sí mismo; decidió abandonar, convenció a todos para que siguieran sin él, ya que si esperaban podía ser peligroso. Decía que ya había vivido lo suficiente y pidió que le dejaran descansar para morir en paz. Jelena hizo todo lo posible para convencerle de que realizara un último esfuerzo, lloró desgarradoramente, le imploró con todas sus fuerzas, pero a pesar de todos sus ruegos, el anciano ya había abandonado.

La cruel situación no era agradable para nadie, tenían que tomar una decisión, no podían cargar con él, pero tampoco podían esperarle. Finalmente, no hubo otra opción, reiniciaron su marcha abandonando al anciano en el suelo junto a unas frías y húmedas rocas.

Jelena aprendió entonces que no tienes que compadecerte de nadie, jamás lo debes hacer, si lo haces terminarás de hundirlos, les habrás enseñado que la lástima funciona. Tienes que sentir y ofrecer empatía; tienes que dar palabras de ánimo, cariño, comprensión y toda la ayuda posible; pero jamás te compadezcas de nadie. Lo que tienes que hacer es creer en ellos, para que ellos vuelvan a creer en sí mismos.

Todos comenzaron a caminar alejándose del pobre anciano, pero, de repente, Jelena, con toda su determinación, volvió hacia atrás y colocó al bebé en brazos del anciano. Con la mayor determinación imaginable, miró a sus ojos y le dijo:

«Padre, éste es tu nieto, ahora es tu responsabilidad, es tu turno para llevarle y su vida depende de ti».

Jelena tragó saliva, con el corazón encogido se dio la vuelta y comenzó a caminar para alcanzar al grupo, su padre comenzó a llamarla para que no hiciese aquello, gritando que él no podía hacer nada, pero en ningún momento miró hacia atrás, no quería darle la oportunidad de sentir lástima por sí mismo. Jelena alcanzó al grupo y siguió caminando, hasta que finalmente miró atrás para comprobar cómo su anciano padre se había levantado y caminaba lentamente con su nieto en brazos en dirección al grupo.

Esta historia nos revela que cuando encontramos un motivo superior a nosotros mismos, cuando encontramos un porqué, cuando encontramos una razón por la que luchar, a pesar del profundo dolor y la desesperación, aparecen fuerzas donde antes parecía que ya no existían.

Cuando encontramos un propósito y nos olvidamos de nosotros mismos, en nuestro interior renace una nueva determinación, aparecen el coraje y la inspiración que nos empujan a lograr cosas que parecían imposibles.”

Encontrar el porqué es encontrar el motor que nos mueve hacia nuestra meta. Os voy a dejar un sencillo ejemplo como prueba del poder del porqué y su claro poder motivador. Muy lejos del cuento de Jelena pero muy cercano a lo que vivo cada día. Los que me conocéis ya sabéis que tengo en el deporte una de mis pasiones. Normalmente intento entrenar (sobre todo la carrera) antes de ir a trabajar. Mucha gente me pregunta que cómo lo hago para darme esos madrugones, pero creo que la pregunta está equivocada. La pregunta correcta sería que por qué lo hago. Sobre todo porque mientras más fuerte es el motivo, el propósito o el porqué que me mueve a salir a correr, menos esfuerzo tengo que realizar al levantarme. Cuando tengo un reto solidario en el horizonte, cuando ya tengo fecha para esa próxima prueba en la que voy a participar todo es mucho más fácil. Pero incluso sin estas motivaciones extras, saber que tengo otros porqués permanentes, como el bienestar físico y mental que me proporciona una ducha después de entrenar, o saber que me debería sentir afortunado por tener la salud suficiente para salir a correr me bastan para levantarme de la cama (aunque la verdad sea dicha, con algo menos de entusiasmo que en el caso anterior). Como decía al principio, lo importante no es cómo me levanto, sino por qué lo hago.

Simon Sinek, en un vídeo sobre liderazgo inspirador extraído de una de sus charlas Ted, (https://www.ted.com/talks/simon_sinek_how_great_leaders_inspire_action?language=es) afirma que todo comienza con un por qué. Con una gráfica explicación basada en el llamado círculo de oro afirma que todas las organizaciones saben qué hacen, sólo algunas saben cómo lo hacen, pero muy pocas (causalmente las que inspiran a los demás) tienen claro por qué lo hacen.  Y aquí hace una pregunta que sin duda nos hará reflexionar ¿cuál es tu razón para levantarte cada mañana? El secreto para inspirar está en pasar del porqué al cómo. La gente no te compra (o no se siente inspirada) por lo que haces, ni por cómo lo haces, sino porqué lo haces. Todo ello con una base científica inspirada en la biología y la estructura del cerebro humano. Lección magistral resumida en algo menos de dieciocho minutos.

Para terminar esta publicación y cerrar el círculo, mi actual empresa, Berlin Packaging, también concede una gran importancia al por qué, como refleja en su web site (https://www.berlinpackaging.com/the-why-how-and-what-of-berlin-packaging/) Quizás esa sea la principal razón por la que me sienta tan identificado en estos momentos.

Gracias como siempre por vuestro tiempo invertido en leer estas palabras (aunque la mayoría de ellas no sean mías). Ojalá lo disfrutéis no por lo qué cuento, ni por cómo lo hago, sino por lo que lo hago.