martes, 12 de marzo de 2024

REGRESO AL FUTURO: LA ILUSIÓN DEL FIN DE LA HISTORIA

     En mi reciente reestrenado papel de aprendiz, que paso interpretando la mayor parte de mis días, ha llegado a mis dominios  una excepcional charla Ted del psicólogo de la Universidad de Harvard Dan Gilbert. Dan Nos habla sobre la “ilusión del fin de la historia”.

(https://www.ted.com/talks/dan_gilbert_the_psychology_of_your_future_self?utm_campaign=tedspread&utm_medium=referral&utm_source=tedcomshare)  

    Básicamente este fenómeno mental se pone de manifiesto cuando nos preguntamos a nosotros mismos si somos la misma persona que éramos hace diez años. La respuesta en la mayoría de los casos es negativa. Puede ser para mejor o para peor, pero todos admitimos que evolucionamos. “Cómo hemos cambiado” que cantaba la genial Sole Giménez de Presuntos Implicados. Sin embargo, si nos preguntamos cómo seremos dentro de diez años la cosa cambia. A pesar de que tenemos muy claro que nuestro yo pasado es bastante diferente a nuestro yo presente, tendemos a pensar que quienes somos ahora es la versión "real" y "terminada" de nosotros mismos, y que nuestro yo futuro será básicamente el mismo que somos hoy. Pensamos que la persona que somos hoy es la persona que siempre seremos. Gilbert lo explica de manera espectacular con una frase para enmarcar: "Los seres humanos son obras en progreso que erróneamente piensan que están terminadas".

       Nos olvidamos de que todo lo que hacemos, pensamos y decimos hoy está creando lo que seremos el día de mañana. Igual que todo lo que hicimos, pensamos y dijimos en el pasado nos hizo llegar hasta nuestro yo de hoy. Lo verdaderamente fascinante de este tema es como en muchas ocasiones en el futuro nos acabamos lamentarnos de las decisiones del presente. Posiblemente las tomamos sin pensar que tendrán su impacto en el futuro. La gente se (nos) gasta importantes cantidades de dinero en eliminar tatuajes por los que también pagaron una cantidad importante, se casa para después divorciarse, incluso a edades adultas se lucha duro para olvidarnos de tantas cosas que durante la madurez se luchó duro para conseguir. Tomamos las decisiones en este justo momento pensando que el yo futuro será exactamente igual que el yo presente, con lo que el impacto de la decisión será correcto. Pero cuando miramos hacia atrás nos damos cuenta de que las decisiones de hace diez años no nos afectaron como pensábamos, porque el yo de hoy no es el yo del pasado, e incluso a veces tiene poco que ver con él. Dan sugiere que este fenómeno puede estar relacionado con que el cerebro humano tiene más facilidad para recordar que para imaginar y para crear. Al yo de hace diez años lo tenemos controlado, pero al yo de dentro de otros diez lo tenemos que imaginar, y quizás nos sea más cómodo suponer que será igual que el de ahora.

       En mi caso particular, creo que una de las razones que me empujó a dar el salto en el ámbito laboral tuvo mucho que ver con esto, aunque no de forma consciente. Obviamente no estaba nada contento con el yo que veía frente al espejo. La frase de Steve Jobs me llegó a perseguir como una señal de que algo tenía que hacer. Cuando me preguntaba si quería hacer lo que iba a hacer cada día si fuese el último día de mi vida y el  "no" comenzó a repetirse durante demasiados días seguidos, entendí que tenía que cambiar algo. Me obligué a imaginarme dónde me gustaría estar dentro de diez años, algo que realmente no fue fácil, y a escribir mi particular (y mental) carta a los Reyes. Y sin saber muy bien ni cómo ni por qué, la oportunidad apareció. Fue una decisión tomada más con el corazón que con el cerebro, más con la emoción que con la razón, con todo lo que ello conlleva. Sin embargo, cuando miro hacia atrás para conectar los puntos de mi vida (otra vez el eterno Jobs) creo firmemente que en mi vida los resultados de las decisiones emocionales han superado por goleada a las racionales.

     Y hablando de emociones, no puedo escribir estas líneas sin dejar de emocionarme. Hablando de décadas hacia adelante y hacia atrás, mi hijo Pablo, sopla por segunda vez en su vida las velas con un cero en la tarta. Le deseo que todo lo que haga hoy le lleve al Pablo que quiere ser dentro de diez años. Un Pablo que con su creatividad él seguro que es capaz de imaginar muy distinto al de hoy con todo lujo de detalles. Como decía Melendi, uno de nuestros artistas favoritos, veinte años no son nada…  

     Al final queda claro que el tiempo es nuestro gran definidor. El que nos coloca a cada uno en  nuestro sitio. Lo bueno es que con nuestras decisiones de hoy tenemos el poder de definir a nuestro yo del futuro. El de dentro de diez años, o el de los que sea. Lo importante en la vida es siempre el camino, no la meta. Y lo dice un individuo que ya ha perdido la cuenta de todas las que ha cruzado.

     Y como imagen para ilustrar la publicación de este mes, una imagen generada por inteligencia artificial (sí, quien me iba a decir a mí que a mis años yo iba a enredar con esas cosas) que me ayuda a visualizar a mi Antonio del futuro, dentro de diez años o más. Un Antonio que sigue llevando puestas gafas de realidad virtual.

     Gracias como siempre por vuestro tiempo y nos vemos en un mes. En un plazo de tiempo en el que todos seremos distintos a los de hoy, aunque no nos demos cuenta.





1 comentario:

  1. No te compares con los demás, compárate con el que eras ayer.
    Kilómetro 21 de la Ultramaratón de la Vida.
    Como bien dices el futuro personal está siempre por imaginar y suceder, intentemos siempre ser nuestra mejor versión día a día.
    Grande siempre amigo!!!

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